Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia
Blanquer, en la sede de un Valencia CA que suma cerca de 90 trofeos nacionales e internacionales. DAMIÁN TORRES

Rafael Blanquer: «Cuando los cuerpos llegan al límite, entra la tecnología»

El presidente del Valencia CA explica la marcha de Fátima Diame y se muestra tajante sobre el dopaje: «Aquí no puede haber una persona mala. Eso se contagia»

Sábado, 30 de octubre 2021, 23:00

Es incombustible. En el viejo cauce del río Turia, Rafael Blanquer Alcantud sigue puliendo talentos con el mismo mimo con el que empezó a hacerlo hace décadas. El presidente del Valencia Club de Atletismo rejuvenece analizando a las nuevas generaciones y despliega su experiencia para ... guiar a la élite.

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–¿A sus 76 años, cómo mantiene la ilusión por el trabajo?

–Se mantiene si es vocacional. Si lo has hecho porque tocaba, cuesta mucho mantenerse. Pero si es vocación te recreas más en los entrenamientos. Cuando llega final de temporada y has conseguido tus objetivos te compensa todo el esfuerzo.

–¿Aparte Fátima Diame, en quién deposita sus esperanzas?

–En salto de longitud está Evelyn Yankey, que quedó campeona de España en categoría sub-20. Y quedó finalista en el Campeonato de Europa y el Campeonato del Mundo. Es una atleta muy joven y suponemos que será la que vendrá a dar juego. Dentro del grupo que tenemos ahora hay gente importante. Mi hija Paula quedó campeona de España en 60 metros vallas de la misma categoría que Evelyn. Y como ellas, tenemos tres o cuatro más de gente joven, de savia nueva. Y entiendo que, si todo funciona como tiene que funcionar, llegarán también a lo más alto y estarán en unos Juegos Olímpicos.

–¿A qué se dedica su hija fuera del atletismo?

–Tiene 18 años. Ha entrado en la Universidad de Magisterio con Evelyn. Van a la misma facultad.

–Fátima, quien domina el salto de longitud español, se ha trasladado a Guadalajara para entrenar a las órdenes de Iván Pedroso. ¿Qué le parece?

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–Fátima sigue siendo nuestra, sigue siendo del Valencia CA. Y espero que consiga resultados importantes para el equipo. Ha cambiado de entrenador por circunstancias de la vida. Por activa y por pasiva nos ha dicho: «Rafa, estoy súper contenta contigo como entrenador. Mi club es mi vida, pero tengo que salir de esta burbuja y valerme por mí misma. Aquí me habéis dado todo». El trato es exquisito. Vamos a seguir con la misma relación. Ha recalado en el grupo de Pedroso. Ni qué decir tiene. Están Yulimar Rojas, Ana Peleteiro... Seguirá prosperando como ha hecho en Valencia.

–¿Entraba en sus previsiones dejar de ser su entrenador?

–Deportivamente no entraba en los planes. Cuando una atleta está funcionando bien y cada año consigue sus mejores registros, ha conseguido estar en unos Juegos, sacar medallas en competiciones de alto nivel y mejora día tras día, no esperas un cambio. Pero luego está la segunda parte, que son personas. Y las personas se agobian a veces por exceso de cariño. Tiene 25 años. Le gusta valerse por sí misma, no que todo se lo den hecho. Ella quiere iniciar una nueva situación en su vida que le pueda dar ese estímulo para poder seguir peleando a ese nivel. Es muy agobiante estar cada día con entrenamientos de mañana y tarde. Y luego, las competiciones. Ella tiene muy buen carácter, muy buenas condiciones físicas y mentalmente, es una persona equilibrada. Seguro que le va a ir muy bien allá donde esté.

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–Fátima se clasificó para los Juegos de Tokio en el último suspiro. ¿La ve a la altura de las grandes figuras que ha entrenado?

–Sí, está a ese nivel. Hubo una época de oro porque estaban Niurka Montalvo, Yago Lamela, Concha Montaner, David Canal, Glory Alozie, Norfalia Carabali, Indira Terrero... Era un grupo muy exigente y me vino bien cuando pasó aquella camada de atletas súper impresionantes y tuve un poco de relajación. Hay entrenadores que tienen un solo atleta de máximo nivel y sólo con uno te vacías. Tienes que prestar atención a muchísimas cosas, alimentación, fisios... Y resulta que, si en lugar de uno tienes un grupo, te lleva la vida. Te faltan horas al día. Fue una época muy dura. Luego tuve un tiempo de relajación en que pude recuperarme. La esencia la tenemos en la escuela. Son casi 800 alumnos, es aire puro. Cuando estás agobiado, bajas a la pista del río y ves a todos los chavalines y te dan la vida. En aquel año me dediqué un poquito a eso, a coger a gente de la cantera que salía y entre ellas salió Fátima. Era muy pequeñita.

