Pasión bajo la mascarilla

La normalidad, enterremos para siempre lo de nueva del diccionario de la pandemia, poco a poco se va abriendo paso. El ambiente de la Fonteta recordó ayer al de los grandes partidos. El de sentir el aliento de todo un país. Con ruido, con estruendo. Tan impactante fue para las jugadoras sentir un calor ya olvidado en los recuerdos que durante la interpretación del himno nacional varias de ellas quisieron hacer una panorámica mental repasando la grada para disfrutar del momento. El símbolo de los 3.000 espectadores fue el del mayor ambiente en un partido de basket en España, sin distinción de género, desde que el coronavirus nos encerró en el ya lejano marzo de 2020.

Hubo pasión. Bajo la mascarilla, pero pasión. Hasta volvió 'la ola'. Una descarga de adrenalina que llevó a las españolas en volandas hasta la siguiente fase. No pasar como primeras, eso sí, hace más largo el camino. Hoy espera Montenegro a las 21 horas en la repesca de octavos y en el horizonte de cuartos ya está Serbia afilando las garras. Poca broma. Con las taronja Laura Gil y Ouviña liderando (sumaron entre ellas 28 puntos, 31 de valoración y +49 en el +/- en pista) la selección se dio un festín. «Hemos notado el ambiente espectacular de una afición de diez, ha sido como recuperar esa sensación de antes de la pandemia», reconoció una emocionada Ouviña a LAS PROVINCIAS tras el partido.

España saltó con la adrenalina del toque de corneta de la Fonteta, con una defensa agresiva que le permitió correr. Las de Mondelo, cuando logran conectar el cable del dinamismo son muy complicadas de parar. Con Ndour como generadora de esa energía, en los dos lados de la pista, Eslovaquia no vio venir nada del 15-4 inicial, que se cerró con un triple de Domínguez. Eso sí, las de Juraj Suja dieron un primer aviso con el 21-13 con el que se cerró el primer cuarto. Con 32-13 en valoración y el rival ya en 8 asistencias, cerrar el paraguas con un -8 no es mal plan.

A esa idea se agarraron las eslovacas, que sabían que perder era para ellas decir adiós al torneo, para asomar la cabeza justo cuando España puso la máxima renta (27-16). Cuatro triples casi calcados, donde no hubo entendimiento a la hora de leer la defensa tras bloqueo para desespero de Mondelo, fueron limando la renta hasta poner el 36-32 tras canasta de Oroszova. La última bala del primer tiempo, eso sí, estaba en el tambor de la muñeca de Leo Rodríguez (39-32). En cuanto se pulió ese desajuste defensivo, se acabó el partido. Con un parcial de 17-2 (56-34) de arranque en el tercer cuarto Eslovaquia bajó los brazos pese a que recortó algo al final del mismo (64-45). El último ya se convirtió en una fiesta entre las jugadoras y la afición, con la magia de Laia Palau como invitada a la fiesta y una renta que ya no paró de subir hasta el 93-61 final. Tras la bocina no tocaba celebrar nada, España ha pasado como segunda de grupo y hacia la repesca de octavos, pero las jugadoras de Mondelo se resistían a salir de la pista. Había magia en el ambiente. Con los acordes del 'Sweet Caroline' quisieron brindar un homenaje a la afición, aplaudiendo y alimentándose de una pasión en la grada que parecía olvidada. La de ayer será recordada como la noche que volvió esa magia a un pabellón. Muy emocionante.