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Siempre es grato asistir a una ópera prima y encontrar talento y valentía como el demostrado por Alida Molina (1995) en 'Paral·lel'. Tampoco es ... habitual que resulte tan interesante la reflexión del joven sobre las dificultades para salir adelante profesionalmente, después de haberse preparado con ahínco como toda su dañada generación.
Molina lo consigue con el humor salvaje y el desparpajo inteligente. Ofrece un collage teatral sobre la idea de que lo que creemos que ocurrirá, no ocurre, y de la probabilidad idealista de que todos tengamos un doble paralelo: ahí está la esperanza. Ella y Alexander Lemus se interpretan a ellos mismos y parten de experiencias personales sin caer en las garras de la autoficción. Los episodios frustrantes, como la interpretación inicial de astronauta, las direcciones de cine o el casting, generan un debate sobre el fracaso y el éxito. Molina apuesta por lo positivo: resistir sin desaliento en una sociedad donde la idealización genera expectativas incumplidas.
Interpretación: Alida Molina (texto y dirección) y Alexander Lemus. Ayudantes: George Marinov, Paula López Collado y Paula María Martínez. Sala Ultramar (Hasta mañana)
Son muy hábiles por el ingenio su interactuación con el público, la introducción de los parlanchines coches de juguete teledirigidos como dos actores más, o el episodio proyectado en vivo en el camerino. También la escena más naturalista: el diálogo de ambos en la playa en noviembre.
'Paral·lel' permite tener esperanzas en el futuro de Alida Molina: potente como actriz, valiente y atrevida, y capaz de crear un buen texto que cautiva la atención del espectador. Como propone, si resiste, llegará lejos.
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