Leles Muñoz, durante una actividad con sus alumnos.LP
De pionera taronja a las aulas
HISTORIAS DEL BASKET ·
Leles Muñoz formó parte del primer Valencia Basket de la historia y fue la capitana en el histórico ascenso a la Liga Femenina en 2018 | La turolense es profesora en el CEIP Les Sitges de Burjassot y manda un mensaje claro: «Los niños nos han dado en la pandemia un ejemplo de adaptación a los adultos»
Leles Muñoz (Teruel 1988), colgó en 2018 la botas para entregarse a su otra gran pasión más allá del baloncesto, la docencia. Como en un guión de película, su última contribución al mundo del basket fue dejarse la rodilla (literalmente) para poner un granito de arena en el regreso del baloncesto femenino de élite a Valencia, huérfano desde la desaparición del Ros Casares en 2012. A la aragonesa ese guantazo deportivo le pilló, tras salir de las categorías inferiores del club que se inició en Godella, picando piedra en Primera Nacional con el Claret. Una década después de todo aquello, es maestra de educación física. Tras aprobar las oposiciones en 2018, sólo unas semanas después de lograr el ascenso a la Liga Femenina con el Valencia Basket, y tener la plaza definitiva en Benidorm, ahora mismo está trabajando en una comisión de servicios en el CEIP Les Sitges de Burjassot (el antiguo Villar Palasí).
Es inevitable que, antes de recordar su trayectoria como pionera taronja, salga en la conversación la pandemia y sus efectos en el mundo educativo. «Lo estoy viviendo en primera línea porque soy la coordinadora Covid del colegio», anuncia como base para explicar un punto de vista que en ocasiones se nos olvida. El de profesores convertidos en expertos en protocolos sanitarios sin tener formación para ello: «El principio fue muy duro. El cole es convivencia y negársela a los niños hasta en el patio es duro a nivel emocional pero los niños nos han dado en la pandemia un ejemplo de adaptación a los adultos. Nos han facilitado todo. Enero fue un mes muy duro porque tuvimos casos y nos enfrentamos a los protocolos y a las llamadas a Salud Pública que estaba colapsada. Tienes que tomar decisiones rápidas que ni te corresponden ni te han formado para ello. Vives momentos de tensión pero al final lo sacamos adelante».
Evocar su última temporada como profesional siempre le recordará ese doble sabor, el amargo de una grave lesión de rodilla y el dulce de la preparación de una oposición que iba a marcar su vida laboral. «La lesión en la rodilla me vino bien para lo otro. A nivel mental me venía bien ponerme a estudiar para no darle vueltas a la rodilla y al mismo tiempo el entrenar me vino bien para no darle vueltas a las oposiciones. Fue un equilibrio perfecto», admite antes de poner encima de la mesa que el cambio no ha sido tal cuando a lo que se dedica es a su otra pasión, el deporte: «Siempre he tenido muy claro, desde pequeña, que la docencia era mi futuro. El basket me gustó mucho cuando lo practiqué pero a nivel de ambición laboral quería ser docente. La relación, como profesora de educación física, es perfecta. Ahora intento transmitir los valores que me dio el baloncesto; el trabajo en equipo, el esfuerzo o el sacrificio».
Leles Muñoz siempre destacó como jugadora por su potencia física y una calidad que le llevó a tener facilidad para anotar. Una de esas combinaciones que invitan a pensar a tener una carrera donde puedas vivir del baloncesto. La realidad actual para la inmensa mayoría, es otra: «Mis padres nunca me dijeron que no iba a vivir del baloncesto pero siempre centraron su atención en los estudios. El tránsito lo tienes siempre en la cabeza por la precariedad laboral para las deportistas femeninas. Al final, a una jugadora de baloncesto no le da con lo que pueda ganar en su carrera cuando a los 35 piense dejarlo. Tiene que tener una formación o una salida laboral ya pensada».
La pandemia ha servido para que aflore una de las grandes paradojas de nuestro baloncesto. Uno de los deportes femeninos que han dado más gloria a España, a nivel de clubes y selección, no tiene la categoría de profesional. Algo que ha quedado patente en las regulaciones sanitarias del Covid-19 e, incluso, en las gradas. La Fonteta a día de hoy abre sus puertas cuando juegan las chicas de Burgos y pega portazo cuando lo hacen los chicos de Ponsarnau: «Es algo brutal y lo que más me duele es que mucha gente ni lo sabe. Ahora con la Copa de la Reina que se disputó en la Fonteta me preguntaban por qué se podía ir a ver a las chicas y a los chicos no y alucinaban cuando les contestaba que era porque el baloncesto femenino en España no está considerado como profesional». Una desigualdad que vivió en sus propias carnes «porque el año del ascenso a la Liga Femenina tuve que decidir si trabajaba y puntuaba para las oposiciones o trabajaba como jugadora sabiendo que no me iba a puntuar. Si eres deportista de élite te dan puntos. He estado trabajando como jugadora profesional de baloncesto, con un contrato con un club, dedicándome en exclusiva a eso y no me han dado ningún punto».
