Ana Suárez, la estrella del basket que quiere concienciar a las profesionales del futuro

Se entiende que un profesional nunca descansa de la actividad para al que se dedica en cuerpo y alma. Sí, tendrá días de descansos, pero su día a día forma parte de ese cumplimiento de la profesionalidad. Ser jugadora de baloncesto al más alto nivel español y europeo cuesta tanto dentro de las canchas como fuera, en el día a día, pero también en el plano mental y psicológico. «Que las niñas reciban lo que a mi me faltó». Ese es el espíritu de la valenciana Ana Suárez para este verano, cuando regresa a casa para dedicar sus vacaciones al baloncesto, lo que ya hace en el La Roche Vendée francés durante toda la temporada, aunque en este caso con un toque educativo.

Criada en la cantera del extinto Ros Casares, Ana Suárez se ha convertido en la jugadora más veterana del equipo francés La Roche Vendée, «un equipo nuevo que durante la temporada ha ido de más a menos». En tierras galas se ha asentado como pilar fundamental del equipo: «Fui la primera que ficharon y a partir de ahí fueron llegando el resto de compañeras. El año que viene seré capitana y tendremos un equipo más asentado, con más confianza». Haciéndose a una liga, la francesa, que describe como «mucha más física que la española», Ana Suárez aporta dentro y fuera del campo esa visión que sólo saben aportar los veteranos, que la vida no se acaba dentro de la cancha de baloncesto.

Por eso cualquier lectura deportiva que haga Ana Suárez tiene un calado mayor al simple análisis estadista de minuto y resultado que suele predominar en el deporte. Si hay algo que está moviendo el deporte femenino durante los últimos años es la igualdad de oportunidades con el masculino y la demostración de personalidad de las competiciones femeninas. «En Francia el deporte femenino se está programando muy bien últimamente. Ahora incluso están obligados a emitir ciertos partidos por televisión», comenta una jugadora que tiene claro el modelo que más cerca le toca: «En Valencia Basket hay una igualdad increíble entre el femenino y el masculino. En este sentido Valencia Basket es una referencia».

Admitiendo que «no coincidimos» a la hora de relatar unas pasadas negociaciones para fichar por Valencia Basket, cuando se impulsó el equipo femenino, Ana Suárez admite que en Francia «estoy viviendo muy mejores momentos», aunque no deja de visitar a la familia, especialmente en época de vacaciones. Ahora Ana Suárez tiene dos proyectos cerca de casa, dos forma de labrarse un futuro fuera de la profesionalidad del baloncesto y siempre teniendo una frase como lema «que las niñas reciban lo que a mi me faltó».

Uno de esos proyectos es una instalación profesional situada en Manises. Allí trabaja con Álex Martínez para dar forma a un centro de tecnificación «que cubra las necesidades de un deportista profesional en todos los sentidos«. Así, bien cerca de Valencia se encuentra la nueva y única pista olímpica deportiva cubierta de la modalidad 3x3, en una instalación que permitirá la celebración de torneos FIBA y que es de utilidad »tanto para profesionales como para amateurs«. Este concepto surge ante la situación de la propia Ana al concluir su temporada en Francia: »Allí los contratos cubren todo el año, no como en España que se limitan a los 8 meses de competición, pero al volver a casa no tenía disponibilidad de un centro en el que mantener mi estado de forma. Sí, me tocaba pedir permiso a Valencia Basket para poder utilizar la Alqueria del Basket, pero ahora tenemos una instalación única para todos los deportistas que lo necesiten«.

El segundo proyecto de Ana Suárez por tierras valencianas para este verano es el de un campus femenino que se va a celebrar a finales de julio en la localidad valenciana de Bétera. Ahí es donde se asentará ese lema de la jugadora de basket: «que las niñas reciban lo que a mi me faltó». Durante una semana las niñas de infantil, cadete y junior podrán concienciarse de «qué significa ser una profesional en el baloncesto», con lo que se abre el abanico a cualquier posición dentro del deporte de la canasta: «Queremos ayudar a chicas que por cuestiones de la vida puedan acabar siendo profesionales del arbitraje, directivas de un equipo, manager o entrenadoras, que dentro del basket hay muchos ámbitos en los que desarrollarse, no se acaba si no se alcanzan los objetivos como jugadora».

La idea de este campus femenino que bien podría encontrarse entre la diversión y la profesionalización del basket surgió en una cita a la que acudió en Senegal. «Allí sus preocupaciones eran bien diferentes, me preguntaban las niñas que cómo conseguían venir si sus padres son musulmanes. Ahí me di cuenta hemos perdido muchos valores», recuerda la jugadora valenciana.

Durante la semana que dure la cita desfilarán por el Polideportivo Municipal de Bétera jugadoras, fisios, árbitros y demás profesionales femeninas de varias áreas del deporte con el objetivo de que las niñas vean todos los caminos que abre el baloncesto en el futuro, un campo aún inexplorado en la vertiente femenina. «Un niño en infantil ya tiene referentes deportivos, mientras a las niñas si les preguntas si quieren llegar a ser profesionales te contestan un 'pues no lo sé'. Aspiramos a que en el campus vean todas las opciones que da el baloncesto profesional, que reciban todos los consejos, que sepan que sólo pocas llegan a vivir del baloncesto para lo que resta de su vida, que se gana poco dinero, pero que sean conscientes, que a mi muchas de esas cosas no me las enseñaron en edad formativa. Muchas se lo dejan en categoría junior porque piensan que van a defraudar y no es así. Simplemente faltan reflejos y eso es lo que queremos aportar».

El campus contará con compañeras internacionales de Ana Suárez llegadas incluso desde Argentina, y recientemente «hemos entregado cinco becas por Just Woman, todo con la indudable colaboración de la alcaldesa de Bétera Elia Verdevió, que nunca dudó de que este campus se realice en la localidad». Del 25 al 30 de julio en Bétera se darán cita profesionales femeninas del baloncesto a diferentes niveles para enseñar a las profesionales del futuro que el éxito no se encuentra únicamente dentro de las canchas y con un balón en las manos.

El proyecto, que cuenta con un amplio equipo de entrenadores y formadores, es la demostración de que un jugador profesional vive por y para la actividad que rige su vida, que incluso su diversión es seguir manteniendo los lazos con el deporte al que sirve hasta en temporada de vacaciones. Ana Suárez no se muestra como ejemplo, pero sí como el camino para que cada joven pueda abrirse al futuro con vistas a alcanzar las cotas más altas dentro del baloncesto femenino, un mundo en el que la lucha por la igualdad dejará leyendas para las profesionales del futuro.

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