Modélica adaptación

Mientras la adaptación juvenil de Correa era fallida, Eduardo Galán ha creado un libreto excelente por su claridad argumental. No era fácil sintetizar las quinientas páginas de la novela en hora y media pero Galán sigue demostrando ser uno de los mejores adaptadores dramáticos. Es extremadamente preciso en el desarrollo, los caracteres y relaciones de los personajes, los toques costumbristas, la brutalidad ambiental, el determinismo autóctono y la realidad de la España decimonónica, con la decadencia moral de la nobleza rural gallega. Para ello, centra el conflicto en los dos grandes personajes antagónicos: el tímido sacerdote Julián Álvarez llegado a los pazos como administrador, un antihéroe, y Pedro Moscoso, el marqués, cacique déspota, tosco e ignorante.

Don Julián arranca como presentador narrativo antes de fusionarse como personaje en una escena muy de 'Divinas palabras' de Valle-Inclán. En determinados momentos ofrece apartes sensatos que hacen fluir la historia. La solidez de la propuesta se sostiene en la potencia de los personajes, lograda gracias a las excelentes interpretaciones. Pere Ponce transmite los miedos, la religiosidad y la sumisión del sacerdote con brillantez y convicción. Sus modales son opuestos a la fuerza bruta dominante de Pedro, sensacionalmente exhibida por un hiperactivo Marcial Álvarez. Le acompaña siempre Francesc Galcerán, logrado sicario fiel servidor, que también será el tío de don Pedro, padre de Nucha. Ariana Martínez es la cocinera Sabel, víctima resignada amante del marqués, muy resuelta en la resiliencia, y doblando papel como Rita. Claudia Taboada es Nucha, la bondadosa esposa atormentada por don Pedro, con su timidez y su apego católico. David Huertas, muy correcto como médico, ejemplifica el espíritu de progreso frente al atraso de aquella España y rival electoral de Moscoso. Más un personaje ausente, el niño Perucho, fundamental aunque no tenga presencia física. Un elenco grandioso con un buen vestuario de época de Mónica Teijeiro y José Tomé.

Helena Pimenta dirige sin buscar alardes y saca un excelente partido a la escenografía y la iluminación. Resolutiva, mantiene el ritmo en el turbio ambiente y logra sobrecoger sin banalidades ni maniqueísmo con duras escenas como la actitud de Pedro con el niño Perucho, la corrupción moral y el machismo humillante de don Pedro padecido por las mujeres Sabel y Nucha, violento también con los hombres. Subraya el costumbrismo evitando cualquier ráfaga de estereotipo de los personajes, aunque hay momentos sobreactuados de Marcial Álvarez que le restan credibilidad al marqués y marca en exceso la antítesis de la tosquedad del mundo rural frente al refinamiento urbano. Tampoco lo urbano era siempre lo educado..

Un modelo de adaptación del que Emilia Pardo Bazán se sentiría satisfecha. Más que de aquel montaje de otra novela suya, 'Insolación', visto en el Principal en 2014. Acertada puesta en escena.