¿Les gustaría saber cuál es el último cuadro que pintó la dinastía de los Ribalta, concretamente el hijo, Juan? Es un 'San Pedro Penitente', que ahora está en manos del Instituto Universitario de Restauración del Patrimonio de la Universitat Politècnica de València (UPV) para someterse a una intervención que le devolverá el brillo propio del arte que su creador imprimió en el lienzo.
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Que es la última obra de aquella dinastía lo avalan varias circunstancias, entre las que se contempla la fecha de factura y la del fallecimiento en 1628 tanto de Francisco como de Juan Ribalta. Y lo confirma Vicent Guerola, profesor titular del departamento de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Facultad de Bellas Artes. Este experto dirige la intervención sobre la pieza que, además de su valor artístico, encierra entre los límites de su marco la apasionante historia del origen.
Cuenta Guerola que Juan Ribalta «en su testamento dejó escrito que estaba pintando un San Pedro Penitente que se lo regala a su hermana, era religiosa en el Convento de Santa Isabel de Siena». En sus últimas voluntades, el artista confesaba también que la pintura «estaba sin terminar». El convento de Santa Isabel de Siena de Valencia era el que se encontraba en la esquina de la calle Colón con don Juan de Austria.
Y así, inacabada, ha llegado la pintura a nuestros días para demostrar no sólo su grandeza pictórica, sino también que es «la última de la dinastía de los Ribalta, el cuadro que cierra la escuela» de aquellos artistas, padre e hijo, que describieron «el Barroco tenebrista valenciano, un hito importante del Barroco en Valencia«.
El estilo artístico del momento corre indudable por las venas del lienzo que ahora se está sometiendo al biusturí de los expertos, si bien encierra la curiosidad de abordar un tema que si bien «no es inédito en el arte», apunta Guerola, sí que es poco frecuente. La negación de San Pedro, a la que responden sus lágrimas de arrepentimiento y el apelativo de penitente, no era en su momento una escena apreciada por el universo católico y por tanto tampoco el arte se detuvo demasiado en ello. Aun así, algún ejemplo se conserva y entre ellos este Juan Ribalta.
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Contemplar la pintura, a la que el especialista consultado por LAS PROVINCIAS, asegura que le quedan unos cuantos meses de trabajos para completar su recuperación y recibir el alta, supone situarse ante una mirada al apóstol recreado conforme a los cánones más puros del tiempo en el que se ejecutó.
«Aparece con los dedos de las manos entrecruzados, algo que encierra un significado que arranca desde muy antiguo y que apunta a lo que se conoce como 'código ploro' o imploro». Y no acaban ahí las curiosidades que apuntando a la ortodoxia artística acompañan a la última obra de los Ribalta. «A San Pedro, siempre se le representa con tonos morados y amarillos, ocres», y así lo demuestra la pintura que ahora se encuentra en manos del departamento de Restauración de la UPV. Con el morado se acerca al espectador la lectura de la penitencia, y con el amarillo la de la luz y de la fe.
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El padre y el hijo murieron el mismo año, en 1628. Sólo unos meses separaron el fallecimiento de ambos. Primero Francisco, con 63 años, y luego Juan a los 32 años como consecuencia de alguna epidemia del momento. El temprano fallecimiento del joven truncó la carrera de quien había dado sus primeros pasos en el taller paterno y estaba destinado a convertirse en uno de los más notables artistas españoles del siglo XVII.
Juan Ribata, según la información que facilita el Museo del Prado, había firmado su primera obra en 1615 a los dieciocho años de edad. Se trata de 'Los preparativos de la Crucifixión', pieza que conserva el Museo de Bellas Artes de Valencia y que muestra la precocidad de su creador ante la complejidad de composición y el dominio de los modelos manieristas que había asimilado de su padre, algo de lo que, como relata El Prado, Palomino ya había advertido al apuntar el grado de asimilación al que había llegado el joven Juan respecto al arte de su progenitor. Ahora, la última obra que salió de su paleta se prepara para recuperar todo su esplendor.
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