De la plata de Los Ángeles 1984, donde el baloncesto español dio la medida de equipo de primer orden, se ha pasado al cobre de París, que es síntoma de lo que puede ocurrir en el futuro. La liga ACB está llena de foráneos. El ... cupo de cuatro jugadores nacionales en las plantillas es insuficiente. De este modo crecen los equipos internacionalmente, pero la selección está en plena decadencia. Ahora, además, los jóvenes que destacan emigran a Estados Unidos. La decepción de París es un aviso.
El baloncesto fue la gran alegría olímpica de aquellos Juegos estadounidenses en los que el precedente esperanzador había sido el piragüismo, deporte ganador de medallas en Montreal. En Canadá se hicieron con las preseas y las portadas de los diarios Herminio Menéndez, Díaz Celorrio, Ramos Misioné y Del Riego, que mostraron a los españoles las imágenes de embarcaciones tituladas como K-1 y K-2. Y victorias en 500 y 1.000 metros. El agua empezaba a señalar la vía más optimista del olimpismo nacional. Ya en Moscú, Arostegui y Millet triunfaron en una embarcación 470, que sigue presente en los éxitos de las regatas.
A Los Ángeles se acudió con más optimismo que sustanció la medalla de bronce del cántabro José Manuel Abascal en el medio fondo. Su tercer puesto tuvo trascendencia si se toma en cuenta que en la final de la prueba entró detrás de dos grandes figuras mundiales como fueron Sebastian Coe y Steve Cram. Los 1.500 metros abrieron la ilusión para unos atletas que luchaban en la oscuridad mediática y tenían como perspectiva mantener en esa distancia la presencia española como así fue y para mayor gloria. Abascal ya había mostrado su gran categoría en campeonatos europeos. Mariano Haro, que había mantenido su buen nivel en las carreras de fondo, obtuvo su segundo diploma en los 10.000 metros. También ganó diploma en Montreal el valenciano Antonio Campos, varias veces campeón de España y recordman y sobre todo, especialista en los 3.000 metros obstáculos. Campos, nacido en Pedralba, fue atleta del Valencia Club de Fútbol cuando esta entidad todavía pertenecía a los valencianos.
En Los Ángeles hubo otro valenciano especialista en los 3.000 obstáculos: Domingo Ramón Menargues. Fue uno de los ganadores de diploma como también los conquistó José Marín en marcha. Domingo Ramón fue festejado en su vuelta a casa y hasta se le ofreció un puesto de trabajo en la Diputación para que pudiera convivir con la practica del atletismo. Se le otorgó un puesto de conserje de noche. Lo justo para un atleta.
La importancia de aquellos juegos angelinos, en cuya inauguración la música corrió a cargo del muy popular y reconocido sinfonista y autor de bandas sonoras de famosas películas, el estadounidense John Williams, y presidió Ronald Reagan, estuvo para los españoles en el baloncesto.
Estados Unidos preparó un equipo compuesto por quienes fueron estrellas de la NBA. En el oro estaba de nuevo el deseo de reivindicación de lo sucedido en Munich, donde después de tres detenciones del juego y las discusiones arbitrales ganó la final la Unión Soviética. Faltaban tres segundos y Yedesvko lanzó el balón hacia la canasta de Estados Unidos y debajo de la misma Alexander Belov puso el marcador 51-50 en su favor. Las protestas fueron inútiles porque los tres segundos no se consumieron entre el momento en que Belov tomó el balón y los metió en la canasta.
Estados Unidos ya no se conforma con enviar equipos en formación como ocurría. Para cada edición de los Juegos la selección es de las que dan miedo aunque a veces la superioridad no sea tanta como se anuncia. En Los Ángeles no participaba la URSS por su boicot y no obstante el equipo presentaba nombres como Michael Jordan, Pat Ewing, Sam Perkins y Robertson.
España, dirigida por Antonio Díaz Miguel, hombre nacido en la cantera del Estudiantes, para llegar a la final en el pabellón de Inglewood tuvo que derrotar a Yugoslavia, Canadá, Uruguay, Francia y China, a la que vapuleó 103-82. El resultado más apretado fue contra Canadá (83-82).
Ante Estados Unidos no hubo posibilidades. El 96-65 fue la consecuencia de la diferencia de ambos equipos. España alineó a Corbalán, José Luis Llorente, Solozábal, López Iturriaga, José María Margall, Epi, Beirán, Fernando Arcega, Fernando Martín –otro de la cantera de Estudiantes y primer español en jugar en la NBA–, Fernando Romay, Jiménez y De la Cruz, jugador nacionalizado. Aquí comenzó el camino que llevó a la popularización de este deporte. La selección, hasta París, ha tenido presencia destacada en europeos y mundiales. Hoy tal vez pueda decirse que hasta aquí hemos llegado.
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