¡Qué pareja!

Xavo Giménez está en un momento excelente. Lo demostró en su monólogo bradburyano 'Yo soy 451'. Ahora con esta maravilla sobre su tema recurrente: el perdedor, el fracaso, la frustración, la felicidad imposible. Lucho y Víctor forman La Osamenta, banda de rock casi acabada. Ensayan al haber sido contratada por un festival. En el local se enfrentan dos modos de pensar: el optimista que busca lo positivo y el realista y negativo.

El texto de Xavo es perfecto. Hábil en su construcción lineal hasta un salto temporal. Su escenografía, originalísima: hueveras de cartón para amortiguar el sonido del estudio. Leo de Bari, se luce con su despliegue de ocurrencias, y él están geniales y compenetrados interpretando. Nos encariñamos con ambos y sus excelentes disputas, tan contrarios, con el humor ácido del absurdo de lo cotidiano excelentemente desarrollado hasta los momentos dramáticos finales (excelente monólogo), con un canto a la amistad.

El diálogo contiene denuncia social. La precariedad y el conservadurismo cultural (ejemplo: los tributos por encima de la originalidad), camisetas de Nirvana fabricadas en Bangladesh en las tiendas, o sueños frustrados. Muchas escenas geniales, como la del nuevo vestuario.

Volverá al Rialto el 26 de diciembre. No se la pierdan: una de las mejores obras del año.