
El atletismo le regaló una moraleja a Malgorzata Szuminska, la primera extranjera que ganó el Maratón de Valencia: si quieres algo, lucha por ello hasta el final. Lo descubrió en sus inicios y lo aplicó aquella mañana de 1986, en la que logró una victoria al esprint después de 42 kilómetros de batalla psicológica.
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«En Valencia gané gracias a la determinación y la constancia», asegura Malgorzata, quien puntualiza que aquel día la favorita era Joaquina Casas. La catalana había sido campeona de España de 20 kilómetros en tres ediciones consecutivas, de 1982 a 1984. «Ella comenzó fuerte y durante la mayor parte de la carrera fue líder. Yo corrí a un ritmo constante, principalmente entre hombres. Españoles, italianos, ingleses... he de reconocer que me ayudaron mucho para tener referencias con mi rival», indica.
La carrera se decidió en los 195 metros finales. Tras el paso por el 42, Malgorzata Szuminska vio a Joaquina Casas a un suspiro: «Nos separaban diez metros». Su ataque final tuvo algo de emboscada. «Corrí hacia ella de forma sigilosa y a falta de 120 metros de la línea de meta hice un esprint final, y gané. Fue una sensación increíble. Y también una gran alegría, porque sabía que lo logré gracias a mi persistencia. Ella terminó en 2.46.43... ¡Sólo 12 segundos!», subraya: «Aunque mi marca no fue espectacular (2.46.31), aquella experiencia me enseñó mucho».
Fue, de hecho, un ejemplo más de que la determinación es una gran virtud. Malgorzata empezó a correr con 14 años y durante los dos primeros la entrenó el maestro de su escuela: «Los resultados fueron tan buenos que pronto fui al equipo nacional juvenil de Polonia». A partir de entonces trabajó a las órdenes de Henryk Tokarski y participó en varios maratones y en innumerables carreras populares.
La primera, en Pescara. «Fuimos en coche de Polonia a Italia, más de 60 horas. Llegamos a las 6 de la mañana y a las 9 debuté en una carrera de 17 kilómetros», comenta. En 1986 llegó su victoria en maratón, en Valencia. La ciudad ha tenido gran trascendencia en su carrera deportiva y en su vida: «Sí, logré aquel triunfo, pero luego corrí dos más: el de 1988, un año después del nacimiento de mi hijo, y el de 1991, al siguiente del de mi hija. Cada uno fue un gran desafío».
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Malgorzata reside ahora en Rumia, al norte de Polonia. Cree firmemente que el atletismo le ayudó a ser más tenaz: «Ayuda a fortalecer a la persona, gracias al deporte sé que nada es imposible. Mejoró mi voluntad y resistencia. Ahora trato de transmitir eso a los demás». Trabajó desde 1992 hasta 1997 como fisioterapeuta infantil y después fundó su propio negocio relacionado con los seguros financieros. Aunque intentó evitarlo, sus obligaciones laborales la forzaron a aparcar la carrera a pie: «Quizás sea momento de retomarla».
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