Secciones
Servicios
Destacamos
Estuvo por encima de su tiempo, vivió un tiempo propio e incluso se adelantó al tiempo. «Sí, puede verse como un visionario». Antonio Muñoz Degraín, creador valenciano de cuya muerte se cumplen cien años en 2024, fue un artista «incomprendido» en su época, un pintor que vio el paisaje como nadie fue capaz de verlo. De la contemplación de su obra se desprende que quiso mostrar lo pequeños que somos ante la grandeza del paisaje. Pero no sólo, Muñoz Degrain es mucho más. Su inmensidad de esta figura de la Historia del Arte, de la pintura de entresiglos, la han dibujado esta mañana el director del Museo de Bellas Artes de Valencia, Pablo González Tornel, y Ester Alba, profesora de Historia del Arte y vicerrectora de la Universitat de València, durante la presentación de la muestra 'Antonio Muñoz Degraín. El paisaje de los sueños' que se muestra en el san Pío V y de la que ambos son comisarios. También ha asistido al acto la directora general de Patrimonio, Pilar Tebar.
La muestra llega para presentar al artista desconocido, al pintor que incluso Dalí y Unamuno cuestionaron, tal como ha destacado González Tornel al presentar una propuesta que «quiere reclamar la importancia de Degraín en la modernidad de la pintura española». La exposición, que recorre todas las facetas del artista -no sólo la más conocida que es la paisajista-, se antoja una especie de resurrección de un creador que ni siquiera en su tierra es lo suficientemente conocido. Hay en su obra grandes aportaciones a la Historia del Arte: imresionantes tratamientos de la luz, de la oscuridad, de la materia, de los grandes temas... Y, además, en su figura se esconden en buena parte los primeros pasos del Bellas Artes, «al que en 1913, cuando este museo se institucionalizó como tal, donó 59 de sus obras», ha apuntado el director de la pinacoteca.
Con este paisaje de los sueños se «pretende resituar a Antonio Muñoz Degraín dentro de la pintura española de entresiglos. Muchas veces se le ha tratado como una rareza dentro de la escuela valenciana«, ha resaltado de alguien que con su uso personal del color y la luz fue «el mayor representante del modernismo y el simbolismo en el paisajismo español».
Un montaje «novedoso», como lo ha definido Pilar Tébar, sumerge al espectador en el maravilloso universo pictórico de Degraín, un artista que «se explica a sí mismo», que ofrece una manera de mirar el paisaje distinta « a Sorolla, Degraín ya pintaba antes, era 24 años mayor». Con ello González Tornel ha dejado clara la peculiaridad del autor, ese carácter que lo hizo distinto de todos. Ester Alba ha abundado en esta consideración cuando ha referido la «manera especial de mirar la naturaleza» a la que concedía condición «espiritual».
'El paisaje de los sueños' subraya la modernidad de Muñoz Degraín, precursor del paisaje simbolista en España», ha concluido el director. Ester Alba ha planteado cómo el diálogo de obras procedentes de diversas instituciones permiten conocer a Muñoz Degraín «no solo como pintor de paisaje naturalista que hace un uso de la luz y el color diferenciador al luminismo de Sorolla, sino para mostrar su faceta onírica, literaria, espiritual, nocturnal y operística». Todo, a juicio de Alba, permite «enfatizarlo y resituarlo en el simbolismo y el modernismo de entresiglos y como un pintor en plena pulsión con la experimentación a través de su contacto con la modernidad internacional de su tiempo».
De las paredes del Bellas Artes cuelgan 52 obras dispuestas de original manera y sobre paredes de fondo de color granate que conceden atractiva suntuosidad a la exposición. Las piezas procedentes de los propios fondos del museo, del Museo Nacional del Prado, de la Biblioteca Nacional y del Museo de Bellas Artes de Málaga se ponen ante el espectador acompañadas de la música de Wagner, una perfecta armonización del arte. Música inmensa ante la inmensidad de la pintura que soportan los lienzos.
La exposición, dividida en cuatro partes, conduce los pasos del espectador por una 'La imagen del pintor' que descubre a Antonio Muñoz Degraín a través de los pinceles de artistas, amigos y colegas, como Julio Vicent, Miguel Blay, Joaquín Agrasot, Francisco Domingo o Joaquín Sorolla, lo que supone un acercamiento a la captación psicológica de nuestro protagonista y al relato prosopográfico del creador, su vida, trayectoria, crecimiento personal y vital, pero también profesional.
Llega después 'Realidad en historia', que aborda la preocupación por el naturalismo y la necesidad de generar composiciones con las que competir en los grandes certámenes nacionales, en las que la pintura de historia ofrecía un éxito seguro. Esa era la tendencia en los años de formación del artista valenciano, quien tras pasar por esa faceta emprendió camino propio, el que le sentó en la primera fila del arte. Dejó la historia para profundizar en la historia literaria y los episodios fantásticos.
Así se llega a la seción 'Fantasías literarias`que sitúan a quien contempla que la literatura también inspiró al pintor. Allí están, a través de varias obras procedentes de la Biblioteca Nacional, las magistrales miradas del valenciano al Quijote de Cervantes,. pero también las que dedicó a Ofelia u Otelo y Desdémona de Shakespeare o incluso a las composiciones wagnerianas que le llevaron dejar lienzos de gran originalidad, sin dejar de lado el simbolismo de Ruben Darío que queda reflejado en algunas de sus obras.
El recorrido sigue para desvelar el atractivo que le generaba lo exótico que representaban países y culturas que conservaban un tipo de vida ajena a la modernidad y racionalidad europeas. Se llega entonces a a, 'Oriente como faro', con las visiones originales de Grecia y el Mediterráneo creadas a partir de la mirada posromántica y la inquietud viajera de Muñoz Degraín, que visitó Palestina, Tierra Santa y Oriente Próximo en dos ocasiones, 1902 y 1905.
La quinta sección, 'El paisaje de los sublime', presenta el gran protagonismo que el color, la luz y la representación de la naturaleza ctónica tiene en las obras más características de Muñoz Degraín, en las que el paisaje se sublima y muestra la grandiosidad, la magnificencia y, a veces, el aspecto terrible de la naturaleza. Allí están los paisajes rocosos por los que se cuela una luz que a cualquiera le resultaría imposible cazar, pero que él sí cazó. 'Atmosfera y nocturnidad' pone fin a la muestra. Llegados a este punto el espectador se encuentra ante la modernidad del artista que ofrece un luminismo simbolista caracterizado por un cromatismo rosáceo y violáceo para retratar unas brumas inalcanzables o esas escenas nocturnas bajo la plateada luz de la luna. En el cierre de la muestra, el amante del arte descubre la grandeza de las nubes y la de la Luna.
La propuesta, que estará abierta hasta el 13 de octubre de 2024 es un auténtico gozo para los sentidos. Ofrece una oportunidad única para profundizar en un artista de marcada personalidad, un pintor a quien los especialistas que hoy han hablado de él, no se han cansado de reivindicar. Un pintor que con esta muestra resucita ante quienes le conocen y se presenta con magnificencia ante quienes quieran descubrirle.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.