LOURDES MARTÍ
Valencia
Sábado, 11 de julio 2020, 23:33
Nagore Folgado tiene solo 16 años y ya empieza a atesorar momentos inolvidables. En 2018 y 2019 no tocó ningún metal que no fuese de oro. Ambos años dominó en los 100 metros lisos T12 en el Campeonato de España de jóvenes promesas y para menores. En el Mundial júnior de Suiza, hizo lo propio en los 100 y los 200 metros.
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Un día, la atleta con discapacidad visual estaba en clase, abrió el ordenador, y en la bandeja de entrada, apareció uno de esos correos que te aceleran el pulso: «Me enviaron la invitación para el Preolímpico de Tokio. Le dije a mi guía Joan que si era una broma, no me lo podía creer». La búsqueda para lograr el billete a los Juegos se pospuso por la pandemia, pero el reto sigue en pie.
Es allí, en el aula, donde cuenta, junto a su familia, con sus más leales seguidores: «Mis compañeros de clase y mis amigos hay veces que incluso parece que estén más ilusionados que yo, me hacen pancartas, son un gran apoyo». Nagore, y sus amigas escuchan al rapero Zetaken y se inspiran en las letras en euskera de Zetak: «Cuentan historias de superación y pensé que yo, podría hacer lo propio pero a través del deporte». Su música le sirve para «controlar» los nervios antes de las pruebas.
En las competiciones «integradas» reconoce que se «pica» al correr junto a personas «sin discapacidad». Sin embargo, en los campeonatos donde acumula mucho más que buenas marcas, es en los adaptados. «Con ellos, además del deporte, compartes que tienes algún tipo de discapacidad. Contamos anécdotas que nos han pasado y nos reímos, lo normalizados todo, es muy bonito», afirma.
Conoció a Adiaratou Iglesias, la atleta campeonísima que tuvo que huir de Mali por ser albina y fue adoptada por una familia española, en el Mundial de Dubái: «Participar allí fue algo muy especial porque estuve junto a los grandes. Para mí, Adi siempre ha sido un referente, allí pude conocerla y tenemos contacto».
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El próximo año empezará el bachiller de Ciencias Sociales. No lo tiene muy claro pero «seguramente» curse «Trabajo Social»: «Siempre me ha gustado ayudar y creo que podría aportar cosas desde mi perspectiva». Junto a su guía, Joan Raga, a quien le debe «mucho», Nagore sigue soñando y trabajando mucho: «Ojalá algún día alguien me diga que he sido su inspiración».
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