La casa se cae, como nosotros

Esta ternura no nos llega en su nueva comedia, la producción pública 'Las danesas'. Deja frío por momentos. Procedente de las lecturas dramatizadas Insula Dramataria, se queda a medio camino en sus propósitos de dar una visión sólida del recorrido de los cuatro hermanos Valle, todos con nombre de flor viviendo entre las paredes de la casa y las piedras de la terraza, en el Ensanche de Valencia, en una magnífica escenografía de Blanca Añón con una iluminación hábil de Marc Gonzalo. Su venta y pasar del centro a la periferia sería su salvación.

El montaje posee todo el estilo de Giménez: ingenio, absurdo, personajes y diálogos bien construidos, metáforas y una fuerte dosis de ironía y humor nada previsible sobre costumbres actuales. Pero la excesiva fragmentación de la línea argumental provoca que el texto circule a saltos en ocasiones. Cuando un personaje protagoniza una escena la trama principal se difumina. El acierto de subrayar el costumbrismo con humor, donde cada uno va a lo suyo, está condicionado en exceso por la estructura de acumulación anecdótica, y ello provoca dejar algunas secuencias zozobrando en la delgada línea que separa la brillantez de lo estrambótico en la comedia, como la del transporte del corazón o el final con las danesas. Ni la conducción de Florencia, el personaje coherente con sus soliloquios a quien nadie escucha, logra dar un ensamblaje después de la escena inicial de presentación de los hermanos.

Afortunadamente, mantienen el interés la excelencia de los intérpretes y la habilidad textual con muchos golpes imprevisibles propios del gran escritor que es Xavo Giménez: aforismos, existenciales y cotidianos («nos han alicatado nuestras vidas»), metáforas (la flor de arena de «pétalos de cristal» y «arcoiris secuestrados encerrados en fractales») o greguerías al modo de Ramón Gómez de la Serna («el gotelé es la piel de gallina de las paredes»). Los actores dan una lección. Las brillantes discusiones de Álvaro Báguena (Narciso, verdaderamente es así y quiere vender la casa) y Verónica Andrés (la conductora de limusina Lis) recordaban a las que mantenían en 'Querencia' de Paco Zarzoso. Rosanna Espinós siempre seduce y muestra el sacrificio de Florencia. Toni Misó (el heroinómano Jacinto que vive en la terraza) es un grande de nuestra escena y Marta Santandreu está deliciosa multiplicando sus papeles con eficaces cambios de registro. Inolvidables.

Gracias al amable personal del IVC asistí a una sesión matinal con un público mayoritario de jóvenes y mayores. Disfrutó por ser una comedia pero tengo dudas de que captaran todas las capas temáticas. Aunque aún más de que haya gustado al espectador vespertino exigente, cuyos comentarios escuchados han sido negativos. El recuerdo de aquellos montajes brillantes del Rialto en los noventa me hace reflexionar sobre la conveniencia de programar producciones públicas para amar el teatro y no solo para ir al teatro. Sobre todo pensando en la diversidad de públicos. Y teatro de repertorio.

La irregularidad de 'Las danesas' no impide el seguir considerando a Xavo Giménez como uno de nuestros grandes autores.