Una pequeña fuga

Un hecho misterioso alejado de lo real, la aparición de una mancha en la pared que no se disipa, altera la vida de una familia de una vieja casa de pueblo; de esa España vaciada donde las ilusiones acaban desvaneciéndose, algo que resuena a desenlace berlanguiano. Los cinco miran a la pared entre el miedo y la curiosidad. Van descubriendo sus inseguridades, con parlamentos donde la palabra expresa las acciones, y cada personaje las narra como si no fueran suyas. Cada hecho es refutado y no hay nada seguro.

El reparto, muy bien dirigido por Serrano y Marcos Spronton, es excelente. Pep Ricart con su prestancia habitual, Mafalda Bellido como sufrida madre, Ernesto Pastor, magnífico sobre todo llevando la contraria al resto, Alberto Martín solvente, y la joven María Covadonga, un valor muy firme y en crecimiento, forman un coro afinado, a pesar de las dificultades y cambios de actitud o registro. La escenografía de Los Reyes del Mambo, con solo cinco sillas y una estructura como puerta, deja el distanciamiento al texto, la interpretación y la iluminación casi imperceptible pero fundamental de Mingo Albir.

Serrano demuestra la importancia de un gran texto.