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Aquel día llovía y José Ramón Romero lo aprovechó. «Casi no podía tenerme en pie del dolor y la posibilidad de tener que renunciar me partía el corazón», comenta: «En ese momento iba con un amigo y el agua me vino bien para disimular las lágrimas». Se había lesionado en el tobillo en el escarpado infierno de Javalambre, la tercera jornada de su reto de recorrer 1.600 kilómetros por la montaña, desde Puçol hasta Lisboa, por Noelia. «Luego me lastimé en el otro. No sabes lo que he padecido. Sufría hasta para ir al baño», afirma. Pero este corredor de Bétera resistió por dar visibilidad a la joven valenciana de 17 años que sufre el síndrome de Sanfilippo, una enfermedad rara.
«He pasado de todo. Calor, lluvia... Pueblos donde me estaban esperando y ponían a mi disposición instalaciones municipales y otros que ni siquiera habían abierto el correo. En un convento se portaron genial con nosotros», relata. A José Ramón y a sus padres, junto a un vecino que les prestó la caravana que han utilizado para hacer las veces de vehículo de apoyo logístico: «Esa ha sido otra odisea, porque por sus dimensiones le costaba acceder a algunos lugares. En algunas etapas nos ha costado hallar un punto de encuentro».
A cada hora que pasa, más sonríen los cuatro recordando el reto que José Ramón ha completado durante 30 días. Lo ha hecho por el GR-10, una ruta de montaña que permite ir de Puçol a Lisboa. En principio, concibió la iniciativa para abordarla con un grupo de personas, pero uno tras otro fueron renunciando. «Es complicado, porque supone estar un mes fuera de casa, además de la dureza, y la gente tiene sus obligaciones», admite.
Pero a José Ramón le impresionó tanto la historia de Noelia que quiso seguir adelante. «Ella lucha todos los días y sus padres, también. ¿No iba a sacrificarme yo durante 30 días?», reflexiona. Esto le vino a la mente tras lesionarse en Javalambre, o en la etapa de los siete picos de Madrid, la más dura de todas. «Cuando entré en la plaza del Comercio me sentía muy feliz. Me vino a la cabeza Noelia y su familia. Mi sufrimiento acababa ahí, pero ellos siguen luchando cada día», destaca.
La iniciativa y el tesón de José Ramón han merecido la pena. «Había jornadas de 14 horas, muchos días iba con el miedo de que se hiciese de noche. Llegaba a la caravana con las fuerzas justas para escribir una pequeña crónica en redes sociales», relata José Ramón. Gracias a ello, numerosas personas han pedido la cuenta de la familia de Noelia para ayudar y, lo que es más importante, un laboratorio ha mostrado su interés en investigar sobre el síndrome de Sanfilippo: «Aún no está cerrado, pero la predisposición de la empresa es buena».
José Ramón llegó a Lisboa, a orillas del Tajo, a la emblemática plaza del Comercio, el viernes. Atrás quedan más de los 1.600 kilómetros por Noelia que se propuso antes de iniciar el reto. «Usé la ruta de otro corredor y me desvié por Fátima. Ya que estaba... aunque el penúltimo día un fisio me dijo que no sabía si mis pies iban a resistir», señala. Pero resistieron.
Por Noelia. Como José Ramón en una aventura que le ha cambiado la vida: «El primer día tras el reto decía que no quería correr más y ahora...». Ahora ya se plantea liderar iniciativas como carreras solidarias, o transportarlas en sillas especiales a la montaña: la lugar donde él sufre, pero también disfruta.
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