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M. RODRÍGUEZ
Domingo, 25 de marzo 2018, 00:11
valencia. «¡He hecho la carrera de mi vida, esta noche voy a celebrarlo a lo grande!». Camilo Santiago estaba eufórico ayer en la meta de Valencia. «Al final he recogido un premio que me he currado en los últimos meses. Sueñas algo, pero yo lo he superado», indicó el atleta murciano, segundo español en el Mundial de medio maratón con un registro de 1.02.40.
La historia de Camilo Santiago es la de una persona a la que se le dan bien los deportes y que ha tenido una progresión meteórica. Nació en Molina de Segura (Murcia) a finales de 1982 pero ha desarrollado su vida en La Rioja. Allí jugó a fútbol. Llegó a militar en Tercera pero, cuando vislumbraba los 30, empezó a desencantarse del deporte del balón.
Tampoco es que buscase nuevos retos en el atletismo. La suya es la historia del runner casual. Un día, un amigo le ofreció un dorsal para el medio maratón de San Sebastián. Se había lesionado y a Camilo Santiago le pareció un buen plan correr y luego irse de pintxos. Corría 2011. Completó la carrera en 1.44.41, una marca al alcance de cualquier corredor con cierta preparación.
Pero se había enamorado del atletismo. Ha ido devorando minutos al cronómetro. En medio maratón, en 2013 hizo 69.18, en 2014 corrió en 67.50, en 2015 paró el cronómetro en 67.15, en 2016 ya lo logró en 66.11 y el año pasado bajó hasta 64.27. «Ha sido increíble por sensaciones de piernas, de pulso, anímicas... Me he encontrado muy bien a pesar del viento», señaló el atleta riojano de adopción. Camilo Santiago dejó hace muchos años el fútbol porque ya no soñaba a lo grande. Ahora, más que soñar, aspira a ser olímpico en Tokio.
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