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Pisar unas tablas de madera ante miles de personas que juzgan tu trabajo. Te puede pasar, por ejemplo, si actúas en un teatro o arbitras ... un partido de baloncesto. A Eduardo Escartí Castañeda (Valencia, 1988), le suceden las dos cosas ya que compagina su labor en la FEB, donde esta temporada dirige partidos de Liga EBA o Liga Femenina 2, con las actuaciones del cuarteto de música vocal Melomans, que ahora mismo está de gira en el teatro Nuevo Alcalá de Madrid. A la vida del valenciano la música llegó mucho antes que el arbitraje. Con siete años ingresó por primera vez en el conservatorio para estudiar clarinete empujado por su madre, Amparo y que fue jugadora de balonmano en el Iber Valencia, que le insistía para que probara el mundo de la música. En su casa se vivió siempre el deporte, ya que su padre Eduardo también es entrenador de balonmano. Mientras acababa la carrera de clarinete se decantó, después de probar muchos deportes, por el baloncesto. Defendió la camiseta del San Pedro Pascual hasta la categoría junior, donde pasó a formar parte del Aldaia. Allí, el destino le marcó la carrera del arbitraje.
Varias lesiones en los dedos de la mano jugando a baloncesto le frenaron los estudios de clarinete en el conservatorio superior de música. El profesor le dejó claro que tenía que plantearse las cosas. Ahí es cuando dejó el basket como jugador pero a través de Marta Roselló, que fue su entrenadora en San Pedro Pascual, inició su carrera en el arbitraje. La recomendación de su padre, conocedor de la presión que esa figura tiene para todos los actores que rodean un partido, fue que «antes que árbitro me hiciera balón».
«Arbitrar en pistas de LEB Oro o de la Liga Femenina fue una experiencia brutal. Recuerdo el primer día que me tocó el Valencia Basket en una Fonteta casi llena. Fue algo especial arbitrar al equipo de mi ciudad y en mi ciudad. Son de esas experiencias que te cambian la vida», evoca Escartí. Una de las dualidades más impactantes sucede con la predisposición del espectador. Cuando canta con Melomans siempre es positiva y la actuación acaba con solicitud de fotos de muchos asistentes. En un pabellón, el árbitro suele recibir mucha música de viento. A lo mejor, de alguien que unos días antes le ha aplaudido en el teatro: «Siempre he sido una persona bastante calmada y tranquila. Cuando eres jugador o aficionado siempre hay momentos que te calientas con los árbitros y luego cuando eres árbitro la experiencia te va enseñando a gestionar tus emociones. Llevo 15 años arbitrando y ahora sé gestionar de otra manera las reacciones de los jugadores, los entrenadores y el público. Entiendes que todo forma parte del juego. Te abstraes de lo que se dice en la grada. Sí que oyes ruido y piensas que te están diciendo de todo pero no llegas a entender muchas veces lo que te están diciendo porque tienes que estar concentrado».
El músico, así lo marcan sus estudios, aplica la vertiente del humor de sus espectáculos para quitar hierro a algunas situaciones. «Hace poco, en Murcia, acabamos sonriendo con los jugadores porque al arrancar el segundo cuarto un seguidor nos gritó que nos dieran un móvil para que nos mandaran un bizum. Ya no es el estás comprado de toda la vida», recuerda. Los estudios en el conservatorio le han ayudado en los momentos más complicados durante un partido: «En la formación como músico te enseñan a controlar las emociones. Todo lo que he aprendido encima de un escenario me sirve a la hora de afrontar situaciones en los partidos. Al final, te están juzgando si les gusta o no tu trabajo y tú tienes que saber abstraerte. En la formación, a los árbitros más jóvenes les enseño que es un trabajo en el que estás constantemente expuesto. Eres uno más dentro del juego pero tus decisiones son importantes y tienes que tomarte las cosas con responsabilidad, firmeza y seguridad».
La gran diferencia entre sus dos mundos es el envoltorio. Con Melomans, la clave es la cercanía al espectador. En el arbitraje, el colectivo está aislado del resto de participantes porque así lo han decidido los que mandan: «Son cuestiones de organización que me imagino que se hacen para evitar especulaciones pero todo es más normal en el día a día». ¿Un sueño? Arbitrar y actuar en el Casal España Arena que se está construyendo en Valencia.
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