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El atletismo mundial llora desconsolado. Primero, y sobre todo, por la muerte trágica de un chaval de 24 años con toda la vida por delante ... en un trágico accidente de tráfico en su Kenia natal, entre Eldoret y Kaptagat. Y segundo, porque en ese siniestro funesto y desesperado se ha apagado la estrella emergente del maratón, el hombre al que todos situaban como el máximo candidato a bajar de las dos horas en la distancia de los 42.195 metros en una carrera homologable.
Kelvin Kiptum, el indomable atleta que arrasaba más allá del kilómetro 30 ya no correrá en Rotterdam, donde se le esperaba con ansia, preguntándose el planeta entero si la ciudad neerlandesa sería el escenario donde pasase definitivamente a la historia. El africano que se dio a conocer al universo en Valencia ha fallecido este domingo dejando para la posteridad el récord del mundo logrado en Chicago con el que destronó a Eliud Kipchoge. Palabras mayores.
El keniano había puesto tres picas y tenía un brillante futuro por delante. La primera en Valencia, en su debut en maratón, y donde se dio el gustazo de bajar de las dos horas y 2 minutos, algo que sólo había conseguido Kipchoge. Firmó un 2:01:53 que le cambió la vida, pues a partir de ese momento los grandes maratones del mundo y las principales marcas quisieron seducir a la estrella emergente.
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Eso fue en 2022 y desde entonces Kiptum alimentó la expectación de todo el planeta con otras dos exhibiciones. La primera en Londres, amenazando por primera vez el récord del mundo de Kipchoge, del que se quedó a sólo 16 segundos (paró el cronómetro en 2:01:25). El pasado 9 de octubre, horas antes de que Valencia celebrase el día de la Comunitat, el keniano se convirtió en el hombre que hasta la fecha más se ha acercado a bajar de las dos horas en maratón en una carrera homologable. Fue en Chicago y durante algunos kilómetros se soñó con que ese fuera el gran día. Al final, el reloj lo distanciaron de la estratosférica barrera en sólo 35 segundos. Sí, ese 2:00:35 será un registro lamentablemente eterno.
Kiptum dejó ese récord del mundo como herencia. Como forma de proclamar que el ser humano no tiene límites, o al menos no desea imponérselos. Quedará para siempre la duda de si tenía esa gesta en las piernas para dentro de poco más de dos meses en Rotterdam. Tampoco se podrá ver ya la batalla más deseada, contra Kipchoge, su predecersor, por el oro olímpico en los Juegos de París.
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El Maratón Valencia Trinidad Alfonso Zurich soñaba con convencer a Kiptum, en ese objetivo de, algún día, celebrar en la Ciutat de les Arts, un récord del mundo. «Se hablará con todos los que pueden asaltarlo, y él ha demostrado ser uno de ellos», dijo recientemente Juan Botella, gerente de la SD Correcaminos. Amante incondicional del atletismo, más allá de sus familiares y amigos, Botella será en estos momentos una de las personas más tristes del planeta.
Porque no sólo el deporte, la humanidad, se queda sin una persona que parecía destinada a escribir una página de oro en la historia de la humanidad. Un funesto accidente de tráfico, del que al cierre de esta edición se conocen pocos detalles, ha dejado la obrta de Kelvin Kiptum a medias. En 24 años de sueños y tres carreras legendarias, el africano emocionó a todos los amantes del deporte. A sus sucesores les queda la tarea de honrarle entrenando duro para rebajar lo antes posible su colosal marca de 2:00:35.
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