¿Algún sueño termina?

Sus cuatro actos suceden en distintos espacios del monasterio. El salón de actos acoge una divertida rueda de prensa del cargo cultural auspiciador del evento junto al despistado autor, con incómodas preguntas de dos periodistas. En el claustro, la historia se centra en el personaje de Hermia, comprometida con Demetrio, futbolista famoso y adinerado, por imposición de su padre el rey. Al sentirse oprimida, sin poder ni tener perfil en las redes sociales, acaba penetrando en el bosque de las hadas, la capilla, donde sucede una suerte de aquelarre irreverente de gran potencia escénica para volver al desenlace de la boda en el patio. Siempre con la presencia metateatral del autor con sus apuntes.

Destaca el trabajo interpretativo, doblando papeles salvo Marina Alegre (Hermia), convincente. Amparo Fernández deslumbra como autoridad y reina de las hadas. Juli Disla siempre está natural como alelado autor, Bruno Tamarit con su sobriedad, Josep M. Casany sigue siendo un rey de la escena y Laura Romero, sin parar de moverse, realiza una exhibición.

Encantadora.