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Mar Guadalajara
Jueves, 12 de mayo 2022, 15:42
«Es un problema buscar trabajo de bailarina con nuestra edad, no se buscan bailarinas tan mayores sino es para un rol muy específico», reconocía ... la directora artística, bailarina y coreógrafa Charlotta Öfverholm durante la presentación en el Reina Sofía. Junto a ella, Sol Picó, la coreógrafa valenciana asentía. «Hay algo que todavía no ha cambiado y en la danza pasa a pesar de que hayan muchas más mujeres bailando», reconocía Picó.
Cuando la danza y el baile son tu trabajo y quieres seguir haciéndolo pasados los cincuenta se presentan barreras, como explican las profesionales con experiencia y carrera, que van más allá de cuestiones físicas. Titanas es el espectáculo de la coreógrafa valenciana Sol Picó, que llega a Les Arts con una propuesta: un reencuentro entre tres maestras de la danza que pasados los cincuenta se quitan las máscaras y encuentran, gracias a su experiencia, un espacio de libertad.
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Sol Picó, Anna Ventura (Natsuki) y Charlotta Ofverholm, tres bailarinas y coreógrafas con influencias y recorridos absolutamente dispares que confluyen ahora en el mismo punto del camino gracias a la casualidad. Sus sobradas tablas sobre el escenario les permiten crear este universo de Titanas con la fuerza y la energía que desprenden sus cuerpos en el escenario.
«Como nos contaminamos las unas a otras e intentamos que todo fluya con esta carga de madurez y con las diferencias entre nosotras, todo eso puede ir a favor o en contra, pero nos ha ayudado a buscar ese espacio en común y que ha sido interesante crear», explica Picó.
Arropadas por la música de Judit Farrés y las voces de un coro valenciano de doce mujeres, esta triada de diosas guerreras, poderosas y optimistas, renace creando un nuevo universo ideal, utópico y fantástico, sin normas que cumplir ni arquetipos en los que encajar.
«La metodología que hemos empleado ha aparecido gracias a la libertad de nuestra experiencia, es decir, somos maduras pero tenemos muchas herramientas y con esa libertad podemos trabajar con técnicas distintas», comentaba Natsuki.
Música, danza y una recreación visual que se retroalimentan en la mezcla de estilos de todo tipo para plasmar como las tres bailarinas rompen con sus máscaras, acaban con ellas y muestran su identidad sin complejos. «Cada una tenemos un elemento, algo que nos permite recrear esas barreras que son de libre interpretación para el público, pero el vestuario, la música y las máscaras nos permiten entrar en ese juego y hablar de identidad», dice Picó.
El espectáculo del que se podrá disfrutar en cinco funciones en lo que queda del mes de mayo, los días del 18 al 22 , en el Teatro Martín i Soler, supone una obra dancística sobre la experiencia, la madurez y la identidad en la que lo espontáneo coge fuerza y prevalece la creación compartida y conjunta a lo individual.
«Seguir bailando es algo que llevamos en el cuerpo en la sangre y no puedes parar de repente y dejar de bailar, seguimos bailando porque lo necesitamos, yo tengo varias prótesis en todo mi cuerpo y eso no me impide seguir bailando, igual que nosotros hayan muchas mujeres de nuestra edad que siguen queriendo bailar y mantenerse en el mundo de la danza», zanja Charlotta Öfverholm.
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