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José Luis Benlloch
Valencia
Sábado, 15 de marzo 2025
Incendio en el tercio de quites del tercero. Quizás fuese mejor decir gran mascletá. No hubo que esperar más. Allí comenzó la batalla. Roca contra Roca, tampoco necesitó más estímulos que su mentalidad de figura. Fue ángel y fue demonio, pausa y ataque, brisa y huracán. El peruano, soporte clave del abono, combinó la chicuelina con la tafallera, en los mismos medios, le cambió el viaje al toro en el último suspiro y naturalmente, rugió la plaza. Era el Roca que habían venido a ver y había que celebrarlo.
En el remate, en un exceso de confianza, el de Victoriano, gran toro, se lo llevó por delante. Quedó a merced del toro, por unos segundos el público contuvo la respiración, el pilar de la tarde, de la feria y en gran medida de la temporada, estaba en suelo, vendido a lo que quisiese el destino. Le salvó la serenidad, el corazón tranquilo y acompasado que acompaña a los grandes. En el momento del embroque que se antojaba fatal, cuando estaba cogido sin remisión, Rocarey que es como le gusta que le llamen, esperó el ataque definitivo, le lanzó el capote a un lado y surgió el milagro.
Valencia lo celebró como si fuese un milagro, en realidad lo fue. Y a partir de ese momento el acabose. A los pases cambiados con los que arrancó la faena le sucedieron series por un pitón y otro. Los circulares invertidos para cerrar las series, los de pecho al hombrillo contrario interminables, siempre pausado, ya se sabe que el valor autentico permite la pausa y por ende el toreo caro.
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Fue una jornada de gozo y gloria. ¡Viendo la plaza quien diría crisis! Dos espectáculos, dos llenos totales, dos reventones. Mañana y tarde, con el toreo popular y con el toreo de luces. Un éxito con apenas precedentes teniendo en cuenta que hoy volverá a llenarse. La mejor promoción y la mejor arma de resistencia ante los abolicionistas son las plazas llenas. Esa fue la primera gran noticia de la jornada, cosas del destino para compensar el berrinche de la víspera. El toreo de siempre poco amigo de las planificaciones ha estado estos días a expensas de lo que Dios quiera y esta vez Dios estuvo con los chicos de la mañana y con los maestros de la tarde.
El primer toro de Roca que había dado un juego discreto de salida se fue arriba y la respuesta fue una faena del peruano muy compactada. Los muletazos surgían largos y profundos, él se mostraba quieto, faltaría más, variado, emotivo en lo fundamental y explosivo en lo accesorio, en lo clásico y ya no digo en los efectismos. Los tendidos, cojo expresión antigua, se convirtieron en un total manicomio. En realidad, lo que fue tradicionalmente el público de Valencia en situaciones así. El torero se entregó y el público no quiso ser menos. El incendio del quite, fuego en fallas, se había extendido voraz por toda la plaza. Los circulares avivaban las llamas, los naturales a izquierda y derecha hacían callar a los puristas que siempre surgen en huracanes así. Benditos sean, qué sería una figura sin clientes reacios…. Pues que no sería figura.
La estocada fue de libro. La muleta al morro, la espera justa para que descubriese y en ese momento, ataque por derecho. Por si solo el volapie valía una oreja, pero hubo dos, las justas, que le franqueaban ya de primeras la puerta grande y para Frenoso, número 98, gran toro, pidieron el indulto. No lo concedió el presidente que en justa medida ordenó que le diesen la vuelta al ruedo, honor que llevaron a cabo dos hermosos rocines de la huerta entre aclamaciones, al toro, a los propios rocines y naturalmente a Roca que dio una aclamada vuelta al ruedo. En su segundo, que previamente le había dado otro arreón a los muslos, lo volvió a intentar, se la jugó, se fue a los terrenos del sol, aquel que fuese territorio Dámaso para darle fiesta a los mansos, pero ni así. Lo mató de otro soberbio volapié.
Ya quedó dicho que la plaza presentaba un lleno total (no me canso) y se volverá a llenar veinticuatro horas después. El imán del peruano tiene esos efectos. La corrida de Victoriano del Río, tuvo desigualdad en los tipos, ni fue grande ni agresiva, ni nadie esperaba que lo fuese tratándose del cartel que era. Y en el balance final se puede decir que hubo tres toros excelentes, sobre todo el tercero, y tres deslucidos y mansotes, dos de los cuales acompañaron al boleto de Talavante que no tuvo suerte alguna. Así que tendrá que esperar a su segunda tarde en la feria.
Tomaba la alternativa Alejandro Chicharro, madrileño, que cumpliendo la tradición vestía terno blanco y plata. Brindó el de la ceremonia a sus padres y el segundo al alcalde de Madrid que asistía al festejo desde el callejón. Si hablamos de tradición pienso que en tarde tan personal y dado al trato que le estaban dispensando, bien hubiese estado que hubiese un brindis al público. No tiene mayor relieve, pero quería decirlo porque las tradiciones no se deben perder y recientemente en esta feria otro chico en tarde de presentación, también se olvidó del público. El toro del ascenso fue excelente y Chicharro lo toreó con limpieza y buenas formas, sin nervios, toros de esa categoría descubren a los toreros que no la tienen. El madrileño aguantó el reto, mató de media estocada y cortó la primera oreja de su carrera como matador. Otra pudo cortar en el cierra plaza, pero en este falló a espadas y se cerró la puerta grande. En el conjunto justificó su inclusión en la feria.
Talavante por su parte de topó con un lote imposible. Descastados, aburridos y sin celo las dos prendas que le deparó el sorteo. Lo intentó el Tala por aquí y por allá pero ya se sabe que lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Queda pendiente de arreglarlo en su segundo paseíllo.
Toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés (4º), de correcta presentación con tres toros excelentes. Al tercero, Frenoso de nombre, número 98, de 551 kilos, negro mulato, fue premiado con la vuelta al ruedo.
Alejandro Talavante, silencio en ambos.
Roca Rey, dos orejas y ovación con saludos tras aviso.
Alejandro Chicharro, que tomó la alternativa, oreja tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso. Entrada.
Saludaron en banderillas Juan Carlos Rey, Fernando Sánchez y Antonio Chacón.
Alejandro Chicharro tomó la alternativa con el toro Alabardero de nombre, negro mulato, número 140, de 550 kilos, nacido en 02/20.
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Óscar Beltrán de Otálora e Isabel Toledo
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez (ilustraciones)
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