Mar Guadalajara
Viernes, 20 de mayo 2022, 14:23
Heredó 80 goyas. Una serie completa de los Caprichos del pintor Francisco de Goya fue el legado que le dejó su madre, pese a tener otros cinco hijos. Pero él, Ángel López, era el único partidario de conservarla al completo, sin venderla ni trocearla; ... conservarla tal y como la consiguió su abuelo en un anticuario en Múnich décadas antes. Cuando ya habían pasado tres años del fallecimiento de su madre se decidió a donarlos, aconsejado por su mujer, Teresa Garbí.
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El Museo de Bellas Artes de Valencia expone desde hoy 17 de los 80 grabados que el pintor aragonés ideó en un viaje en una época muy distinta en España pero muy similar a las venideras. De ese recorrido que realizó Goya por Andalucía acompañando a los duques de Alba a su palacio de Sanlúcar de Barrameda surgió esta colección que retrata su visión más personal de la realidad social que le rodeaba.
Otro viaje, el provocado por el levantamiento de Franco y por la Guerra Civil, propició que un intelectual republicano de Zaragoza que había buscado exilio en Alemania se hiciera con las 80 obras de Goya. Antonio García-Molins compró en una tienda de antigüedades de Múnich el conjunto completo de aguafuertes del pintor. De cómo llegaron esas pequeñas estampas a la ciudad alemana y de por cuánto dinero las adquirió el zaragozano no hay respuesta.
Acompañado por su mujer, se refugió en Baviera y allí vivieron durante algunos años. García-Molins tuvo que regresar a España muy a su pesar, debido a que la situación en Alemania empezaba a recrudecerse con el ascenso al poder de los nazis. A su regreso al país estuvo encarcelado y sufrió años de destierro.
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Su vida quedó destrozada pero salvó los 80 goyas que había conseguido en esa pequeña tienda de Múnich. La colección de gaguafuertes la había encuadernado astutamente para camuflarlos y evitar que se los confiscaran los nazis o el bando nacional a su llegada a España. Con este cuaderno consiguió, a su vez, preservar ese papel impreso en perfecto estado y que perduraran durante años hasta hoy.
De biblioteca en biblioteca y de estantería en estantería, así llegó ese mismo cuaderno a manos de Ángel López, su nieto, que hoy cuenta su historia sentado en un taburete en una sala del Museo Bellas Artes de Valencia.
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Hace unos meses que se decidió a donarlos a la pinacoteca valenciana, empujado sobre todo por su mujer. Más tranquilo también después de conseguir el beneplácito de su único hijo, quien habría sido el nuevo heredero, pero que entendió que mejor que atesorárla en privado era donar la colección al museo.
En una sala con luz tenue del San Pío se pueden disfrutar ahora de 17 de los goyas pero sólo hasta principios del próximo mes de julio. Este corto periodo de exposición se debe a la complejidad para conservar las obras. El resto aguarda en el almacén de dibujo de museo, uno diferente al del resto de pinturas, pero no será hasta marzo del 2023 cuando se puedan ver los 80 goyas al completo. Por ahora queda clasificarlos por temas y montar la exposición con los materiales necesarios para no estropear las obras.
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Con la donación Ángel López tiene la esperanza de que puedan ayudar a la sociedad a mirar con el mismo ojo crítico con el que lo hizo el pintor. Su enfermedad lo dejó sordo y aislado en su mundo, fue en ese momento en el que decide expresar su crítica más mordaz de la sociedad del momento.
Los Caprichos además de proporcionar un autorretrato de Goya, presentan una temática variada. Las estampas tratan la brujería, la crítica al matrimonio concertado, la prostitución, la ignorancia, la vanidad, la ociosidad de la nobleza y las criaturas grotescas. Los temas analizados por Goya parten de una visión crítica de los usos y costumbres de la sociedad española para, después, evolucionar hacia otros lugares, algunos mucho más oscuros, irracionales y violentos. El pintor aragonés hace un retrato de una sociedad despojada de humanidad. Se proclama libre.
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Su revolución no sólo fue social porque este conjunto de grabados junto con otras series conocidas como Los desastres de la guerra, la Tauromaquia o los Disparates, el pintor consiguió democratizar el arte.
Cambió el enfoque y dejó de hacer cuadros y obras destinadas a ser colgadas en el salón de casa noble, sino que rompió con el formato para conseguir la máxima propagación de esta crítica en un intento por que la sociedad despertara de tal ignorancia.
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Los grabados que hoy se exponen en el Museo de Bellas Artes de Valencia fueron, gracias a la técnica empleada por Goya, se difundieron sin barreras en la sociedad de la época. Las 80 obras forman parte de la historia de este país. Ahora también las vidas de Antonio y de Ángel.
Sentado en el mismo taburete, Ángel reconoce que su abuelo tuvo algo de ese ojo crítico de Goya y que puede que eso también sea necesario hoy en día. Al comprenderlo supo que debía donarlas. «Por mi abuelo».
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