CLARA ALFONSO
Valencia
Miércoles, 1 de febrero 2023, 01:54
Desde que se estrenara en 2016, por el restaurante de 'First Dates' han pasado miles de personas en busca de su media naranja. Carlos Sobera, presentador del programa de Cuatro, recibe cada noche la visita de solteros y solteras dispuestos a encontrar a su media naranja. O al menos, a intentarlo.
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Este lunes 30 de enero, el presentador recibió la visita de Mariusz, un hombre que llamó la atención del presentador porque a sus 64 años está en plena forma y tiene un físico de un hombre de 50. El soltero se siente mejor que nunca, y es que el polaco «arranca árboles, ando mucho, hago bici…».
En los 22 años que lleva viviendo en España, encontró el amor junto a una mujer española con quien tuvo un hijo, que ahora tiene 19 años. Sin embargo, ella falleció a los 41 años. Ahora, Mariusz busca una compañera de vida que sea divertida.
Marián, su cita, es una mujer que sabe que gusta a los hombres, pero le gusta hacerse de rogar y no lanzarse de golpe. Al verla, Mariusz sintió que era una mujer guapa que tenía todo en su sitio, pero «yo soy de las mujeres más finas, más altas». A ella tampoco gustó demasiado que él no fuera español: «No tengo manías, pero me esperaba un chicarrón del norte».
Ya en la cena, Mariusz le contó a Marián que a él le encantaba hacer cosas y que no podía estar metido en casa. Ella, en cambio, se cansó solo de escucharle decir que anda 30 kilómetros diarios. A Marián lo que le gusta es hacer vídeos cantando y bailando en TikTok o pasar el domingo en casa sin quitarse el pijama «viendo una película en el sofá y comiendo pipas».
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El soltero quiso saber cómo era su cita en la convivencia y en el terreno sexual. Ella le dijo que el sexo tiene que darse «cuando apetezca», aunque aseguró que a sus edades eso no es fundamental. Mariusz, que está a punto de jubilarse, le respondió que él se sentía como un joven de 30 años.
Los solteros se pasaron toda la cena encontrando cosas que les separaban y en el fotomatón terminaron de alejarse por completo. Marián le dejó muy claro que ni le iba a dar un beso «celestial» ni necesitaba que le dijera al oído cuál era su fantasía sexual. Él pensó que era un juego y que no pasaba nada, pero ella se mantuvo firme.
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En el momento de la decisión final, Mariusz intentó explicar que no había sentido la chispa que tiene que surgir cuando ves a alguien por primera vez, pero no podía acordarse del nombre de su cita y demostró cómo se sale de un apuro así triunfador. En lugar de Marián la llamó Marisol y le dijo que se había despistado porque «brillas como el sol». A Marián le encantó el cumplido de su cita y, aunque ella también le dio calabazas, le planteó la posibilidad de ser amigos ya que los dos viven en Valencia.
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