–¿Ilusiona especialmente moldear un talento desde la cuna?

–Sí, hay figuras que vienen de fuera. Se puso de moda Valencia y nuestro grupo de entrenamiento y venían de todas partes. Efectivamente, siempre te da mucha más alegría ver el progreso desde una niña chiquitita hasta llegar al máximo nivel.

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–¿En la élite, ejerces más de entrenador, psicólogo, amigo...?

–Se junta todo. Por ejemplo, Glory Alozie vino con 17 años desde Nigeria. Yo era como su segundo padre. Ella iba a su país cada cuatro años a ver a la familia. Tenías que ejercer de muchas cosas. De psicólogo también. Y muy atrás en el tiempo, cuando no tenías muchos medios, hacías hasta de masajista intentando soltar músculos a los atletas. Ahora ha cambiado todo mucho.

–¿Cree que la sombra del dopaje persigue al atletismo?

–En absoluto. Esporádicamente, aparece una persona. Se borra del mapa y se ha acabado. El 99 por ciento de los atletas van limpios. Hay alguno que comete alguna tontería. Me niego rotundamente a hablar de alguna persona que ha dado positivo. Hay que enseñar a la sociedad con el ejemplo de las cosas buenas. Las malas tienen que durar medio segundo. Si alguien ha hecho algo mal, fuera. Aquí no puede haber una persona mala, porque todo eso se contagia.

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–En Valencia hay un crecimiento exponencial del running. ¿Este fervor tiene algún efecto en el atletismo de pista?

–Son diferentes. Valencia es la ciudad del running por excelencia. Eso atrae mucha gente. Da gusto pasar por el río y ver riadas de gente corriendo. Tenemos dentro de la escuela una escuela de padres y la mayoría de ellos se hacen populares. Y a los que le gusta más el deporte de pista, hacen otro tipo de especialidades.

–Usted se colgó la medalla de bronce en el Europeo de 1970. Saltó 7,92 metros. ¿El atletismo de ahora tiene algo que ver con el que usted practicó?

–Al principio nos pagábamos nosotros las zapatillas. No había tantos medios, no había instalaciones... No teníamos la maravilla de instalación que tenemos aquí ahora. El material era ceniza o tierra, con lo cual tenías que ponerte clavos de 14 milímetros. Ahora son de 7 milímetros máximo para no dañar el material sintético. Se corre muchísimo más rápido en material sintético que en pista de ceniza o tierra. Y en cuanto a sistemas de trabajo, antes un entrenador hacía de todo y ahora tienes fisios, psicólogos, personal de ayuda... Se hace todo mucho más especializado para mejorar resultados.

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–Los cuerpos tienen un límite.

–Efectivamente, tienen un límite. Llegado este momento, cuando el físico y los sistemas de trabajo ya no pueden dar más de sí, entra la tecnología. La pista sintética, las zapatillas de clavos que empujen más... Hay aspectos que mejoran los resultados deportivos. Así se hizo en salto con pértiga. Primero eran cañas de bambú, luego las garrochas eran metálicas, luego hicieron las fibra de carbono, las de kevlar... En estos Juegos se ha visto que había unas marcas en 400 metros vallas casi como en lisos. Sacaron unas zapatillas impresionantes que despiden mucho más.

–¿Cómo afrontan la temporada?

–Con mucho entusiasmo. En el Campeonato de España por equipos sub-20 femenino, quedamos campeones. Eso nos da derecho a ir al Campeonato de Europa. Estamos muy ilusionados y hemos hecho algunos fichajes de esa edad. En esa categoría, el 90 por ciento es gente salida de la escuela. Es un estímulo para los niños.

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–¿Por qué hay tan poca iniciativa privada en este deporte?

–Donde no llega la iniciativa privada, tiene que llegar la pública. Si no estuvieran la Generalitat, la Diputación y el Ayuntamiento para ayudarnos económicamente, no podríamos mantener este equipo. Es muy necesario ese apoyo fuera de las instituciones que de momento no nos ha llegado al atletismo. Ha llegado al fútbol, al baloncesto, al tenis, al motor... Algún día nos tocará a nosotros.

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