El espejo de Gasol que no renuncia a la NASA

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero si es Pau Gasol el que afirma que sus dos anillos de la NBA, seis participaciones en el All Star y todo lo demás que guarda en su vitrina nada tienen que envidiar a tu palmarés, este símil se vuelve un halago. Y si eres Sara Revuelta, un desafío. La madrileña sueña con los Juegos de Tokio donde no sólo quiere participar. Con su club, el Ilunion, trabaja «día a día» para lograr hacer un buen papel en la cita Paralímpica.

Con sólo 23 años es una de las deportistas más laureadas. Dos Copas de Europa, otras seis del Rey y cuatro Ligas forman parte de la conquista de una mujer que quiere que las niñas y chicas «de cualquier edad» prueben el baloncesto en silla de ruedas. Su intención no se queda en palabras.

El I Campus Sara Revuelta se celebrará los días 13 y 14 de marzo en el polideportivo de La Luz de su ciudad natal en Tres Cantos (Madrid). Su gran ilusión, extender la pasión por este deporte y aprovechar espacios como L'Alqueria del Basket que conoce bien: «He estado en varias ocasiones. Allí se jugó la Copa del Rey en 2019 y creo que ahora mismo ningún equipo en España tiene unas instalaciones como esas para jugar a baloncesto». Ya está deseando regresar.

Apenas hay mujeres en su modalidad, en el Ilunion, club con el que ha tocado el cielo, es la única mujer del equipo y sólo con la selección puede jugar junto a otras féminas. «Estaría muy satisfecha si logramos llamar la atención de chicas de todo el país, sería bonito ir creciendo poco a poco», reconoce.

Su talento ha llamado la atención en Estados Unidos. Alabama le tentó en dos ocasiones. La primera vez rechazó la beca para marcharse a estudiar pero en agosto de 2019 dijo que sí. Estuvo un mes pero no le convenció: «No es tan bonito como lo pintan, los estudios no me compensaban. En España ya estaba en tercero de Física y allí no me convalidaban apenas asignaturas y era volver hacia atrás».

Cuando entró en la Universidad, la NASA era una de sus ilusiones. Ahora reconoce que le sigue gustando la idea de poder trabajar en la agencia estadounidense: «Y a quién no», dice, aunque a medida que profundiza en sus estudios encuentra más aspectos seductores.