Quique Llopis roza la medalla olímpica en París

Hay que decirlo: el cuarto puesto de Quique Llopis es una gesta. Cuando hace poco más de un año sufrió el espeluznante accidente que levantó a todos, para mal, de sus asientos, pocos podrían predecir que ahora habría rozado el podio olímpico. Y el de Bellreguard lo ha hecho parando el cronómetro en 13.20. Peleando hasta el último instante contra los estadounidenses y jamaicanos, dominadores de las vallas.

Ha salido bien, pero en el primer tramo de la carrerase ha visto relegado a la quinta posición. Ha recuperado. Ha apretado los dientes. Pasando las vallas con firmeza. Ningún gesto técnico que denotase que iba al límite. Y parecía que remontaba. Holloway estaba en otro universo, asegurando, sin buscar marca, sabedor de que el oro sólo podía perderlo él si arriesgaba más de la cuenta.

Los rivales eran Roberts, Broadbell y el japonés Muratake. Al nipón lo ha controlado. Y los americanos se le han escapado en esa décima valla que todavía debe pulir para dar un pasito al frente. Antes del esprint final se ha visto que las medallas se escapaban. Aún así Llopis no ha perdido la fe y ha estirado el cuello en busca de limar alguna centésima más. Par afirmar un cuarto puesto que es toda una heroicidad. Que pone la guinda a una temporada fantástica en la que ha conseguido su primera medalla internacional. Sí, y hay que decirlo, es una pena porque da la sensación de que se ha escapado una ocasión inmejorable para ser medallista olímpico. Pero Llopis, con 23 años y tras completar un 2024 sobresaliente, está plenamente consagrado como una de las grandes figuras del atletismo español.