Vivir sobre una ciénaga

Después de la interesante 'Una vez, una casa' y la decepcionante 'La casa del dolor' ha vuelto con una historia de tintes policíacos en tono tragicómico. Comienza con un asesinato visible que da paso a la aparición de Antonio, policía de existencia anodina, antihéroe sumido en la rutina cotidiana. Recibe una llamada para investigar el caso de la aparición de un cadáver en la piscina de un edificio de apartamentos de la costa valenciana. En la investigación interroga a los vecinos, escasos al ser invierno, cuyas respuestas serán disparatadas.

Los desconcertantes personajes son seres en proceso de degradación personal y profesional. Incluso el detective solitario al que nunca le han dicho «te quiero» interpretado por Vito Sanz muestra sus debilidades, quizá demasiadas para ser completamente creíble, desde su monólogo inicial entre el humor y la desesperación. Plantea con acierto sus pesquisas para acentuar las dudas y la incertidumbre con los diálogos. Fenomenal su desdoblamiento al conversar por teléfono con el policía Roberto.

Antonio es el centro sobre el que gravitan los personajes como satélites. Todos tienen un pasado a descubrir. Silvia Marsó es Lola, una cantante de cabaret en declive que intenta revivir sus éxitos de antaño que nadie recuerda. Fernando Reyes, con su peculiar tono de voz, ideal para vestir de comedia lo dramático, es Abdón, hijo del dueño de los apartamentos y responsable de la finca. Era amigo del fallecido y, con ironía satírica, nos revela lo más sórdido. Lorena López es una instructora de fitness, oficio que le permite conocer a mujeres de alta posición, incluyendo a quien maneja contratos y asuntos oscuros. Ella, con su ojo tapado, despliega los diálogos más astutos con el inspector. Amparo Fernández es una pitonisa con un juego enigmático interpretado con una excelencia rompedora del personaje tipo.

El texto posee momentos brillantes y sutiles. Está estructurado como sucesión de escenas a partir de los interrogatorios. Sánchez Rodríguez despliega una de sus mejores virtudes: graduar la aparición de datos. Los sirve progresivamente hasta hilvanarlos en la última parte. Por otro lado, desliza las frases irónicas dando un toque irracional a la historia para despojar las circunstancias del asesinato de elementos emocionales. Se centra en la capacidad intuitiva del detective para seguir el caso cuando se le cruzan las historias personales hasta imponerse.