![Técnicos de Patrimonio analizan el estado del mural de Renau tras las críticas por su deterioro](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/201912/12/media/cortadas/Imagen%20LF2PN401-RvXV6gbrFat9aAfvs0YHadI-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
![Técnicos de Patrimonio analizan el estado del mural de Renau tras las críticas por su deterioro](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/201912/12/media/cortadas/Imagen%20LF2PN401-RvXV6gbrFat9aAfvs0YHadI-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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'Nadie frena el deterioro del mural de Renau'. Este era el titular de una noticia aparecida en las páginas de LAS PROVINCIAS del pasado martes en el que se ponía de relieve la dejadez institucional ante el único fresco del conocido cartelista y artista valenciano situado en un palacete de la calle Caballeros. Fueron los propios vecinos de la zona y expertos en patrimonio, invitados por los dueños del inmueble, los que pusieron de relieve la complicada situación que atraviesa una pieza excepcional. «¿Para qué sirve la dirección general de Cultura y Patrimonio?», se preguntaba uno de los asistentes a la visita, Antonio Marín.
Y no hay nada como una llamada de atención para que las instituciones públicas se pongan a trabajar. Así que, ayer mismo, un grupo de técnicos de la dirección general de Cultura y Patrimonio, tal y como ha podido saber este periódico, visitaron el palacete de Santángel, donde desde el pasado verano opera el restaurante La Lambrusquería. Ataviados con cámaras con medidores de humedad y con la intención de realizar un informe sobre los daños de la monumental pieza –grietas, desconchones y pérdida del color de la obra– los expertos recorrieron la tercera planta del palacete de Santángel donde se ubica un fresco único en Valencia.
La última visita de los técnicos al enclave se produjo justo cuando el edificio fue vendido a principios del año 2018. En ese momento, Presidencia de la Generalitat Valenciana intentó hacer una oferta por el enclave, cuyo precio ascendía a los 500.000 euros. No lo logró y el edificio fue a parar a manos privadas. El inmueble y el mural, pintado por Renau en los años 30. Ahí quedaron las buenas intenciones sobre una obra de arte que sólo había recibido la atención del Consell Valencià de Cultura (CVC), una institución que ya en 2015 alertó de la situación por la que atravesaba el fresco. Lo hizo a través de un informe en el que se ponía de manifiesto que «las obras están muy repintadas y en mal estado debido a la ausencia de climatización y a un factor alto de humedad, por lo que si no se aborda una pronta restauración podrían perderse».
«Nosotros queremos que el mural se mantenga, que los valencianos puedan disfrutar de esta obra restaurada, que sirva como reclamo turístico», aseguró ayer a este diario Isabel Gil, responsable del restaurante que desde agosto opera en el espacio. La gerente del espacio resaltó que los técnicos se han «dado prisa» tras la alerta del pasado martes y un día después se pusieron en contacto con los responsables para visitar el enclave. La intención es realizar un documento en el que se recoja el estado de la pieza. Desde la dirección general de Cultura y Patrimonio, dependiente de la Conselleria, sostuvieron a LAS PROVINCIAS que «en base al informe facultativo de los técnicos se verá la necesidad de requerir al propietario a cumplir con los deberes de mantenimiento y conservación, que recoge el artículo 18.1 de la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano, de acuerdo al grado de protección del Plan Especial de Protección y Catálogo de Protecciones de la Ciutat Vella de Valencia aprobado recientemente por el Ayuntamiento de Valencia con informe favorable de la dirección general de Cultura y Patrimonio, al que pertenece este edificio». Lo cierto es que el único movimiento que se ha dado en defensa del mural de Josep Renau fue la declaración como Bien de Relevancia Local (BRL) del edificio que lo alberga –lo que incluye así el tapiz– dentro del Plan Especial de Protección (PEP) de Ciutat Vella aprobado por el Consistorio hace unos meses.
Ahora se abre un nuevo horizonte para una pieza muy particular. Su atribución fue mérito de Manuel García, experto en el artista valenciano. El fresco, que se encuentra en el techo, es muy colorido y refleja numerosos animales y siluetas humanas. El mural es de la década de los 30 y fue un encargo de los propietarios a Renau para personalizar la dependencia de la casa. Del creador se conoce su faceta como cartelista, pero no como muralista. Ni en Valencia ni en el resto de España se tiene constancia de otro fresco del pintor. Pero no todos los murales de Renau corren la misma suerte. Erfurt concluyó el mes pasado la restauración de 'El hombre, la naturaleza y la técnica', una obra de 7x30 metros que se ha rehabilitado tras cuatro años de trabajos. La Fundación Wüstenrot de Alemania ha sido la encargada de sufragar gran parte de los 800.000 euros que ha costado que la obra regrese a su emplazamiento original.
La zona en la que se encuentra el mural de Josep Renau no está aún abierta al público. Pese a que los responsables del restaurante situado en el palacete de la calle Caballeros quieren convertirlo en un reclamo turístico, el enclave sólo será accesible para cenas para grupos y concertadas previamente. «Pretendemos abrirlo para este tipo de encuentros esta Navidad», confiesa Isabel Gil, del establecimiento pero, afirma, no estará de forma permanente. La responsable del restaurante revela que el mural no ha sufrido ningún tipo de proceso de restauración. «Lo bueno es que en el edificio no ha habido goteras ni humedades, por eso se mantiene virgen», afirma, aunque desvela que los mayores daños de la obra se encuentran en las paredes. Fue el pasado mes de agosto cuando un nuevo local gastronómico abrió en el palacete de Santángel. La Lambrusquería llegó después de que manos privadas comprarán el edificio un año antes. Anteriormente, en el inmueble que alberga el Renau también había estado abierto un restaurante de comida italiana. El mural se podía ver si acudías al enclave. Ahora, según los gerentes, la idea es que el salón sólo sea accesible para acontecimientos donde haya un grupo de personas.
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