La trilogía sobre el texto dramático 'El lector por horas' del autor valenciano José Sanchis Sinisterra finalizó con el montaje teatral, propuesta interesante por aunar un texto sublime y la visión de Carles Alfaro, un gran director con estilo personal.

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Cada montaje de una obra ... es distinto. Hay que olvidar los precedentes. Y en esta propuesta más porque domina la marca personal de Alfaro. Se centra mayoritariamente en la atmósfera enigmática e inquietante como expresión del mundo interior de Lorena, la protagonista ciega. Para ello, ha creado junto a Luis Crespo una escenografía impactante con un espacio común minimalista rodeado de barroquismo artístico para crear otro espacio mental con un fondo de imágenes abstractas, fabulosos y potentes juegos de iluminación y un suelo a su alrededor de fragmentos de cristal bullendo en los momentos tormentosos. Con un piano fundamental y la biblioteca en la cuarta pared. En suma, lo estético al estilo de Alfaro acompaña a la palabra.

El texto de Sinisterra da valor a los silencios. Los necesita para explorar el poder de la palabra, la imaginación y la recepción literaria. Los de Alfaro están enclaustrados en la atmósfera asfixiante cayendo en un ritmo moroso que hace languidecer el conflicto hasta lo anodino, restando fortaleza a la palabra aunque mantenga la intriga. La frase crucial de Ismael, «yo soy la bala» (entre el asesino y la víctima), necesita más impacto y su reacción al sonar el teléfono en el epílogo altera algo el sentido sin necesidad. Evita que el espectador vaya rellenando la historia al capturarlo con la frialdad ambiental para distanciarlo hacia la neutralidad sentimental, como exige Celso, el padre de la joven ciega, a Ismael al contratarlo como lector para su hija. ¿Y para qué proyectar los títulos de las lecturas con fondo de pergamino? Hay suficientes citas para adivinarlas como ocurre con la primera, Justine de Durrell, y hacer participar al espectador en un festín literario.

EL LECTOR POR HORAS

  • TEATRO. Autor: José Sanchis Sinisterra. Dirección: Carles Alfaro. Reparto: Pep Cruz, Pere Ponce y Mar Ulldemolins. Teatro Rialto (Hasta mañana)

Sobresaliente para los tres intérpretes, aunque estén bastante planos por un exceso de contención hasta la décima escena cuando Lorena muestra su interioridad con energía. A partir de ella Pere Ponce modifica su actuación y adopta la versatilidad idónea para pasar a tener sentimientos después de la servidumbre aséptica al aceptar el empleo para sobrevivir. Ese diálogo es el mejor momento gracias a la energía expresiva de Mar Ulldemolins, resuelta en la ceguera para mostrar su turbulenta interioridad. Pep Cruz alcanza la sobriedad necesaria como Celso. Las manifestaciones de sus abismos son lo más brillante y permiten escapar de lo anodino.

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En resumen, Alfaro ofrece una visión personal diferente y estética del excelente texto de Sinisterra. Su ritmo alicaído impide que olvidemos aquel estreno de 1999 en el Principal dirigido por José Luis García Sánchez con Juan Diego, Clara Sanchis y Jordi Dauder, y no solo por su escenografía expresionista y voluminosa de la biblioteca como el vientre de una ballena, sino por el distinto tono y aquella ambientación más naturalizada.

Ha sido una atractiva trilogía sobre 'El lector por horas'. A la lograda adaptación a danza, 'En la oscuridad todo se mueve' de Paula Serrano, le siguió la de circo, 'Verde casi negro' de Eleonora Gronchi y Pablo Meneu, una osada y extraordinaria incursión de la disciplina en el universo del teatro de texto. Tres visiones de dirección-autoría en tres lenguajes artísticos con impronta estilística.

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