Leles Muñoz formaba parte de la plantilla del Picken Claret UV en la Primera Nacional de Valencia y Murcia (2013-2014) en el momento en el que Juan Roig decidió rescatar a las categorías de formación del Ros Casares que se habían quedado en tierra de nadie en el pabellón de La Malvarrosa tras la desaparición del club acerero. Manolo Real y Toni Monzó fueron los interlocutores con la entidad de la Fonteta en marzo de 2014. Unos meses después, la turolense formó parte de la primera plantilla oficial de la aún breve historia taronja: «Las que formamos aquel primer equipo del Valencia Basket éramos casi todas exjugadoras del Ros Casares que vivimos ese momento amargo de la desaparición de un club tan potente. Después de ganar la Euroliga fue algo muy duro. Cuando Toni Monzó y José Canales nos reunieron para contarnos el proyecto del Valencia Basket fue algo muy ilusionante. Aquello fue como una primera piedra y nos sentimos muy orgullosas».
«En aquel primer momento no se nos planteó un reto de tan alto nivel pero éramos conscientes de esa ambición que es la lógica cuando un club como el Valencia Basket decide darnos la mano», reconoce Leles. En la primera temporada en Primera Nacional, la 2014-2015, el equipo no logró el ascenso pero ya habían trazado las bases: «Era un camino, Juan Roig había dejado claro que era un proceso a largo plazo pero con esa ambición deportiva de ir dando poco a poco pasos en la pista. En mi caso llevaba ocho fases de ascenso intentando dar el salto y es duro a nivel emocional cuando ves que llegas pero no puedes porque no hay detrás un respaldo potente».
Para la jugadora que sigue siendo la séptima que más partidos ha disputado con la camiseta del Valencia Basket (80, 50 en Primera Nacional y 30 en Liga Femenina 2) y la séptima que más puntos ha anotadocon 523 (327 en Primera Nacional y 196 en Liga Femenina 2) el momento clave para darse cuenta de lo que iba a ser el proyecto llegó en el inicio de la temporada 2017-2018, con el bautismo de L'Alqueria del Basket: «En ese momento es cuando te das cuenta de que todo va muy en serio. Hasta entonces entrenábamos en La Malvarrosa, los chicos en las Naves y no veías esa dinámica de club. El día de la inauguración nos juntamos todos los equipos de formación, masculinos y femeninos, y es cuando me dí cuenta de la dimensión real». En la primera temporada en Liga Femenina 2, donde el club tuvo que reforzar el equipo con Rakovic y Lukovic para atar la permanencia, se llegó a jugar algún partido en la Fonteta... por goteras en el pabellón de La Malvarrosa un fin de semana de temporal. Aunque parezca un lejano pasado, hablamos de hace cinco años.
«La lesión en la rodilla marcó mi transición», sentencia Muñoz «porque la temporada del ascenso a la Liga Femenina fue muy bonita pero a la vez muy dura a nivel personal, entrené más con Pau que era el preparador físico que con el equipo. Ahí me dí cuenta de que ya estaba, que ya había puesto mi granito para que un club que empezó de cero acabara en Liga Femenina. Mi relación con el club siempre ha sido muy buena y me han ofrecido seguir en distintos puestos pero tenía claro que mi intención era aprobar las oposiciones». Su futuro más inmediato tiene claro que pasa por las aulas, por sus clases, sabiendo que la puerta del Valencia Basket siempre la tendrá abierta. Ese, además, debe ser el mejor legado para la Cultura del Esfuerzo de la que tanto se habla: «Es un club que cuida de sus jugadores y jugadoras, incluso cuando ya no están. Sigo manteniendo relación con todos. No me veo entrenando a niños, aunque he sido entrenadora, porque salgo a las cinco del cole y no me veo tres horas más rodeada de niños (se ríe). Ahora me centro en disfrutar de mi trabajo y ayudando a que despierte en ellos esa pasión por practicar un deporte. De forma sigilosa les oriento hacia el basket. Veo a niñas enormes y hay que enfocarlas».
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.