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Epi y Blas salen del armario

Mark Saltzman, guionista de 'Barrio Sésamo', confiesa que ambos personajes están basados en él y en Arnold Gassman, el amor de su vida

IRMA CUESTA

Miércoles, 19 de septiembre 2018, 00:39

Aunque muchos lo sospecharon desde el principio, ha habido que esperar casi 50 años para que Epi y Blas, los muñecos que enseñaron a más de una generación lo que era arriba y abajo, se declaren abiertamente homosexuales. El tiempo que ha tardado Mark Saltzman, guionista de 'Barrio Sésamo', en reconocer que los personajes a los que sus diálogos insuflaban vida están creados a imagen y semejanza de él mismo y de quien fue el amor de su vida: el editor de cine Arnold Gassman.

Saltzman ha decidido aclarar las cosas en una entrevista publicada por 'Queerty' -una revista orientada a la comunidad homosexual fundada en 2005 por David Hauslaib-, y la noticia ha tardado segundos en recorrer el planeta. Y es que aquellos dos personajes de gomaespuma que, creados en Estados Unidos, terminaron guiando los pasos de miles de niños en 140 países, están grabados a fuego en la memoria de varias generaciones que crecieron en una época en la que era, si no imposible, muy complicado que los muñecos protagonistas de un programa infantil fueran gays.

La prueba está en que, cada vez que alguien abría la boca para señalar a los peculiares personajes como pareja, los responsables de 'Barrio Sésamo' se apresuraban a despejar cualquier duda. «Son los mejores amigos y están diseñados para enseñar a los niños que todas las personas pueden ser buenos amigos de quienes son diferentes a ellos», rezaba un comunicado que la productora hacía público cada vez que alguien tiraba de la manilla tratando de abrir el armario en el que Epi y Blas se escondían.

Ni siquiera se animó Saltzman a desvelar el secreto cuando, en 2013, la mítica revista 'The New Yorker' apostó por utilizar una imagen de los dos personajes (uno recostando la cabeza sobre el otro frente a una vieja televisión sembrada de jueces) para ilustrar su portada sobre la decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos a favor de los matrimonios homosexuales.

Ha sido ahora cuando el guionista ha reconocido abiertamente que se inspiró en su propia historia para crear los personajes. «Sí, yo era Epi, el bromista, y Arnold era Blas, el ordenado. Los trastornos obsesivo-compulsivos de Arnie creaban roces con lo caótico que soy yo. Y esa es la misma dinámica de Epi y Blas», ha confesado, reconociendo que tenía en casa la referencia perfecta; que ambos personajes, consciente o inconscientemente en algunas ocasiones, no eran más que él mismo y la persona con la que compartió buena parte de su vida.

Eso, y que cuando puso voz a Epi y Blas siempre pensó en ellos como pareja porque no tenía ninguna otra manera de contextualizarlo, por más que la productora se esforzara en dejar claro que los míticos teleñecos eran solo un par de buenos colegas. «Eso es lo que tuve en mi vida: una relación entre Epi y Blas. ¿Cómo no podría impregnar mis guiones con esa realidad? Aunque nunca se lo hubiera reconocido al editor principal», admite.

Referente educativo

'Barrio Sésamo' se estrenó en España hace 35 años y, aunque se emitió en 2006 en Antena 3 y en 2009 dentro de 'Los Lunnis', su etapa más famosa fue la protagonizada por Espinete entre 1983 y 1988. Para entonces, la serie, creada originalmente por Jim Henson y Franz Oz sobre aquellos dos amigos que compartían piso -uno serio, maniático y amarillo (Blas) y otro mucho más alocado, chistoso y naranja (Epi)-, ya llevaba cerca de dos décadas emitiéndose en Estados Unidos. Aquí, como ocurriría en la mayor parte de los países en los que se emitiría, el programa se presentó como una suerte de referencia pedagógica de máxima calidad. Tanto, que sus responsables llegaron a afirmar que los niños que en edad preescolar vieron 'Barrio Sésamo', en el instituto obtuvieron notas un 16% más altas que el resto de sus compañeros.

Hablamos de las generaciones de niños de los setenta y los ochenta que crecieron cantando el na, na, na... de su sintonía mientras aprendían con personajes como Espinete o Don Pimpón a contar, conocer los colores y las letras, relacionarse, empatizar...

Lo curioso es que, frente al aluvión de reconocimientos, también hubo quien creyó (especialmente en Estados Unidos) que el programa iba demasiado rápido en eso de mostrar la diversidad. Los guionistas tuvieron que encajar como pudieron que en algunos estados, como Misisipi, aquel programa interracial se considerara «demasiado adelantado a su sociedad». En España, sin embargo, se convirtió desde el principio en un éxito sin precedentes y, según los expertos, abrió la puerta a los programas infantiles de calidad.

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