'Parxís' es una de las revelaciones del año. Creación de Tomás Verdú dentro de las residencias de la sala Círculo, es teatro social que parte de la autofición. Su tema es la competitividad como signo de nuestros días. La vida es una partida de ... parchís donde se gana matando fichas de los rivales. Se educa en ella desde niños. Esa lucha de supervivencia se materializa en la juventud donde la independencia choca con salarios miserables o el paro. Todo se resume en una cita de Borges: «la tristeza del perdedor es superior a la gloria del ganador».

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El gran mérito del trabajo es alejarse del ejercicio narcisista. Verdú aplica un estilo ágil, renovador y un humor ácido, a veces negro, que impregna de absurdo escenas inspiradas en la realidad. Un simbólico vestuario con los colores del parchís desteñidos subraya la estructura alternante de escenas corales con movimiento y monólogos pausados. Sin olvidar el espacio sonoro con la deconstrucción de la canción de Parchís o la melodía de 'Peer Gynt' que utiliza el SEPE en las llamadas. Además del empleo bruto de elementos como los flotadores o las cajas de copos de maíz.

Un teatro joven incluso para los adultos, con muy buenos intérpretes (Begoña Comitre, Víctor Gil, Cristina Grau y Miguel Torrecilla) y una dirección que saca partido a sus diferencias. El resultado llega al público con su gracia, su simpatía y su vehemencia.

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