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Panteón de Ángel Cristo en el Cementerio General de Valencia. DAMIÁN TORRES
Valencia, el último destino que quiso Ángel Cristo

Valencia, el último destino que quiso Ángel Cristo

El domador, que se había casado en la ciudad del Turia, encargó un panteón custodiado por leones que nunca llegó a ocupar I El exmarido de la vedete Bárbara Rey con quien ha protagonizado la serie 'Cristo y Rey', murió en Alcorcón en 2010 y sus restos descansan en Madrid

Laura Garcés

Valencia

Lunes, 10 de abril 2023, 00:39

Con el episodio 'La última fiera que no pude domar' cerró Atresmedia la serie 'Cristo y Rey', producción que en las últimas semanas ha devuelto a la actualidad al célebre domador de leones y a la vedete Bárbara Rey. El título de la entrega sólo podía anunciar el final de Ángel Cristo, el de cualquier mortal. No cabía duda. La última fiera era invencible. El último zarpazo que tuvo que sufrir el domador de leones, que alcanzó la cima para desde las alturas ir desmoronando su castillo, fue la muerte. El fatal arañazo se lo llevó consigo el 4 de mayo de 2010 en el Hospital Universitario de Alcorcón.

Ángel Papadopulos Dordid, de nombre artístico Ángel Cristo, un hombre de circo que bajo la carpa demostró al mundo que era más valiente incluso que el rey de la selva, decía adiós para siempre. Emprendió el último viaje para el que había escogido Valencia como último destino. Años antes de que la parca llamara a su puerta, en 1979, el domador mandó construir en el Cementerio General de la capital del Turia un majestuoso panteón donde quería que reposaran sus restos junto a los de la trapecista Renata, su primera esposa, que descansaba en un nicho del camposanto valenciano. Pero no fue allí donde fueron a dar sus huesos.

Detalle de los leones en la puerta del panteón que mandó cosntruir el domador. DAMiÁN TORRES

Al rey del circo le enterraron en el madrileño cementerio de la Almudena mientras el inmenso panteón que para su cubierta encargó una carpa circense y cuya puerta custodian dos leones, quedaba vacío de muerte. Estaba «inacabado», como apunta Rafael Solaz, responsable de la iniciativa Museo del Silencio impulsada para conocer panteones y nichos con historia del camposanto valenciano.

Que a Ángel Cristo le enterraban en Madrid lo contó la crónica de LAS PROVINCIAS, que sacaba al personaje de la portada en la que en 1980 había contado con titular de apertura y amplia crónica en páginas interiores que el rey de los domadores se había casado con Bárbara Rey, la arrebatadora vedete de aquellos tiempos de estreno de libertad y destape. La boda, rebosante de lujos, se celebró en el circo instalado en el coso taurino de la calle Játiva. Ahora, la luctuosa noticia pasaba a ocupar la contraportada del periódico del 5 de mayo, posición nada desdeñable para medir la dimensión de los acontecido, pero carente de los destellos de notoriedad que imprime abrir un rotativo.La elección de página venía a contar lo que Ángel Cristo ya había anunciado en sus últimos años de vida: el relato de la decadencia que él mismo se encargó de escribir. Hablaba la crónica de este periódico en ese mayor de 2010 de »un salto sin red a un precipicio de alcohol, drogas y juego que dilapidó su negocio y la familia de papel cuché que había construido» .

Contraportada de LAS PROVINCIAS que da cuenta de la muerte de Ángel Cristo. LP

Y mientras todo sucedía y se contaba, la construcción funeraria se mostraba al paso de los valencianos por la Sección Cuarta Derecha sin terminar al menos hasta 2014. Durante años, apunta Rafael Solaz, «el techo, que es una carpa de circo estaba y los leones, obra de Ramón de Soto, también, pero la puerta se encontraba cubierta por unos tablones». Durante mucho tiempo allí no se observó movimiento alguno para dar por finalizado el fastuoso mausoleo, repleto de alegorías circenses, que hoy ya se puede contemplar terminado e incluido ese recorrido por el Museo del Silencio que gestiona Solaz. El estudioso conocedor del camposanto valenciano apunta que hace unos años «al parecer alguien de la familia se quedó el panteón y ahora está completamente terminado».

¿Por qué en Valencia?

¿Por qué Ángel Cristo quiso que sus restos reposaran en Valencia? La respuesta a este interrogante la ofrece Rafael Solaz cuando explica que al domador le unían lazos familiares, de la estirpe de su madre, con la ciudad del Turia. Y esa fue la razón por la que Renata «que falleció como consecuencia de un cáncer» estaba enterrada en el Cementerio Genera. Aquella mujer, de la que el rey del circo de los años setenta y ochenta del pasado siglo estuvo muy enamorado descansaba en un nicho en el que, como todavía recuerda Solaz, se podía leer «nunca te olvidaré». Así que la intención era trasladar al panteón sus restos y que fuera allí tambien donde le enterrarán a él. Algo que no sucedió.

Pero allí sigue el panteón admirando y sorprendiendo a cuantos visitan el Cementerio General y formando parte de esa particular sala de exposiciones que sirve el Museo del Silencio con parada ante la que pudo haber sido la última casa del domador. Tres fallos cardíacos segaron una vida vivida sobre la cuerda floja que se rompió dejando al domador sumido en las consecuencias del embargo sobre el circo que fue su casa, lejos de los leones a los que había visto rendirse a sus pies y con un aspecto que delataba que los excesos habían hecho mella en un cuerpo que se llevó consigo las cicatrices de los arañazos de los felinos, entre ellas la que en 1984 sufrió cuando actuaba en Valencia, la ciudad donde se casó con Bárbara Rey y en la que quiso reposar para siempre, aunque las cosas tomaron otro camino.

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