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Andreu Blanes mira el reloj: «¡28:45! Ha sido mi mejor 10K (es la tercera que corría). Si rebajo eso mi marca en 3.000 obstáculos, hago la mínima para Tokio». Luego la clasificación oficial de la 10K Valencia Ibercaja le picó cinco segundo más. En comparación, también se ganaría el derecho para discutir una plaza en la prueba donde el atleta español más mediático es Fernando Carro. «Primero hay que conseguir la mínima, y luego, el puesto para acudir a los Juegos, que es mi objetivo», señala el de Onil.
El mejor atleta español en orientación ha desechado la brújula. Y le duele. «La sensación de ir a toda velocidad, sabiendo a dónde debes llegar pero no lo que te vas a encontrar, es maravillosa», afirma Andreu Blanes. Ha logrado un buen puñado de títulos nacionales y ha quedado dos veces séptimo del mundo: «Se me escapó la medalla por cuatro segundos». Pero le falta algo: «Para cualquier deportista, ser olímpico es lo máximo, y eso no lo podía lograr en la orientación. Y era un ahora o nunca».
A sus 28 años, va para su segunda temporada totalmente centrada en el atletismo. «Se me da bien el cross, pero me decanté por los 3.000 obstáculos porque esos cambios de ritmo y la fuerza me van bien», indica Andreu Blanes: «Mi nivel aeróbico es bueno, pero para los 5.000 o 10.000 hay que mantener un ritmo agónico y constante... me va mejor que me rompan el ritmo». Acredita 8:41.49, marca lograda en el Meeting Iberoamericano celebrado en junio en Huelva.
La mínima olímpica está en 8:22. «Lo tengo difícil, pero voy a luchar por ello», comenta el atleta alicantino, que se entrena en la Blume en el grupo de Juan del Campo y Miguel Martín Berlanas. En España ya hay tres atletas que han corrido por debajo de la marca que exige la Athletics World: Fernando Carro (8:15.73), Daniel Arce (8:20:16) e Ibrahim Ezzaydouni (8:14.49). En caso de que Blanes también pasara el corte, lo lógico es que los cuatro –o si algún otro atleta lo logra– se jueguen en el campeonato nacional los tres puestos de la selección para Tokio.
«¿Y qué haré después? ¡Pues no lo sé! A mí esta vida me encanta, pero tengo que ver si puedo seguir», apunta. Se dejará llevar como cuando probó de niño el tenis, el baloncesto, el fútbol... cayó en el Colivenc de Onil y, sin darse cuenta, se vio compitiendo con la élite mundial en orientación. O cuando empezó a estudiar el grado en ingeniería civil. «Algún maratón en mi vida haré seguro», señala Blanes que, pese a haber guardado la brújula, está bien orientado hacia el este, hacia Tokio.
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