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Lunes, 18 de junio 2018, 01:08
María Cabrera siempre ha tenido muy claro su futuro. «Estudié la carrera para ejercer como psicóloga del deporte. No concebía otra cosa. Cuando dejé la competición, entré en la universidad para entender mejor cómo funciona el cerebro», afirma la valenciana, quien abandonó el tenis. A sus 26 años, se ha hecho un sitio en el mundo del fútbol. Está presente en el día a día de los equipos, dedicando su esfuerzo a obtener el máximo rendimiento de la mente de los jugadores. Actualmente, trabaja en las escuelas del San José y el E1 Paiporta, pero antes ha pasado por Silla, Llíria, Picassent, Turís, Paterna, Montroi... Reivindica su papel.
-¿Qué le llevó a decantarse por la psicología deportiva?
-Tomé este camino porque fui deportista durante 15 años y vi la importancia que tiene la mente en el deporte. Fui jugadora de tenis y competí a nivel nacional. En el cuerpo técnico del club en el que yo me encontraba, no había psicólogo deportivo. Vi la importancia que tenía mi mente en los puntos decisivos, en la gestión de la presión, en los momentos de lesión, que son muy duros... Y en todo lo que es gestión emocional. Me hubiera hecho mucha falta un psicólogo. Lo eché mucho en falta porque el entrenador era muy duro.
-Entonces soltó la raqueta y se centró en sus estudios de psicología. ¿Dónde arrancó su trayectoria laboral?
-Empecé trabajando como psicóloga deportiva en la academia de tenis de Carlos Moyá en Madrid. Estuve trabajando con él y su cuerpo técnico. Fue una experiencia increíble porque pude saborear de nuevo los momentos de victoria y derrota en el tenis además de ayudar a los deportistas a conseguir su objetivo sacando lo mejor de ellos y gestionando momentos críticos. Es importante conocer bien a cada deportista y saber cómo exigirle según la personalidad. Luego me especialicé en el fútbol.
-¿En el tenis es especialmente necesaria la ayuda psicológica?
-Sí. Al ser un deporte individual exige muchísimo trabajo mental. El nivel técnico y físico puede ser parecido al del rival, pero lo que al final determina que tú estés por encima es tu gestión psicológica. Este factor es un pilar más del entrenamiento. En el fútbol, aunque sea un deporte colectivo, es fundamental la gestión de egos dentro de un equipo y la cohesión. Sacar lo mejor del equipo a veces no es fácil. Lo más importante, además de atender problemas o resolver conflictos, es reforzar las cualidades de los jugadores y aumentar su fortaleza mental.
-¿Por qué eligió el fútbol?
-Carlos Moyá cerró la academia y se trasladó a Mallorca y yo volví a Valencia. En Valencia me dieron la oportunidad de trabajar en el Silla y otros equipos. Y ahí vi que me encantaba el fútbol. Siempre me ha gustado, pero, al vivir dentro de un vestuario, me apasionó el trabajo psicológico con los jugadores. Me gusta mucho trabajar con equipos. Llevo cinco años ligada al fútbol.
-¿Cómo es la figura de una psicóloga dentro un vestuario?
-Al principio choca un poco, porque no entienden muy qué hace un psicólogo del deporte y hay un poco de desconocimiento sobre esa figura. Y ser mujer choca en un vestuario con todo hombres. Pero cuando te presentas y ven que les vas a ayudar a lograr su objetivo, que tu rol es profesional y que no admites ningún tipo de broma, lo aceptan muy bien. Te abren los brazos. Deben entender que eres un miembro más del cuerpo técnico. Al final ellos son los que te reclaman. No he tenido ningún problema.
-¿Es una figura todavía muy desconocida en el fútbol?
-El psicólogo siempre está en la sombra. Espero que la gente vaya dándole importancia y que sea un pilar fundamental más, como un preparador físico o un fisioterapeuta. A veces el camino del psicólogo deportivo es muy solitario y ganarse la confianza de directivos, entrenadores y jugadores no es fácil.
-Cada vez más clubes de élite apuestan por fichar un psicólogo.
-Sí. Los equipos se están dando cada vez más cuenta de la importancia de trabajar la parte mental en el fútbol. Son muchos egos y cada uno tiene un rol en el equipo. Y si no se define bien y no hay buena sinergia, no se consigue el objetivo.
-¿Aborda el tema de los comportamientos agresivos de los padres en las gradas?
-Sí, es un tema que llevamos a rajatabla. Un directivo, un representante de los entrenadores y yo nos reunimos siempre que hay algún tema así. Y determinamos una sanción aparte de la que pueda aplicar la Federación para el padre o el jugador, según el caso. Además, hago reuniones trimestrales con los padres y están orientadas a evitar este tipo de problemas. Y en pretemporada se recalca mucho.
-¿Ya han impuesto varias sanciones a padres?
-Sí. Y se tienen que quedar fuera del recinto. Hemos tenido que aplicar esta medidas algunas veces.
-¿Va a más esta violencia?
-Pienso que va a menos. Cada vez la Federación está poniendo más medios. También depende de lo que apueste cada club por erradicar este tipo de conductas.
-¿Al margen de los clubes, algunos deportistas han recurrido a usted a nivel particular?
-Algunos tenistas jóvenes con puntos ATP. Y en el fútbol, tiempo atrás, accedieron a mí jugadores de la cantera del Valencia y del Levante y jugadoras del primer equipo femenino del Valencia.
-¿Ha vivido algún caso extraordinario o impactante?
-Hay lesiones que el médico y el fisioterapeuta no ven, pero que causan dolor. Son lesiones enmascaradas que en realidad son un problema psicológico: miedo, falta de confianza. A raíz de contactar conmigo o estar yo en el club, hemos trabajado y han sido clave en el equipo.
-¿Qué le genera más orgullo?
-Ha sido muy gratificante cuando Paco Marí, el entrenador del San José de Liga Nacional, me invitó a ser un miembro más, estar en el vestuario en momentos de charlas importantes y formar parte del banquillo. Muchas veces no se ve ese trabajo y estás en la sombra.
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