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Torrijos se fue a entrenar a Madrid tras los Juegos de Río. playas de castellón
A los Juegos hay que llegar con buen pie
CAMINO A TOKIO: PABLO TORRIJOS

A los Juegos hay que llegar con buen pie

La temporada. «La mínima da una tranquilidad, la prioridad es ir a Tokio sin molestias. El objetivo real sería la final», dice el atleta

Lunes, 18 de enero 2021, 01:30

Pablo Torrijos posee un tesoro por el que pagarían muchos atletas: esa mínima para los Juegos que logró con aquel impresionante e histórico salto hasta los 17.18 metros en el Campeonato de España de pista cubierta en Orense. Un día feliz, aún en tiempos de antigua normalidad (1 de marzo), cuando todavía pocos sospechaban lo que se le venía encima al mundo. «No me sorprendió. Si te fijas en la cara, es de alegría... quizás ese día no me lo esperaba tanto como otros, pero había trabajado para conseguir esa marca, quizás hasta un poco más», sostiene el atleta castellonense, el primer español en superar la barrera de los 17 metros, tanto bajo techo como al aire libre.

Eso lo logró el pasado verano, en casa, en las pistas Gaetà Huguet, durante la reunión Comunitat de l'Esport. Mejoró en ocho centímetros su propio récord al aire libre –databa de 2018, en Getafe– para establecer una plusmarca nacional de 17,06 metros. «Estaba muy bien», apunta Pablo Torrijos. Hasta que llegaron unas molestias en el pie –no es una fascitis, pero parecido–, que son un incordio pero menos con la mínima bajo el brazo.

«Ahora la prioridad es recuperarme bien y llegar a Tokio sin molestias. Ya me siento mucho mejor. Quizás no compita este año en pista cubierta, y ya iremos viendo cómo planteo el aire libre. Hay muchas competiciones antes de los Juegos, que parece que no, pero si se hacen ya están ahí«, señala el castellonense: »Las medallas creo que no están reservadas para mí. En el Mundial de Doha (2019) el bronce estuvo en 17.66 (lo logró Hugues Fabrice Zango, que acaba de batir el récord mundial de pista cubierta con 18.07). Un objetivo real será estar entre los ocho primeros, la final olímpica«.

Tras el mal sabor que le dejó Río, Pablo Torrijos decidió salir del círculo de confort. «Soy muy de estar en casa», admite. Había entrenado toda su vida en Castellón y después de más de una década trabajando con Claudio Veneziano, decidió mudarse al CAR de Madrid. «Había descubierto los saltos horizontales y aprendido mucho con un equipazo, superé la barrera de los 17 metros... pero sentí que debía dar un cambio radical en mi carrera», señala el atleta, que forma parte del Proyecto FER.

Ahora encara su cuarta temporada bajo la batuta de Juan Carlos Álvarez. «Estoy aprendiendo detalles más específicos y conociéndome más como atleta. Se trata de perfilar pequeños fallos técnicos que repercuten en la marca, y eso es lo más complicado cuando estás en un nivel alto», comenta Torrijos, que admite que en 2016, tras los Juegos, se sentía «agobiado y frustrado».

«Ahora no me centro tanto en la marca, pienso que la regularidad es más importante. Trabajo en ser estable, en estar por encima de los 17 metros en las competiciones importantes, eso es lo que te da buenos resultados», asegura Torrijos. Cuando hace casi 11 meses brincó hasta los 17,18 metros, se abrazó a Juan Carlos Álvarez y a Claudio Veneziano. A los dos hombres que le han guiado hasta convertirse en el atleta que hoy mira con optimismo y tranquilidad hacia verano de 2020.

«En el confinamiento me hice un poco cocinillas. Aprendí platos que me gustan: me sale bien la paella, la tortilla de patatas poco hecha, la tarta de queso...», comenta con la serenidad que concede la mínima olímpica. Como todos los deportistas, espera que la pandemia permita ir este verano a Tokio. Otra cosa es su carrera de criminología, a falta del TFG. «Lo tengo un poco aparcado», confiesa. Todo llegará.

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