CLARA ALFONSO
Valencia
Sábado, 5 de noviembre 2022, 00:33
El restaurante de 'First Dates' recibe cada noche la visita de solteros y solteras dispuestos a encontrar a su media naranja. O al menos, a intentarlo. A pesar de llevar más de cinco años conduciendo el programa, el equipo de Carlos Sobera no siempre acierta con los gustos de los comensales.
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Elisabeth llegó al restaurante de 'First Dates' en busca de un hombre que le hiciera volver a sentir las mariposas en el estómago, pero José Ramón no lo consiguió. Ella se define como la anti-mujer, porque «estoy lista en 5 minutos» y no soporta que sus amigos tarden más que ella en arreglarse.
Le encanta tomar el sol y los deportes acuáticos: practica paddle surf y pesca submarina: «me encanta ir a pescar pulpos». La soltera aseguró no tener ningún prototipo de hombre cerrado, pero sí tiene claro que no quiere a un hombre barrigón que esté todo el día en el sofá porque ella no para de hacer cosas.
José Ramon, por su parte, asegura que ligaba mucho de joven, pero que ahora «no sé si he perdido el sexapil o el pelo». Busca una mujer con carácter y un poco dominante. Al conocer a Elisabeth, no dudó en afirmar que era «una mujer de bandera» y que le haría alguna fotografía.
Elisabeth quiso saber cuántos años tenía su cita y aprovechó para afirmar que ella tenía 47 muy bien llevados y con muchas horas de gimnasio a sus espaldas. Él le dijo que era mayor «52, pero muy bien llevados también». Algo con lo que ella no estuvo de acuerdo, por lo que no pudo evitar soltar: «¿Muy bien llevados? Me lo hubiera llevado yo a Turquía».
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Ella le contó que se cuelga de las barras, hace abdominales invertidas y todo lo posible para subir el culo que se va cayendo con los años. José Ramón bromeó con eso de que todo se cae, «el pelo lo primero». Para Elisabeth no supuso un problema que él tenga poco pelo, aunque sí confesó que le gustan con melena.
Jugando al Rasca del Amor, José Ramón le ha dicho a Elisabeth que le gustaba todo lo que veía de ella y que lo único que no le gustaban eran sus tacones porque le hacían bajito. Ella confesó que le encantaban sus manos «son inversamente proporcionales a su interior y lo debe de tener enorme», pero también confesó que le estaba faltando ímpetu y un poquito de tirar los caballos para delante.
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Él era consciente de que su ritmo era más lento, pero tuvo claro que quería tener una segunda cita porque a una mujer de bandera no se la conoce todos los días. Ella le dijo que estaba dispuesta a irse de copas en cualquier momento, pero que no logró sentir las mariposas en el estómago que esperaba.
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