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Exposición de David de las Heras en Pepita Lumier. irene marsilla

¿Es Valencia una ciudad hostil para el arte?

El cierre de las galerías Pepita Lumier y PazyComedias en cuatro meses revela un sector con carencias | La falta de respaldo social, la ausencia de coleccionistas y la escasez de retorno económico lastran los proyectos culturales

CARMEN VELASCO

VALENCIA.

Jueves, 6 de junio 2019, 01:19

La galería Pepita Lumier baja la persiana el 15 de junio tras cuatro años de vida. Su cierre se suma al de PazyComedias, que se clausuró el pasado febrero. El fin del espacio de la calle Segorbe, donde expusieron Paco Roca, Carla Fuentes, María Herreros, Cristina Durán, Lawerta o Ana Penyas, desató reacciones en redes sociales. «Es un día triste para Valencia, que demuestra de nuevo que no sabe cuidar el arte que genera», escribió Paula Bonet, cuya obra se exhibió en Pepita Lumier.

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¿Es Valencia una ciudad hostil al arte? «Es complicada. Tiene una actividad artística de primera pero las galerías se ven acotadas por el escaso apoyo que encontramos en la sociedad. Las instituciones nos respaldan, pero podrían hacer más. No encontramos la fórmula para solucionar las carencias culturales de la Comunitat, que las tiene. Centros de arte y fundaciones apuestan por Valencia y las galerías se dejan la piel pero el resultado económico es mínimo o cero», dice Rosa Santos, presidenta de LaVac, quien apunta que los cierres actuales difieren de las clausuras de la crisis (La Nave, Tomás March). «No es una ciudad especialmente difícil para el arte porque tenemos una oferta amplia y diversa que tanto público local como turistas disfrutan. Lo que echan en falta las galerías, por ejemplo, es público especializado que compre, ahí entramos en las dinámicas del mercado del arte y en esta ciudad el coleccionismo es escaso. Posiblemente porque no se nos educa en el hábito de coleccionar o de invertir en arte», añade la crítica Marisol Casanova.

Paco Roca lamenta que la actividad cultural de Valencia no trascienda: «Todo lo que no ocurre en Madrid o Barcelona se queda en el ámbito de lo provincial, no se cubre por medios nacionales. Eso lastra a los artistas y a las galerías».

«Tendremos que hacer autocrítica. Valencia no es agradecida con las apuestas de sus creadores y propuestas culturales», sostiene el galerista Amalio Vanaclocha.

José Miguel G. Cortés. Director del IVAM

«Hay demasiada superficialidad y se necesita reflexión»

«El mundo del arte ha de plantearse muchas cosas, tanto los museos, como las facultades de Bellas Artes, las galerías y los medios de comunicación. De forma detenida, habría que ver qué debemos transformar o cambiar», explica el director del IVAM, quien ha comprado a Pepita Lumier. A su juicio, «lo que falla es que hay demasiado ruido, espectáculo, superficialidad y sarao. Esto es una desgracia». Cortés observa un frenesí cultural que pasa por un exceso de oferta porque «lo importante es hacer cosas, ya sean 14 conciertos o 28 exposiciones». El responsable del centro reclama sosiego: «La cultura no tiene que ver con la cifra, sino con la reflexión. Para la filósofa Marina Garcés leer es un acto de resistencia y Cortés añade: «Pensar es revolucionario».

Paco Roca. Artista

«Son muy pocos los creadores que viven de la cultura»

Paco Roca fue el artista con el que abrió Pepita Lumier en septiembre de 2015. El ilustrador no tiene duda: «Valencia no es una ciudad hostil para la cultura, pero no tiene el mercado de arte de Madrid o Barcelona». Galerías dedicadas al cómic y a la ilustración tienen una difícil supervivencia: «El coleccionismo en este sector es minoritario». «Vivir de la cultura es muy complicado. Son muy pocos los que pueden hacerlo», apunta el Premio Nacional de Cómic. «Da tristeza ver cómo un proyecto que ha dado visibilidad a la institución, que ha aportado mucho al mundo del cómic y que ha requerido el esfuerzo de sus creadores no se mantenga», lamenta Roca, quien tilda de «necesaria» la existencia de Pepita Lumier y le agradece su «apuesta arriesgada».

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Marisol Salanova. Crítica de arte

«Ha habido una imagen irreal del sector galerístico»

«Si las galerías no quieren extinguirse, han de asumir que el trabajo de los artistas está por encima, que hoy en día no son un eje vertebrador de la carrera de nadie, los artistas se han emancipado hartos de depender de galerías, ferias y otros intermediarios. Tener sede en Valencia es estupendo y enriquece nuestro tejido cultural, pero una galería no puede pretender que los coleccionistas llamen a su puerta cada mes para generar beneficios, ni pedir exclusividad a sus artistas a cambio de aparecer en medios, tener mucha visibilidad por asistencia a ferias internacionales sin vender lo suficiente para subsistir. En la última década ha habido una burbuja centrada en ofrecer una imagen irreal del sector galerístico, proyectando un éxito que es mediático y no económico», sostiene Salanova.

Rosa Santos. Presidenta de la Vac

«Luchamos para no ser invisibles de cara al público»

«Luchamos para no ser invisibles de cara al público y cada vez lo somos menos. Hay gente dispuesta a visitar las galerías, pero lo que no sucede es el retorno económico, que es el que permite a la galería continuar. Nos falta ver de qué manera nos falta no morirnos de hambre nosotros y los artistas». Así habla la Asociación de Galerías de Arte Contemporáneo de la Comunitat Valenciana (LaVAC). Según Rosa Santos, «conviene hacer cómplices a los empresarios locales para que ofrezcan su apoyo al sector. Muchas veces pensamos en la ley de mecenazgo pero también es importante cultivar el gusto por comprar». Llegar a más público es esencial para que las galerías perduren: «Tenemos que ver cómo acercamos al coleccionismo a los profesionales liberales jóvenes».

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Amalio Vanaclocha. Galería Vangar

«El galerismo no ha muerto; está vivo. Somos necesarios»

Hace seis meses Amalio Vanaclocha abrió espacio artístico en la calle Císcar. La galería Vangar es el contrapunto. Pese a los cierres, «el galerismo no está muerto; está vivo. Los espacios privados del arte son necesarios. Somos el interlocutor del artista». El reto de la superviviencia de las galerías pasa por trabajarse al público: «Debemos atraer clientes jóvenes. El comprador de mayor edad tiene el hábito, pero el joven ha de adquirirlo. Hay que saber llegar a ellos, aunque tengan menos capacidad adquisitiva». A su juicio, Pepita Lumier supo atraer a «ciudadanos que nunca habían pisado una galería». De inauguraciones no viven los espacios de arte: «La inauguración es un acto social, pero el espacio necesita clientes todos los días para poder funcionar».

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