El espíritu de la EBA cumple veinte años

El Pamesa Valencia se ganó su segundo ascenso a la ACB el 25 de mayo de 1996. Algunas crónicas datan el regreso a la máxima categoría, tras el dramático descenso en Huesca en el 95, el 26 de mayo pero es un dato inexacto. La victoria que le otorgó al conjunto de Miki Vukovic el derecho deportivo para volver a la élite fue en las semifinales de la Final a Ocho de Lugo tal día como hoy hace dos décadas, donde no dio opciones al Bilbao Patronato (65-87). Aunque un día después se perdió la final frente al Spar Granada, el segundo puesto le daba legitimidad a un ascenso que se materializaría por la compra de los derechos deportivos del Amway Zaragoza, que desapareció ese verano. La ACB cerró ese verano a cal y canto la competición, nada nuevo bajo el sol veinte años después, al crearse de nuevo cuño la LEB para la siguiente campaña. Valencianos y granadinos consiguieron el ascenso al comprar una plaza, puesto que el conjunto andaluz recorrió el mismo camino con el Baloncesto Salamanca.

Vukovic fue el verdadero artífice de conseguir lo que muy poca gente podía pensar cuando el castillo de naipes del Pamesa en ACB hincó la rodilla. Con una base de jugadores valencianos, se contruyó el llamado 'Espíritu de la EBA', que culminó en Lugo. Aquel equipo tuvo siempre el ánimo del corazón de la Fonteta, esos varios de miles de abonados que nunca han abandonado al club y que se materializó en la creación de la Penya Basquet Che. La travesía por el desierto comenzó con un gran Liga Regular, donde los valencianos consiguieron la segunda plaza con un balance de 22-8.

En una durísima segunda fase, donde los entonces azulejeros se cruzaron con el Monte Huelva de Ray Smith o el Fuenlabrada de Espinosa, el Pamesa consiguió el pase a la Final a Ocho tras ganar cuatro de los seis partidos. El pase a la cita de Lugo se celebró por todo lo alto en el parquet del Fernando Martín de Fuenlabrada, donde Miki Vukovic no dudó en coger un megáfono de los aficionados para agradecer el apoyo en una temporada memorable. Tras eliminar en cuartos de final al Oximeca (99-75) se llegó al partido decisivo.

El encuentro que se disputó en el Pazo dos Deportes el 25 de mayo de 1996 marcó un antes y un después en la historia del Pamesa. Ese día se comprobó que aquel proyecto, con Vukovic al frente, podía soñar con codearse frente a los grandes. Nadie podía imaginar esa noche que la base de aquel equipo iba a ser capaz de levantar la Copa del Rey en Valladolid dos años después. Aquel Bilbao Patronato estaba entrenado por el malogrado José Luis Abós y tenía en sus filas a Eduardo Pascual, que años después se convirtió en coordinador de la cantera del conjunto de la Fonteta. El Pamesa fue un rodillo ante el conjunto vasco, al que arrolló por un contundente 65-87. Los anotadores del equipo valenciano aquella tarde fueron los siguientes: Berni Alvárez (31), Jesús Fernández (2), Pablo Esmorís (2), Phill Cartwright (18), Nacho Rodilla (8), Juan José Llamas (11) y Víctor Luengo (15). La plantilla del Pamesa la completaban Antonio Tortajada, Ricardo Calatayud, Ernesto Martínez, César Alonso y Felipe Enguix. Durante la temporada, el equipo recibió la ayuda de Rubén Burgos y Perfecto García, dos de los juniors con más proyección que se alzaron esa misma temporada con el bronce en el Campeonato de España de la categoría de la mano de Paco Olmos.

Nadie sabe que hubiera sido del actual proyecto de Juan Roig si aquella temporada no se hubiera mantenido la llama del baloncesto encendida en la Fonteta. Aquel logro, demasiado escondido en las páginas de historia del club, merece ser reconocido. El vigésimo aniversario del ascenso es una buena ocasión para levantarse y aplaudir a aquel equipo plagado de talento, juventud y jugadores valencianos. Una ecuación que, con el maestro Vukovic al frente, terminó con el baño de gloria de la Copa del 98. El primer título del Valencia Basket, sin duda, nació en aquel Espíritu de la EBA.