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Arriba, trabajando como escenógrafa para la compañía Baraka Teatro. Abajo, junto con el productor argentino Abel Calzetta, con quien formó un dúo musical. A la derecha, ya en la final del Benidorm Fest, que la eligió candidata de España en Eurovisión. LP
La vida de Blanca Paloma antes de Eurovisión

La vida de Blanca Paloma antes de Eurovisión

Compañeras de la compañía Baraka Teatro, donde la cantante valenciana trabajó como escenógrafa; profesores de la escuela Amor de Dios de Lavapiés, donde aprendió flamenco; y el primer productor de la artista relatan anécdotas y definen a la intérprete de 'Eaea' como una trabajadora «incansable» y una persona «con ángel»

Noelia Camacho

Valencia

Sábado, 6 de mayo 2023, 01:10

Antes del 'Eaea', de triunfar en el Benidorm Fest de este año, de ser la esperanza de España para ganar Eurovisión, la cantante valenciana Blanca Paloma (Elche, 1989), nuestra representante en el festival europeo, que se celebra el próximo sábado 13 de mayo en la ciudad británica de Liverpool, la artista ya había dado muestras de que lo suyo era la música. Pero también el teatro, la composición, el baile, el arte en sí mismo. Estudiante de Bellas Artes, se marchó a Madrid a probar suerte. En su vida ya había anidado la pasión por el mundo artístico. Y, como se dice coloquialmente, comenzó tocando todos los palos. Porque antes de intentar conquistar Europa con una puesta en escena colosal y una voz que no deja indiferente, Blanca Paloma fue escenógrafa, alumna, compañera de bolos e, incluso, participante en un cortometraje.

Escenógrafa y vestuarista

Cuenta María Caudevilla, directora artística de la compañía Baraka Teatro que conoció a Blanca Paloma hace unos diez años. La valenciana había estudiado Bellas Artes y se había decantado por la escenografía ya que se especializó en plástica teatral con el Magister en Diseño de Escenografía y Vestuario de la Universidad Complutense de Madrid. Después, fue ayudante de la escenógrafa Ikerne Giménez. Su talento hizo que, desde ese momento, la compañía contara con ella para cinco de sus espectáculos. Es más, uno de los últimos montajes de Baraka Teatro incluye una nana kurda a la que la ilicitana ha puesto voz y alma. «Hace unos años, mientras montábamos la escenografía de un espectáculo y estábamos colocando unos cojines, ella me empezó a hablar del cuarto de la música que tenía su padre, que a ella también le gustaba cantar. Entonces le pedí que me entonara algo, que me enseñara cómo cantaba. Me pidió que cerrara los ojos y empezó a cantar. A mí se me llenaron los ojos de lágrimas, me puse a llorar», asegura Caudevilla. Luego, Blanca Paloma, de la que la directora artística de Baraka no se ahorra elogios, cantó para el resto de la compañía. «Cuando celebramos los diez años de Baraka Teatro, también vino y nos dio un concierto. Las treinta o cuarenta personas que estábamos allí entramos en trance», rememora.

«Es muy generosa, trabaja en equipo y es una pedazo de artista. Tiene el hemisferio derecho mega desarrollado para la plástica, por eso estudió Bellas Artes. Su sensibilidad muestra que es un ser humano excepcional. A todo el grupo nos hace mucha ilusión lo que le está pasando. Reúne los valores platónicos», señala.

La última vez que trabajaron con ella, Blanca Paloma ya tenía claro que su carrera iba a orientarse hace la música. Pero la generosidad ha sido la tónica en la trayectoria de la valenciana. «Cuando surgió la primera oportunidad de participar en el Benidorm Fest (Blanca Paloma lo intentó en 2022 con la canción 'Secreto de agua' y no consiguió representar a España en Eurovisión), ella dijo que no, que mejor su hermana (Sara Ramos, también artista y quien, junto a las chicas Úrsula y María José, estuvo a punto de participar en Eurovisión Junior). Pero le insistieron y aceptó la experiencia. En la segunda oportunidad, ya se vio que era una artista. Nosotros no teníamos ninguna duda», dice Caudevilla. En el último montaje de Baraka Teatro, Blanca Paloma no ha trabajado en la escenografía. Aunque, como señala la directora artística, puso voz a una nana que suena en el espectáculo. Y, también, a la banda sonora de un cortometraje, 'Inolvidable'. «Lo ha hecho de forma altruista», señala. «Todo lo que haga en su carrera, tiene que gustarle ética y estéticamente. No es una persona que se vaya a dejar influir. Como artista, tiene una visión global», concluye María Caudevilla.

