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Los musicales cuya adaptación procede de cinematografías conocidas rodadas con anterioridad deben enfrentarse al recuerdo de los espectadores, como esta recreación teatral de la película ... de Stanley Donen 'Cantando bajo la lluvia' (1952) dirigida por Àngel Llàcer. Y los actores a la sombra de Gene Kelly, Debbie Reynolds y Donald O'Connor, en esta historia de amor ambientada en el nacimiento del cine sonoro en Hollywood en 1927. Enfrentarse a una obra maestra del cine musical es arriesgado, sobre todo para convencer al amante de la película.
Lo sabe bien la productora Nostromo Live, también de la brillante 'La jaula de las locas' que vimos en el Olympia en Navidad, con Àngel Llácer y Manu Guix al frente. Pero ambos y la coreógrafa donostiarra Miryam Benedited han logrado una gran factura teatral respetuosa con la película original y le sacan partido con talento, oficio y tacto.
La obertura musical da paso al Graumans Theatre donde los actores Don Lockwood y Lina Lamont estrenan el vodevil 'El bribón real', con presentación de personajes y la proyección de la película muda con una interpretación afectada. El conflicto llega cuando la voz hiperaguda y el tono torpe de la exitosa Lina son incompatibles con el nuevo cine sonoro. Kathy Selden, el amor de Don, tendrá una difícil misión.
El tono de comedia de los años cincuenta está fielmente transportado con la declamación próxima a la película. Hay mucho acierto en los diálogos de los amigos Don y Cosmo. Como en la escenografía espectacular de Enric Planas, con múltiples cambios del decorado naturalista a las imágenes, el apoyo plástico de la iluminación de Albert Faura y el sonido de Roc Mateu, con alardes como la escena de los matices de voz de Lina a Kathy del rodaje de 'El caballero bailador'.
El movimiento coreográfico es milimétrico. Hay escenas musicales sensacionales como la de 'Haz reír' o la espectacular 'Broadway melody', con la ejecución de la inolvidable escena de Cyd Charisse en la película. Otras rebosan de belleza como 'Beatiful girl'. Se agradecen para no romper la atención las canciones cantadas en castellano. Evidentemente, las más apreciadas por el público son las conocidas de 'Good morning', con su sofá, y 'Singing in the rain' (esta en inglés para gusto del espectador), que pone la rúbrica al primer acto con la lluvia real sobre el escenario lleno de farolas, con repetición final de todos los intérpretes rubricada por una bella imagen.
El elenco es formidable. Hasta los figurantes, más de una decena, hacen creíbles las acciones de fondo frente a las principales. Destaca Mireia Portas como Lina por su comicidad y su gracia, poniendo esa voz ridícula incompatible con el cine sonoro. Cada aparición suya cautiva al público y ofrece una simpatía ejemplar. Precisa con sus dificultades vocales en la escena con la profesora de dicción –inolvidable ese «no puedo aceptarlo» –, en escenas como su simpático y caótico primer rodaje sonoro, o su risa y sus muecas esperpénticas. Y su pésimo canto difícil de ejecutar. No sorprende que obtuviese el premio Talía a la mejor interpretación femenina de musical. Quizá sobre el innecesario amaneramiento excesivo del director Phillips, algo que parece convertido en tópico de complacencia popular en algunos musicales.
Si le gustó 'La jaula de las locas', disfrutará más aún con este clásico fiel a la película hasta en su estética. Y divertido.
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