Esto es lo que debería durar la siesta perfecta, según los expertos

En nuestra frenética y exigente rutina diaria, encontrar un momento de descanso y relajación puede ser un auténtico desafío. Afortunadamente, una práctica que ha ganado popularidad en los últimos tiempos se presenta como una solución reconfortante: la siesta. Aunque hay quien lo considera un lujo o un hábito poco productivo, numerosos estudios desvelan los múltiples beneficios que una siesta adecuada puede aportar a nuestra salud física y mental.

Tal y como han explicado en el programa 'La Roca' de La Sexta, los expertos aseguran que una siesta corta de menos de 30 minutos puede proporcionar una dosis de revitalización y mejorar el estado de ánimo. Es decir, que en este periodo de descanso, el cuerpo es capaz de recargar las pilas y reducir la sensación de fatiga.

Además, se ha demostrado que una siesta de esta duración puede tener un impacto positivo en la presión arterial, ayudando a mantenerla en niveles saludables.También, echarse una siesta en el sofá, entre las 12:00 y las 16:00h, podría ayudar a prevenir enfermedades como el alzhéimer o el párkinson.

El hecho de elegir el sofá es porque brinda comodidad y relajación. Al recostarse en el sofá, se favorece una posición cómoda que permite liberar la tensión muscular y aliviar el estrés acumulado durante el día. Además, el ambiente familiar y tranquilo del hogar contribuye a crear un entorno propicio para la relajación y el sueño reparador.

No obstante, es importante destacar que la siesta ideal puede variar según las necesidades individuales y las circunstancias personales. Algunas personas pueden preferir siestas más largas para recuperarse completamente, pero si supera la media hora, se produce el llamado «efecto rebote». Además, es bastante frecuente que si se alarga demasiado, aparezca la sensación de estar más cansado que al principio.

Además de los beneficios y recomendaciones de las siestas cortas en el sofá, es importante tener en cuenta los hallazgos de un estudio realizado por la Universidad de Murcia, que señala posibles efectos adversos de las siestas largas en la salud. Según esta investigación, las siestas prolongadas podrían aumentar el riesgo de obesidad y desencadenar cambios en los horarios de las comidas.

El estudio revela que las siestas excesivamente largas pueden alterar el ritmo circadiano del cuerpo, incluyendo el patrón de sueño y vigilia, así como los horarios de las comidas. Estas alteraciones en los horarios de alimentación podrían llevar a una mayor ingesta calórica y dificultar la capacidad de controlar el peso corporal.

Asimismo, las siestas largas también pueden afectar negativamente la calidad del sueño nocturno. Dormir en exceso durante el día puede generar dificultades para conciliar el sueño por la noche, lo que puede resultar en un descanso insuficiente y una sensación de somnolencia al día siguiente.

Otro aspecto que se menciona en el estudio es que las siestas largas podrían influir en el consumo de tabaco. Se ha observado que las personas que toman siestas prolongadas tienden a fumar más, posiblemente debido a la relación entre el sueño y la nicotina.

Aunque estos hallazgos pueden generar preocupación, es importante tener en cuenta que cada individuo es único y las respuestas al sueño y las siestas pueden variar. La duración y frecuencia óptimas de las siestas pueden depender de factores como la edad, el estado de salud y los hábitos de sueño de cada persona.

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