Expiación

Jacobo Pallarés (1974), alma del Proyecto Inestable y líder del teatro alternativo valenciano con una mirada hasta internacional en un sector territorialmente endogámico en exceso, ha creado su obra más personal con un riesgo máximo. Después de las anteriores 'L'aniversari' (2019) y 'El rastre d'aquella nit' (2021), continúa una trayectoria en alza yendo más lejos en lo posdramaturgico. Hace parecer fácil lo complejo de la ruptura de cánones estéticos e integrando como tema sus preocupaciones personales y sociales.

Lo primero a destacar de 'L'odissea de les nostres vides' es el aprovechamiento del imponente escenario de Rambleta con una disposición abigarrada donde se unen espectadores sentados en los laterales como jurados, distintas pequeñas plataformas en las que se manejan miniaturas escenografiadas por Los Reyes del Mambo, como en 'El rastre d'aquella nit', las mesas técnicas con Aurora Diago con las complejas videoproyecciones, la mayor parte en vivo dando visibilidad a lo pequeño, y Vicky Trillo para el espacio sonoro envolvente y sugestivo. Entre ellos, los dos actores conductores narrativos y el propio autor como personaje estático sometido a juicio y receptor de alusiones.

Pallarés entrecruza tres relatos paralelos. Por un lado, el hilo conductor, La Odisea de Homero. Al lado, la vida de un hombre blanco occidental obsesionado con esta historia, que se ahoga en un mar Mediterráneo lleno de cadáveres y entre guerras y dictadores enfrente de sus anónimas víctimas. Pero todo irá desembocando en la redención de un padre demasiado ausente por la obcecación en su aspiración como aquel Ulises, hecho habitual en la vida familiar actual. Las alusiones personales aparecen en otros momentos hasta llegar a la expiación de la culpa justificando el abandono de lo más preciado, el hijo, por su sacrificio a una idea, un proyecto y las personas que lo acompañan («lo he hecho por vosotros», se dice). Así, la obra lleva más lejos los territorios de la autoficción; un gran aporte al teatro actual consumado cuando su hijo real protagoniza un desenlace potentísimo. Una vida como el viaje de Ulises de Ítaca.

La función crece a medida que discurre. El ritmo lánguido inicial va absorbiendo progresivamente hasta elevarse al máximo a partir del monólogo central de una Lucía Poveda espléndida, que sigue creciendo cada día desde aquel 'Julio César' de Chema Cardeña, 'Tirant' y la reciente 'Els Villalonga', o la película 'La boda de Rosa'. Construye su personaje con sinceridad y verdad hasta hacer creer lo imposible. Le acompaña con su estilo y dicción peculiares Juan Andrés González. Un intenso dúo que nos conduce a un final delicioso, entre el despliegue técnico desbordante que logra efectos sorprendentes.

Jacobo Pallarés ha logrado su mejor obra. Ingeniosa desde la introducción técnica de interactuación con el público. Un teatro distinto y complejo con sello personal que lleva lejos la autoficción. Ahora parte de gira a Chile y México y la próxima temporada volverá a la sala Inestable de Valencia.