Los tapices desconocidos de Valencia

La Capilla Sixtina es referente, entre otras cuestiones, del arte. Tanto que nada que suceda entre sus cuatro brillantes paredes pasa inadvertido al mundo. La espectacular estancia vaticana durante la anterior semana se mostró como la soñó el gran Rafael: con los diez tapices basados en sus pinturas. Esta obra compartió espacio con los frescos de Miguel Ángel. Y tirando de los hilos del arte, los caminos conducen a Valencia para descubrir que no sólo la estancia donde se elige a los papas se ha vestido de grandes piezas textiles. El Patriarca, el Palau de la Generalitat o el Museo de Bellas Artes de la capital del Turia también abrigan sus paredes con la grandeza del tapiz -por valor artístico y dimensiones- permitiendo conocer una trayectoria que recorre desde el siglo XV hasta el XIX.

Son piezas que se sostienen sobre tramas de lana, seda e hilos de oro y plata, tejidos que saltaron al escenario de la historia «para dar calor a las grandes estancias de palacios y castillos» y convertirse en obras de arte, como apunta David Gimilio, conservador del Museo San Pío V. En el siglo XIV empezaron a colgarse de las paredes, pero fue en las centurias del XV y el XVI cuando vivieron su esplendor trabajos «siempre considerados arte mayor». Partían de los cartones que dibujaban grandes artistas, «con ejemplos de Rubens y Rafael», aclara Gimilio, quien destaca que se consideraban bienes de lujo.

Y de la etapa de mayor gloria se conserva buena muestra en Valencia. El Patriarca atesora en la capilla de la Inmaculada cuatro joyas de lana, seda e hilos de oro y plata que salieron de telares flamencos entre los siglos XV y XVI. Estas piezas, unidas a las dos que cuelgan de las paredes de la sala de tapices, completan una colección «espléndida» que llegó como regalo de San Juan de Ribera. Daniel Benito, conservador del museo de El Patriarca, recalca que los seis telares son «auténticas joyas». Tanto Benito como el rector de Corpus Christi, el sacerdote José Garrido, inciden en esa consideración recordando que en España sólo hay otras cuatro creaciones más de estas características «dos que pertenecen al Patrimonio Nacional y otras tantas a la Catedral de Zamora».

Las seis se sometieron a un complejo proceso de restauración financiado por Iberdrola llevado a cabo por los especialistas de la Real Fábrica de Tapices. La intervención devolvió la luz a dos representaciones de 'La parábola de la viña' -las de mayores dimensiones, cada una mide 4 X 6,7 metros-, también a 'La cabalgata de los vicios y las virtudes', así como a 'Escenas de la vida de Salomón', 'La ira y la pereza', 'La gula' y 'El triunfo de la gracia'.

Seguir la huella de las creaciones textiles que engrandecen el patrimonio valenciano conduce hasta los fondos de la Diputación de Valencia, propietaria de otra colección de tesoros textiles, cuatro de los cuales se exhiben en distintas estancias la Generalitat. Aída Roda, jefa de la sección de conservación y restauración de patrimonio artístico mueble de la Diputación, afirma que los tapices forman «parte de la historia del arte». Al hablar de las obras de la Corporación provincial advierte de que son piezas «de gran importancia» que permiten viajar desde el siglo XVI hasta el XIX.

Para disfrutar de la contemplación de estos tesoros el criterio de la experta invita a prestar atención a los dos tapices gobelinos, realizados entre los siglos XVIII y XIX, que se encuentran en el despacho del presidente del Consell y responden a clásicas representaciones de caballeros. Otro del que también Roda predica no sólo su belleza, sino su valor artístico, es el escudo borbónico del Saló Daurat realizado en 1833.

Roda explica que el estilo gobelino apunta hacia la exquisitez. Eran los artesanos que se aunaron en Francia para abrigar con este arte las estancias de la realeza del país vecino, incluyendo Versalles. Aída Roda habla de otro tesoro, que en realidad es un frontal de altar, que se encuentra en la capilla de San Jorge de la Generalitat a los pies del retablo de Sarinyena. «Estéticamente es una maravilla del siglo XVI cuyos cartones están atribuidos al artista valenciano Juan de Juanes», destaca Roda.

Esta pieza, restaurada por los técnicos del IVACOR, se muestra esplendorosa y pronto emprenderá el mismo camino otra obra de la Diputación que se puede ver en la Generalitat. Es un trabajo resultado de un «cartón que Le Brun realizó en el XVII, aunque el tapiz salió de los telares entre el XVIII y el XIX. Le Brun fue artista vinculado al estilo gobelino» que alcanzó renombre. Del prestigioso taller francés salió 'La llegada de Psiquis al templo del amor', pieza vinculada a los gobelinos, datada a finales del siglo XVII» que pertenece a la Colección Orts-Bosch del Museo de Bellas Artes. Esta pieza no se expone en las salas, como tampoco 'Historia de Constantino y la Vera Cruz ', obra tejida en Francia en la primera mitad del siglo XVIII.

Pero en la estancia que la pinacoteca dedica al de arte flamenco reciben al visitante 'Poseidón y Anfitrite', obra del último cuarto del XVII realizada por Albert Awercx que completa el viaje al patrimonio artístico de lana y seda de los valencianos.