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Posado. Hombres y mujeres de varios países participaron en el posado ante las Torres de Serranos. Txema Rodríguez

Tunick en Valencia: El arte que desnuda barreras

Spencer Tunick desviste las convenciones sociales y construye en Valencia una escena por la igualdad usando el simbolismo que le ofrecen las Torres de Serranos

MAR GUADALAJARA

Sábado, 30 de marzo 2019

El sol no espera a nadie. Tampoco a Spencer Tunick. Con el silencio y la calma del amanecer de una ciudad con sus farolas ya apagadas, el fotógrafo estadounidense media la luz del momento a través de su fotómetro. Pasadas las seis y media de la mañana, subido a una máquina elevadora frente a las Torres de Serranos daba comienzo la producción de la fotografía. Mientras todos los ojos miraban al artista, de entre las dos torres aparecieron cientos de mujeres caminando con los pies descalzos hacia él. En la mayoría de sus caras se mezclaban el frío y el pudor, con ese gesto se distribuyeron por la zona previamente acotada por el propio Tunick para su encuadre. El murmullo crecía en los primeros minutos hasta convertirse en gritos al ver entrar a los hombres. Saltos, abrazos, sonrisas, aplausos y bailes sirvieron de ayuda y los cuerpos desnudos fueron encontrando la comodidad.

Con todos los participantes en escena, el neoyorquino empezó a dar instrucciones: los hombres tumbados, las mujeres con el pie sobre el pecho de ellos. Los varones se recuestan y ambos se agarran de los brazos. Como en el rodaje de una película, se hizo el silencio y Tunick disparó.

Valencia y el barrio del Carmen acogieron ayer el multitudinario posado de desnudos del conocido artista. El termómetro no superó los ocho grados durante la sesión pero pese al frío y a la hora de la convocatoria, (5.30 horas.), fueron 1.300 voluntarios los que se desnudaron a las órdenes del fotógrafo para la iniciativa llamada 'Valencia, pell del Mediterrani'.

La motivación de Tunick era «hacer una narrativa abstracta a través del empoderamiento de la mujer, como un nuevo comienzo; no es tanto igualar al hombre y a la mujer, sino más bien la mujer elevándose, o emergiendo sobre el hombre, como la más sabia de los dos sexos», explicó Tunick.

En la mayoría de las diferentes poses que fue ordenando, las mujeres se encontraban en una posición superior al hombre. Los modelos fueron conscientes de la intención del autor, que quiso usar el símbolo que le ofrecían las dos torres: «Quería usar algo antiguo porque quería utilizar la idea de que todo está cambiando y no tiene tanto que ver con un edificio moderno o futurista, sino más bien con tener nuevas ideas sobre la participación de la mujer en relación con el pasado. Para otro de mis trabajos cubrí al hombre con una masa como de barro o cemento, y este material les cubría como si se estuviera recreando una nueva reconstrucción, un comienzo desde un punto psicológico, para la igualdad y para el empoderamiento de la mujer. Las torres son la construcción y el esfuerzo de quienes las hicieron, por lo que no trabajamos tanto sobre los edificios, sino sobre nuestros corazones».

A las 7.10 horas los organizadores de la iniciativa movilizaban a la multitud que empezaba a disfrutar y se sabía partícipe de una acción con gran repercusión. Los aplausos y los gritos se escuchaban al final de cada nueva posición y también al cambiar de escenario. La plaza de los Fueros fue el siguiente lienzo sobre el que quiso pintar Tunick. Esta vez se encontró con algunos vecinos y curiosos asomados a los balcones. Con el móvil en la mano trataban de inmortalizar la impactante escena.

De nuevo, el fotógrafo americano eligió en esta localización que los voluntarios desnudos estuvieran dispuestos en parejas, pero los hombres debían estar de rodillas mientras ellas posaban de pie. En esta ocasión tuvo que pedir que obedecieran rápido a sus instrucciones, de nuevo pendiente de la luz para aprovechar cada instante del amanecer en la ciudad.

Las pieles del Mediterráneo se materializaron en la estrecha calle Roteros del barrio del Carmen. Fue el tercer escenario cuando Valencia ya despertaba. Unas telas de gasa blanca dejaban entrever los cuerpos desnudos de los hombres que las acariciaban con las yemas de los dedos. Una imagen tomada desde arriba y que impresionó a los protagonistas.

Minutos antes de que terminara la acción y cuando los hombres ya empezaban a entrar al Centro Cultural del Carmen donde habían dejado sus pertenencias, la directora del Festival Intramurs, Salvia Ferrer, valoraba de forma positiva el trabajo realizado por Tunick en la ciudad: «La sesión ha ido fantástica; espectacular a pesar del frío y todo gracias a los participantes por aguantar todas las horas que han estado, que significa que lo han pasado bien». Para la anfitriona que invitó al artista estadounidense, las fotografías realizadas a las antiguas puertas de la ciudad, tienen mucho significado y hablan de libertad, «es una acción participativa con mucha magia porque se trata de colaborar para que otro pueda hacer algo así. En tres meses se podrá ver el resultado, pero creo que el hecho de la acción participativa es lo más importante».

Ellas fueron las últimas en posar, un cuarto de hora más tarde que los hombres les recibían en el Centro del Carmen con una gran ovación. El aplauso y las miradas cómplices de quienes venían acompañados, además de los comentarios positivos sobre la experiencia copaban el claustro. Spencer Tunick dejó huella en Valencia: su lienzo esta vez fue un amanecer frente a las torres que le facilitaba el sentido de la transición entre pasado, presente y futuro.

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