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La mayor parte del teatro musical ofrece argumentos superficiales y personajes plagados de lugares comunes. Pero Víctor Lucas y Mamen Mengó, con producción de Pedro ... Giménez y la sala Off, en su vigésimo aniversario, han puesto en escena una nueva creación, 'Bruno', que se diferencia del modelo dominante por poseer una trama sólida y personajes en evolución para el problema social duro del acoso escolar, el bullying.
Lucas y Mengó se han convertido en figuras en continuo crecimiento en el teatro musical valenciano. Con 'Bruno' dan un salto elevado hacia el gran formato después del original 'Es una lata el trabajar' y sus incursiones en el teatro familiar. Consiguen una genialidad lograda gracias al trabajo de preparación durante dos años y medio, con lo cual el montaje ha llegado perfecto al escenario. Es algo que por desgracia raramente sucede en nuestro teatro actual.
El protagonista es Bruno (Yeray Varó), un alumno brillante que vuelve al instituto San Javier después de estudiar un año en Estados Unidos. Reservado y enemigo de entrar en problemas, empieza un calvario acosado por algunos compañeros, encabezados por el matón Pablo (Diego Monzón).
Dirección y autoría: Víctor Lucas y Mamen Mengó. Música original: Víctor Lucas. Coreografía: Toñi B. Forascepi. Reparto: Yeray Varo, Maura Cyan, Ana Burguet, Diego Monzón, Josep Zapater, Ana Conca, Ramón Ródenas, Paola Navalón y Truman Fernández. Sala Off (Hasta el 29 de enero)
Puede parecer una obra de protagonista frente a antagonista pero no es así: cada personaje posee un carácter funcional distinto hasta formar un conjunto coral. Pablo (Ramón Ródenas) es el escudero cómplice de Pablo. Ambos ya se habían ensañado con Martín (Maura Cyan) por ser homosexual. Junto a ellos, las alumnas Roma (Ana Burguet) y Ana (Paola Navalón), la directora (Ana Conca) y el profesor de Literatura (Josep Zapater), doblando estos últimos como padres de Bruno y Navalón como madre de Pablo. Más Truman Fernández, también alumno del colegio y parte del grupo acosador. Un elenco dinámico con unas interpretaciones efectivas entre los registros dramático y cómico y voces brillantes.
La situación de Bruno y de Martín es angustiosa. Uno se refugia en el urinario sin entender las razones del acoso mientras el segundo se abstrae autoengañándose por haberse acostumbrado. Un acierto es no contemplar solo la violencia psicológica y física (genial la simulación de la paliza con los golpes de la batería), y la mirada hacia otra parte de compañeros, familia y colegio, sino la búsqueda de las razones de la violencia del agresor y su mentalidad.
Pero no encontrarán solo lo trágico. Lo más destacable del trabajo es su combinación con escenas cómicas. Irrumpen con potencia para darle encanto a la historia, como los deliciosos ensayos con tono afectado de 'Romeo y Julieta' o la parodia de la flauta escolar. No falta la ternura con los felices simpáticos padres de Bruno y la relación de este con Roma. Humor y parodia sin esquivar la dureza del problema con una resolución emotiva para el espectador sin caer en lo edulcorante o sensiblero.
Ródenas a los teclados, Zapater a la guitarra, Fernández al bajo y Monzón a la batería, raudo en el paso de actor a instrumentista, interpretan la magnífica partitura musical para las bellas voces individuales o corales del elenco. El talento de Lucas en la composición, con cambios de armónicos, compases y ritmos, más unas letras adaptadas al fluir del argumento, junto a Mengó, sigue creciendo sin exhibicionismos. El himno colegial o el bolero de Lady Gaga son inolvidables. Como el vestuario de María Almudéver.
Trágica, divertida, tierna, sensible y pedagógica. Toca todas las aristas del problema. No se la pierdan.
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