El ontiñentino de fama internacional Marcos Morau (1982) ha vuelto a Les Arts con su compañía La Veronal después de representar en sus escenarios 'Sonoma' en 2021 y 'Opening night' en 2023. Esta vez unida al Ballet Nacional de España con 'Afanador' por encargo de ... su director Rubén Olmo.

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Estrenada en diciembre de 2023 en La Maestranza de Sevilla y después de pasar por el Teatro Real de Madrid, se inspira en la fotografía del colombiano Ruvén Afanador, cotizado en el campo de la moda pero con una vinculación profunda con el flamenco. Sus imágenes de figuras como Israel Galván, Eva Yerbabuena, Matilde Corral, José Antonio o Rubén Olmo son alquimia pura que Morau ha pretendido reflejar con toda su fascinación.

Todo el montaje es hipnótico y desborda una visualidad extrema. El flamenco queda como vía pretextual para dar relieve a la danza contemporánea de estética fotográfica. Desde el arranque introductorio con la música sónica y electrónica imponente y absorbente de Cristóbal Saavedra. Los toques de flamenco se incrustan en ella construyendo la tónica dominante, donde incluso el 'Anda jaleo' lorquiano se cuela entre el espacio sonoro envolvente. La inventiva escénica de Morau juega hasta con el telón bajándolo hasta las rodillas de los intérpretes en fila para visualizar el zapateado.

AFANADOR

  • DANZA. Idea y dirección artística: Marcos Morau. Coreografía: Marcos Morau y La Veronal, Lorena Nogal, Shay Partush, Jon López, Miguel Ángel Corbacho. Dramaturgia: Roberto Fratini. Reparto: Ballet Nacional de España, dirigido por Rubén Olmo. Les Arts (Hasta el domingo 30 de junio).

Todo el montaje deslumbra con extremos visuales. Lo más destacable es la conjunción de los medios técnicos y los treinta y seis intérpretes, más los músicos, cantaor y guitarra flamencos, y el propio Rubén Olmo, que ofrece un solo por sorpresa saliendo de una suerte de sarcófago, con el sonido de cinco timbales en directo. Muchos detalles folclóricos paralelos al mundo del flamenco, algunos tópicos, se van sucediendo entre coreografías alucinantes y de exquisita perfección. La fuerza es descomunal, con inolvidables escenas como la del mapeo, dentro de los arriesgados terrenos mágicos de iluminación de Bernat Jansà, o el sentimiento de la muerte y el final del peine circular de luces cayendo después de la barroca composición de sillas y horcas; un aprovechamiento máximo de la escenografía de Max Glaenzel, hasta convertir en personaje las paredes blancas opuestas al negro del vestuario de Silvia Delagneau, una reversible con escalera y balcón. ¡Y qué remate tan nuestro!

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El punto discutible es la dramaturgia de Roberto Fratini, sacrificada al servicio de la potencia plástica y la espectacularidad. Sabemos que es un montaje con fondo de fotografía donde el flamenco da pie a un montaje de danza contemporánea innovador. Morau quiere mostrar impresiones a partir de sensaciones y visiones surrealistas y a veces el conjunto parece un conglomerado sin claridad temática y poca unidad. También algunas coreografías podrían adelgazarse para no perder la hipnosis de los cuadros; algunas repeticiones menos de K-pop hubiesen sido suficientes. El uso del bolero, por ejemplo, fue más preciso.

Aun así, los amantes del flamenco disfrutarán con los referentes nacidos del objetivo de Afanador. El flash que los detecta acompaña a nuestra mirada en este ejercicio de absorción de los sentidos para dejarse llevar. Quizá por ello, algunas parcelas puristas pueden rechazar la apuesta extrema de aprovechamiento del baile español por la danza contemporánea. Pero 'Afanador' nos hace sentir que el Ballet Nacional de España es de todos y avanza.

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Olvídense del molesto teléfono móvil para disfrutar de un espectáculo grandioso para los sentidos. ¿Para cuándo una condecoración de la Generalitat a Morau?

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