Diploma olímpico para un cura

Pipe, al padre Areta, compitió en los Juegos Olímpicos de Roma 1960, Tokio, 1964 y México, 1968. Su mejor participación fue en la capital japonesa. De él se especulaba con la posibilidad de que alcanzara un buen puesto en triple salto y, sin embargo, lo consiguió en longitud con la marca de 7,34. Su récord español lo estableció en 7,77 y el de triple en 16,36. Rafael Blanquer fue el saltador de longitud que mejoró la estadística de Areta. El valenciano fue el primero en llegar a los ocho metros. Pipe fue finalista en México con 16,20 en triple. Desafortunadamente se lesionó y ocupó el decimosegundo puesto. En su palmarés también está el oro en los Juegos Mediterráneos de 1963, en longitud y triple y, en 1967, la presea la obtuvo en longitud. Pipe estaba seleccionado para participar en los Juegos de Munich, 1872, y una lesión le impidió ser nuevamente y por cuarta vez, atleta olímpico.

Areta comenzó su dedicación deportiva en el baloncesto y de este deporte, curiosamente, lo sacó para el atletismo Josean Gasca, que fue el gran gurú de la canasta en San Sebastián. Creó un equipo de baloncesto que se codeó con los mejores españoles y un premio para los periodistas que dedicásemos atención al baloncesto. Me concedió el primer galardón por un artículo en el que critiqué a un dirigente deportivo nacional que había ninguneado las ideas que sobre la profesionalidad en este deporte tenía Gasca.

Noticia relacionada

Siete menores de edad en busca de la eternidad

Pipe fue unos de los fundadores del Atlético San Sebastián y a partir de esta dedicación fue cuatro veces campeón de España en salto de longitud y nueve en triple salto. También ganó campeonatos nacionales en pista cubierta y campeonatos de Europa.

Don Manuel Ferrandis Torres, catedrático de Historia de la Cultura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid, decía desde el primer día del curso que los alumnos deberíamos aprender a hablar ante los alumnos y de ahí que hubiera voluntarios que se ofrecieran a contar su historias ante los demás. Don Manuel, hijo de un maestro de Betxí, me escogió para que un día hablara del Tribunal de las Aguas y en otra ocasión de las fallas. Para final de curso nos pedía a algunos alumnos que le auxiliáramos en los exámenes de los alumnos libres, aunque todos eran orales y no había que evitar a copiadores. Me pidió que le acompañara en la mesa y no por mis méritos académicos, que ya fue generoso, sino porque nos unían Vila-real y Betxí. Simplemente leía los nombres de los examinandos y al acabar el examen me ordenaba la nota que tenía que escribir en la papeleta.

Me tocó llamar a Luis Felipe Areta Sempériz. Al oído le dije al profesor que Areta era atleta y venía de competir con el equipo español en campeonatos disputados en Béligica. Don Manuel me dijo: ¿Es amigo suyo, verdad? Le respondí que no. Pipe no tuvo un examen brillante. Se atascó, ironías del destino, con la catedral de Santa Sofía. Estuvo muy nervioso y don Manuel acabó el interrogatorio. «Es amigo suyo, y por tanto póngale aprobado». No era mi amigo pero en su papeleta escribí el aprobado de don Manuel. Pipe siempre que nos vimos me agradeció lo que en realidad había sido una benevolencia del profesor hacia un atleta que en realidad no era mi amigo. Durante muchos años siempre que nos vimos nos dimos un abrazo en honor a don Manuel.

Pipe comenzó estudios de Filosofía y Letras, pero captado por el Opus Dei en 1959, al acabar su carrera deportiva estudió Teología y en 1980 profesó como sacerdote, Mis ultimas noticias lo situaban como director espiritual en un colegio de Bilbao. La postrera ocasión que nos vimos fue en una recepción dedicada a deportistas en el Palacio Real. Naturalmente, acudió vestido como sacerdote. De él se sintieron muy orgullosos sus compañeros atletas. Especialmente, el saltador de pértiga Ignacio Sola.