![Sorolla, el pintor de todos los tiempos](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202301/05/media/cortadas/bc-sorolla-kkjH-RYmMCNox0ENGg3HdObNd6hI-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Universal –para todos–. Tal vez hoy habría que utilizar el término global. Se elija la palabra que se elija, las dos sirven para definir al valenciano Joaquín Sorolla. Fue un pintor para siempre, un creador que encadena generaciones de admiradores desde que a finales del siglo XIX manchó su paleta hasta hoy, cuando sus obras cuelgan de las paredes de los museos más prestigiosos del mundo y sus piezas alcanzan las más altas cotizaciones en las subastas. En todos los tiempos, y en todos los lugares, admiración. Inmenso valor artístico y precio. Y a él, al maestro de la luz, se consagra 2023. ¿Por qué? Porque este año recién estrenado es el del centenario de su muerte. Joaquín Sorolla, que nació en Valencia el 27 de febrero de 1863, murió en la madrileña Cerdedilla en 1923 tras desarrollar la brillante trayectoria artística que le inmortalizó.
Fue la suya una carrera prolífica. Son muchas las obras que legó a la historia del arte. Tantas que no caben en estas páginas que hoy se detienen en una decena de piezas valiosas en sí mismas y, además, cargadas del significado. El recorrido permite un encuentro con el creador de la luz al óleo, pero también con el maestro que sirvió el negro como nadie.
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Sorolla es también el retrato individual y colectivo en exteriores e interiores, el paisaje, la infancia, el relato social, la mirada costumbrista, las luminosas playas mediterráneas y las de sol menos intenso del norte de España junto a estampas para inmortalizar cada una de sus regiones. Todo se sometió a una paleta genial que recorrió el mundo cosechando premios y reconocimientos en Madrid, Roma, París o Venecia por nombrar sólo unos ejemplos.
Ya en sus orígenes despuntó. Cada paso que dio fue un salto hacia adelante en el viaje que le hizo universal. Su obra se ha mostrado en grandes exposiciones y cuelga de las paredes de los museos más prestigiosos tanto de España como del resto del mundo pasando por Nueva York.
Y ello sin dejar de lado que la presencia de Sorolla es una de las más deseadas por las grandes colecciones de arte, un universo en el que se han llegado a pagar 5,3 millones de euros por una de sus obras.
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El retrato es un territorio muy transitado por el artista, quien no se limitó a los espacios interiores para plasmar los perfiles humanos de sus personajes. El pintor de la luz, del sol, de la vida, escogió en numerosas ocasiones los jardines y exteriores que le rodearon para regalar a la historia del arte grandes obras como 'María en La Granja', que se conserva en el San Diego Museum of Art. Con esta obra Sorolla inmortalizó a su hija durante su estancia en los segovianos jardines de una manera que los especialistas describen como trabajo magistral por el uso de «los brochazos diagonales de luz marcados por las sombras de los árboles». Los perfiles humanos pintados al aire libre fueron una de sus grandes aportaciones hasta el punto de que tanto los que ejecutó de sus hijas como de su esposa consiguieron que el pintor americano William Starkweather, como recuerda el Catálogo editado por Museo del Prado, asegurara que el valenciano había inaugurado una nueva faceta en su hacer artístico que era «algo enteramente nuevo en el retrato».
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Una de las mayores colecciones de obras de Sorolla la posee la Fundación madrileña María Cristina Masaveu. La componen 46 grandes piezas entre las que se incluye 'La familia de don Rafael Errázuriz Urmeneta', un lienzo de grandes dimensiones que recientemente Pablo González Tornel, director del Museo de Bellas Artes de Valencia, definió «como las Meninas del siglo XX». Esta pieza, considerada como el mejor retrato colectivo del artista, visitará Valencia junto con los demás 45 óleos de la colección Masaveu por el Año Sorolla. La esplendorosa pintura, como apuntó González Tornel, será una de las más llamativas de la propuesta.
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'Cosiendo la vela' pone ante el espectador uno de los trabajos que más preocuparon al pintor cuando se planteó ejecutarlo. Las dificultades para situar sobre el lienzo el escenario que rodea a la vela y sus personajes, así como l tratamiento de la luz filatrada a través de los tradicionales cañizos valencianos, le ocasionaron no pocos quebraderos de cabeza que, como era lo habitual, resolvió con genialidad regalando un relato de costumbres, pero sobre todo un inmenso e inigualable retrato de la luz. 'Cosiendo la vela', pieza que se muestra en la Fondazione Musei Civili de Venezia. Galleria Internazionale d'Arte Moderna di Ca'Pesaro, viajó a grandes salones expositivos en los que consiguió la admiración del público y los especialistas. Participó en la Exposición nacional de Bellas Artes de Madrid de 1899, la Exposición Universal de París de 1900 o la Bienal de Venecia de 1905. El óleo, destaca el Catálogo editado por El Prado, con el tiempo se convirtió en ejemplo para explicar cómo tratar la luz.
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Nada le fue ajeno. El pintor a quien el color y la luz le situaron en lo más alto de la fama artística había dado sus primeros pasos a finales del siglo XIX con obras que trasladaron al espectador la inquietud por los problemas sociales. Un buen ejemplo lo ofrece la pieza 'Triste herencia', propiedad de Fundación Bancaja, que recoge una escena de niños enfermos tomando un baño en La Malvarrosa en 1899. El artista incluyó el cuadro en la cuidada selección de trabajos que envió a la Exposición Universal de París de 1900, donde causó gran sensación, tanto entre el público como entre la crítica. El jurado le concedió por mayoría el Grand Prix por toda su obra, pero en especial por esta pieza que sigue siendo buscada, dado el significado iniciático que encierra, para la celebración de grandes exposiciones. La última ocasión en la que salió de Valencia fue en 2019 para participar en la exhibición 'Sorolla: Spanish Master of Light' que el 18 de marzo de ese año se inauguró en la National Gallery de Londres.
