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La Iglesia de San Nicolás no deja de deparar sorpresas. La parroquia, conocida por albergar la considerada como la Capilla Sixtina Valenciana gracias a los frescos realizados por Dionís Vidal bajo las indicaciones del maestro Antonio Palomino (que fueron restaurados por la Fundación Hortensia Herrero y tienen un tamaño de 1.900 metros cuadrados) está inmersa de nuevo en unos trabajos de rehabilitación. Estas tareas financiadas también por la fundación han sacado a la luz una cúpula del siglo XVII que en estos momentos está siendo rehabilitada para demostrar que el encanto del edificio del siglo XIII es inagotable.
LAS PROVINCIAS ha podido acceder a las instalaciones que están siendo recuperadas en estos momentos. De la mano del arquitecto Carlos Campos, cerca de una decena de operarios se afanan desde el pasado mes de julio para recuperar el que es el último gran secreto de San Nicolás. Con un presupuesto de un millón de euros y la previsión de que los trabajos finalicen el próximo mes de marzo, Campos y su equipo restauran las estancias menos conocidas de la parroquia.
Se trata de las dependencias situadas entre la cabecera de la iglesia y la plaza del Correo Viejo. Campos explica que estos espacios albergan, en la planta baja, la sacristía barroca, del siglo XVIII, y el trasagrario fechado en 1664. Son «dos añadidos», como relata el arquitecto, que se hicieron a posteriori de la iglesia original.
Es justo en el trasagrario, la parte trasera del altar de la parroquia, donde se ubica la cúpula que en estos momentos se está cuidando con mimo para recuperar su esplendor. «El estado previo de la obra presentaba manchas de las reparaciones que se le ha ido haciendo a lo largo de los siglos. Pero la idea es sacar el color original que tenía. La bóveda es blanca, el estuco es blanco y después, lo que son las molduras, tienen un tono sepia. En otras partes se observan notas de color y detalles realizados en oro. Muestra bandas doradas y partes de color rojo. También el escudo de la familia noble que financió su construcción en 1664. Fue Jacinto de Sanz», narra el experto.
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Pero la intervención no sólo permitirá devolver a su estado original a esta ábside sino también recuperar la ventana original del muro de la cabecera. En estos momentos, toda esta estancia, y sus pisos superiores, están repletos de andamios. Los operarios trabajan con mucho cuidado para rehabilitar unas dependencias que eran de uso privado de la parroquia. Asimismo, se contempla la restauración de la estrecha fachada del edificio sobre la citada plaza del Correo Viejo.
Esta es la última y definitiva intervención que se va a acometer en el inmueble y está financiada por la Fundación Hortensia Herrero. El primero de ellos, y en el que se incluye la bóveda, es el trasagrario que está justo detrás del altar y que además también presenta todo un conjunto de azulejos valencianos del siglo XVII que se van a mantener. Esas piezas, cuyo estado de conservación es aparentemente bueno, son testimonio de que el espacio apenas ha sido intervenido en los últimos siglos. Las pilastras y cornisas de esta estancia y sus pisos superiores, también van a ser restaurados. El estuco de las paredes también está deteriorado, por lo que es otra de las tareas en la que los expertos van a centrar sus esfuerzos.
En la Plaza del Correo Viejo hay instalado casi un cuartel general, vallado, en el que se encuentra todo el material y herramientas que se utilizan en los trabajos de restauración de la sacristía barroca y el trasagrario. El día en que LAS PROVINCIAS accedió a la construcción trabajaban cinco restauradores y tres albañiles. Una cifra que varía dependiendo del día y del plan de obras que se lleve a cabo. Ni la crisis sanitaria ha podido con unas tareas que se desarrollan con todas las medidas de seguridad e higiénicas posibles en un entorno lleno de andamios. Para acceder a la cúpula, como se puede observar en la imagen, los expertos suben por una estrecha escalera. Restauradores y albañiles colaboran estrechamente para que se cumplan los plazos y la última fase esté finalizada en marzo. Pero no ha sido un proceso fácil, no sólo se está restaurando, también se está picando, revisando los posibles daños estructurales y recuperando las terrazas y patios interiores de ambos espacios.
Por su parte, la segunda estancia, la sacristía barroca que se construyó ya en el siglo XVIII, es el otro enclave que está siendo recuperado. Como relata el arquitecto, esa dependencia contenía un enorme mueble de madera donde los responsables de la iglesia guardaban la indumentaria eclesiástica -casullas y hábitos-.
Pero en San Nicolás también se van a rehabilitar los pisos superiores, la terraza y los patios correspondientes a estos espacios. Son zonas que no habían sido tratadas en las anteriores restauraciones y, por ello, en estos momentos también están llenas de andamios y operarios trabajando para que el resultado final devuelva al conjunto de la iglesia todo el esplendor que tienen sus frescos de Dionís Vidal y que son uno de los mayores atractivos patrimoniales que conserva Valencia. Ahora toca esperar si estas nuevas estancias, ya renovadas, podrán ser visitadas como ya lo son los frescos o la sala capitular del siglo XV.
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Javier Bienzobas (Gráficos) y Bruno Parcero
Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
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