En la escuela Amor de Dios

En pleno barrio madrileño de Lavapiés, en la escuela de flamenco Amor de Dios, por donde han pasado desde Antonio Gades a Joaquín Cortés o Sara Baras, aún se recuerda a Blanca Paloma. Se la llama 'niña' y se la rememora siempre al lado de «muy buenos músicos y con proyectos muy interesante». Lo asegura Javier Sanjuán, miembro de esta entidad. Afirma que Blanca Paloma tiene «un ángel especial». «Le deseamos mucho éxito, no sólo en Eurovisión, sino en toda su carrera y su vida», afirma. Ella, cuentan desde Amor de Dios, acudía a la escuela a ensayar. Lo ha hecho de forma intermitente en los últimos años. «Ha tomado clases con algunos de nuestros maestros. No queremos atribuirnos ningún mérito porque es suyo, futo de su trabajo. Le deseamos una larguísima carrera, que no sólo vaya ligada al 'mainstream'. Siempre ha trabajado en búsqueda de nuevas cosas, dialogando con la música», señala.

En la escuela, además, también se arraigó su relación con el barrio de Lavapiés, donde ha vivido desde que llegó a Madrid. «Siempre noté que era especial, que amaba lo que hacía. Se dejaba influenciar por todo el mestizaje del barrio, siempre rodeada de músicos de talento, de jovencita ya se iba a Marruecos...», cuenta Sanjuán. «Tiene ángel, verdad, una naturalidad... Recordamos su sonrisa», asevera.

Allí se asocia uno de los recuerdos más emotivos de Blanca Paloma. En alguna entrevista ha confesado que se apuntó a las clases de Lina Fonteboa, quien le recomendó formarse como cantante, después de que sus abuelos fallecieran. Ellos eran del sur y, como una especie de homenaje, Blanca decidió que lo suyo era flamenco. De ahí que, desde que se proclamara vencedora del Benidorm Fest y, por ende, candidata de España en Eurovisión, su 'yaya Carmen' ya sea muy familiar para los eurofans.

Un dúo, una orquesta, voces del Magreb...

De nuevo, los pasos de la artista conducen a Lavapiés. Fue allí donde el músico y productor argentino Abel Calzetta conoció a Blanca Paloma allá por el año 2016. «Yo era amigo de su compañera de piso y un día fuimos a comer a un restaurante indio que hay en el barrio. Yo acababa de venir de gira con mi grupo, era casi al final del verano y amiga me dijo que Blanca también cantaba. Le insistí porque no se animaba a hacerlo pero, después, en la calle y ante mi insistencia, se puso a cantar. Fue el tema de la Paloma. La gente empezó a salir a los balcones«, rememora desde Buenos Aires para LAS PROVINCIAS. Asegura que en ese momento le preguntó que a qué se dedicaba y que Blanca le respondió que a la escenografía. »Me mostró algunas canciones y empezamos a trabajar juntos. Comenzamos a tocar en dúo y a partir de ahí surgió nuestra amistad«, confiesa.

Calzetta recuerda también que le pidió a la valenciana que le cantara a su madre por teléfono ese mismo tema de aquel día en Lavapiés. «Mi madre se emocionó mucho, tiene una voz hermosa», dice. Dieron conciertos conjuntamente y prepararon algunos temas que se han quedado ahí. Su última conjunto el verano pasado en Toledo. «Pone la piel y el alma en la música», afirma.

Pero la carrera de Blanca Paloma ha tenido de todo antes de llegar a Eurovisión. Se fue a Suiza con un grupo flamenco llamado Las Arrebatás; participó en la orquesta Música a la Carta o ha formado parte del grupo de fusión Afalkay (que mezcla música del Magreb, sonidos afro, flamenco y jazz). Porque antes del Benidorm Fest, de Europa, de encandilar a medio mundo con su 'Eaea', Blanca Paloma ya era una «incansable», como la definen quienes la han conocido y tratado, trabajadora del arte y la música.

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