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Lili Fernánez recepciona un balón en uno de los últimos torneos disputados junto a Elsa Baquerizo.
La atleta que dio otra oportunidad al voley
CAMINO A RÍO

La atleta que dio otra oportunidad al voley

«Desde pequeña he querido ser olímpica. Vi que en la pista no lo iba a conseguir y me decanté por la playa», comenta la alicantina

MOISÉS RODRÍGUEZ

Domingo, 10 de julio 2016, 23:45

valencia. Lili Fernández era una niña inquieta. De las que no saben estar paradas. En su infancia hizo fútbol, kárate y atletismo, el deporte en el que parecía que iba a destacar. «Siempre he querido ser olímpica, desde pequeñita. A los once o doce años, si hubiese tenido que apostar en qué modalidad tenía más opciones de ir a los Juegos, habría dicho que el atletismo. En carreras de velocidad o de relevos», comenta. En ese instante, el voley no entraba en sus planes y la modalidad en la playa, menos aún.

¿QUIÉN ES LILIANA FERNÁNDEZ?

  • Benidorm. La localidad en que nació en enero de 1987. Su padre es español y su madre, croata. Antes de formar pareja con Elsa, jugó con Nuria Moncunill y con Alejandra Simón.

  • Elsa Baquerizo. Su compañera. Nacida en Majadahonda en junio de 1987, hija de un español y una norteamericana. Estudia psicología y pedagogía. Actualmente, Lili y Elsa disputan el World Tour.

  • Premios. Es lo que les permite vivir actualmente del voley playa, gracias a que cuentan con el respaldo de algunos patrocinadores, entre los que se encuentra el Proyecto FER y UCAM Murcia.

Tiene, de hecho, una mala experiencia con el deporte por el que se dio a conocer en los Juegos de Londres. «Probé a los ocho años y no me gustó nada. Me tuvieron media hora haciendo toque-pared y me aburrí tanto que ya no volví», recuerda. Lili Fernández siguió a lo suyo. Al atletismo, ganando medallas en los campeonatos escolares. Hasta que acabó en el colegio.

Entonces surgió la segunda oportunidad al voley. «Tenía trece o catorce años. Recuerdo que tuve dos propuestas. Podía apuntarme también a atletismo y ahí sabía que me iba a ir bien. Probé con el voley por darle una segunda oportunidad y entonces me gustó», comenta. La cautivó. Hasta hoy. «Imagino que será cuestión del grupo que hicimos. Me ayudaban mucho y me enseñaban. Eso fue lo que me enganchó», afirma Lili Fernández.

Siendo todavía juvenil, llegó al Playas de Benidorm, que por aquel entonces estaba en División de Honor. Ya hacía sus pinitos en la playa, durante el verano cuando había concluido la competición: «Iba por divertirme y para no estar parada». Hasta el día en que, casi por casualidad cambió su vida. Ella seguía empecinada en lo mismo que cuando era pequeña: «Yo quería ir a unos Juegos. Lo tenía claro y veía que en la pista no iba a tener oportunidad».

Le llamaron para disputar con la Selección Valenciana un Campeonato de España que se celebraba cerca de casa, en Finestrat. Y allí conoció a Daniel Rodríguez Wood, quien le propuso ir al centro de tecnificación sub 23 en Tenerife. «Mi madre me apoyó, pero a mi padre no le hacía ninguna gracia. Ahora está muy orgulloso. No me fui con la idea de ser profesional», comenta. Pero lo consiguió.

Se marchó a Canarias en 2005 y conoció a Elsa Baquerizo ese mismo año. «Le habían ofrecido venir también a Tenerife y me preguntó durante un Campeonato de España sub 21», recuerda. «Ella empezó en 2006. Aquel año aún no jugamos juntas, pero sí entrenamos. Daniel vio que había química», indica. Al final se dieron las circunstancias: las dos jugadoras acabaron en el centro de tecnificación, del que también salió el técnico, que a día de hoy sigue trabajando con ellas.

Lili y Elsa se dieron a conocer para el gran público en los Juegos de Londres. Cautivaron por la pasión que le ponían a cada punto y las espectaculares celebraciones. «Es que el voley playa es muy vistoso. Las televisiones deberían apostar más por nuestro deporte, pero siempre se acaban decantando por los mismos», lamenta la alicantina: «Nosotras siempre jugamos así, lo que pasa es que no se nos ve...».

De aquellos Juegos, en los que Liliana Fernández cumplió el sueño de su infancia, les quedó clavada una espina. «Londres fue un regalo. No estaba en nuestros objetivos clasificarnos. En octavos los nervios nos afectaron demasiado contra las italianas», recuerda. Hasta ese momento, se había llegado a apuntar que podían luchar por las medallas. Y ese es su gran reto para Río: «Tenemos que ir a por todas, y si luego te quedas por el camino, pues te quedas».

Y ese trayecto no acaba en Brasil. «Tenemos que hablar Elsa y yo, pero en principio está claro», desliza Lili Fernández. Tras Río acabarán la temporada, y luego a descansar antes de iniciar la preparación de una nueva temporada y otro ciclo olímpico, el de Tokio. Lili estudia turismo y quiere seguir formándose para cuando deje el deporte de alta competición. Pero no tiene prisa. «Quiero trabajar en algo relacionado con el turismo, o con el voley playa, o con los dos... ¡ya se verá!».

puntos son los que tienen Lili y Elsa, lo que las sitúa décimas en el ránking olímpico, de acuerdo con la actualización publicada el pasado 12 de junio.

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