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El artista que da nombre a 2023 nunca decepciona, siempre aparece unido a los mejores apelativos que puede recibir la creatividad artística. Y para mantener este planteamiento no sólo hay que escuchar la voz de los estudiosos, también la del público, que se pronuncia continuamente en el mercado del arte. En este territorio también Sorolla triunfa mostrando el precio de su valor. Es uno de los preferidos de las subastas en las que se pagan elevadas sumas por una de sus piezas. Ahí está 'La hora del baño' para demostrarlo, una colección particular pagó 5,3 millones de euros por esta obra, el lienzo más caro del pintor hasta hoy.
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Las pruebas de la universalidad del valenciano llegan desde los destinos más diversos del mundo. Entre los muchos ejemplos que se podrían citar se encuentra 'Bajo el toldo. Zarauz', una pieza de 1910 que posee el Saint Louis Art Museum de San Luis (Missouri). Con este óleo Joaquín Sorolla retrató un escenario de playa distinto al habitual en su obra. Dejó el Mediterráneo valenciano para trasladarse a la costa del norte de España, donde su mirada también se plasmó con gran genialidad sobre el lienzo. 'Bajo el toldo. Zarauz' generó importantes éxitos al artista en las exposiciones que la mostraron en 1911 en San Luis y Chicago. La prensa del momento se refirió a esta obra con halagos y minuciosas descripciones que llegaron a afirmar que «'El velo verde', que será el título popular de esta obra maestra del impresionismo es algo que nadie podrá olvidar». Así, recuerda el Catálogo editado por el Museo del Prado en 2009 que fruto del éxito de las mencionadas exposiciones fue el interés despertado en Estados Unidos por la adquisición de la pieza para el Museo Sant Louis, donde hoy se conserva.
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El parisino Museo de Orsay cuenta en sus fondos con la pieza 'La vuelta de la pesca', un óleo de grandes dimensiones (265 x 325 centímetros) en el que el genial valenciano elevó el tratamiento de una tradición de la cultura valenciana al utilizar un tamaño del que se había servido para piezas de contenido histórico, religioso y social. Esta obra, de significativa trascendencia en la carrera del pintor, la ejecutó en 1904. Fue la primera de una colección dedicada al mismo tema y por tanto la inauguración de una etapa en su trayectoria. El Gobierno francés la adquirió para el Musée de Luxembourg pagando 6.000 francos por ella. Esa adquisición, como señalan los expertos en el pintor, fue una confirmación internacional para el maestro de luz. Tanto que incluso el Catálogo de su obra editado por el Museo del Prado en 2009 sostiene que la venta fue más determinante incluso que premios que cosechó en Múnich, Chicago o Viena.
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Joaquín Sorolla y el color fueron uno. Pero no sólo. La genial paleta no prescindió del negro para regalar a la historia del arte grandes obras como 'Clotilde con traje negro', pieza que posee el Metropolitan Museum of Art de Nueva York. Entre las obras para las que el artista se sirvió del color en el que la luz se ausenta se incluye este retrato en el que los estudiosos de su obra constatan que reúne «los valores más exquisitos de las cualidades supremas de Sorolla en el momento culminante de su carrera como retratista». Los análisis de esta pieza destacan desde el tratamiento de la propia figura de la retratada hasta el detalle en el tratamiento de la escena en la que se encuentra Clotilde en el momento de quedar inmortalizada sobre el lienzo. El tratamiento de ese entorno es lo que lleva a los especialistas a apuntar que es una muestra de la audacia del artista a la hora de 'describir' con el pincel desde el mobiliario a cuadros propios del pintor en un ejercicio que remite al universo de Velázquez.
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'La bata rosa' encierra en su historia la vinculación del artista con su tierra. Realizado en 1916, responde a una pintura de las que ejecutó Sorolla cuando tras ponerse enfermo por primera vez después del esfuerzo realizado para la colección 'Visiones de España' regresó a casa, donde se enfrentó a los últimos lienzos en los que la playa valenciana fue protagonista. De este cuadro que muestra la Casa Museo de Madrid dijo su propio autor, como así lo relata el Catálogo del Museo del Prado de 2009, que era «la obra más importante y de lo mejor que he hecho en mi vida».
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'Valencia. Las grupas' es la obra con la que Sorolla retrató su tierra para la Hispanic Society of America en el recorrido pictórico que realizó por España y que plasmó en 14 paneles tras haber realizado 56 bocetos previos. Fue aquel un trabajo «enorme, magnífico, apasionado, íntimo y maravilloso», como destacó su biznieta Blanca Pons Sorolla durante la presentación de la exposición 'Sorolla íntimo. Bocetos de 'Visión de España' en Valencia en 2015. Con anterioridad, en 2008, 'Visión de España' se expuso en Fundación Bancaja. Fue un hito difícil de superar en la trayectoria expositiva de Valencia. La atracción de propios y extraños hacia el artista quedó más que probada. El arte, y en particular el del valenciano, firmó en la ciudad del Turia la capacidad de la pintura para enlazar pueblos y tiempos.
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