Las bicicletas para ir a la escuela en África salvan a un equipo World Tour

Durante el otoño, la continuidad del equipo ciclista NTT, uno de los integrantes de la élite mundial, estuvo en duda. Nada nuevo. Cada temporada cierran algunas escuadras y aparecen otras. Pero el NTT es algo más, mucho más, que un proyecto ciclista. Es el equipo de África que, con el impulso de la organización benéfica Qhubeka, nació en 2012 con el sueño de ver un día corredores africanos en el Tour y con la misión de repartir bicicletas entre los niños de los poblados para que, pedaleando, pudieran ir a las escuelas. Cruzó la primera meta y llevó ciclistas del continente a la Grande Boucle. Y ha distribuido miles de bicicletas en aldeas de Sudáfrica.

Cuando parecía que el cierre del equipo era inevitable por la marcha de la empresa NTT, Qhubeka ha dado otro paso al frente y ha asumido de nuevo la financiación del proyecto, que seguirá en el UCI World Tour. Es su mejor altavoz internacional. Y, también, el campo de pruebas ideal para demostrar el progreso de África. Eso significa 'Qhubeka': progresar, avanzar. En la plantilla del equipo, junto a corredores del nivel de Pozzovivo, Nizzolo y Barbero, está el sudafricano Nicolas Dlamini, que fue uno de esos escolares que en su día recibió una de las bicicletas de Qhubeka. Son pesadas y sin cambios de marcha, pero Dlamini ha demostrado lo lejos que pueden llegar.

Todo cambia de valor cuando llega a África, el continente que sigue sin recuperarse del colonialismo. En Europa o América, una bicicleta es un regalo. El juguete que no falta en ningún hogar. En África, una bicicleta puede ser la diferencia entre recibir o no educación. Bingen Fernández ha sido director del equipo ciclista NTT durante los últimos cuatro años. Es la escuadra africana, la bandera ciclista del continente. Antiguo corredor del Euskaltel-Euskadi y técnico luego en varias escuadras del World Tour, supo el valor real de una bici durante un viaje a Sudáfrica, a un poblado de chabolas donde lo único que sobraban eran las carencias.

No sólo las bicicletas cambian de significado en África. También el tiempo. Mientras los ciclistas y miembros del NTT entregaban bicicletas a los niños, el técnico de Bermeo habló con una de las jóvenes. «Me dijo que tardaba seis horas en ir y volver andando de la escuela. Cada día. Por eso, muchos ni van. Con la bici, ese tiempo se reduce a media hora de ida y otra media hora de vuelta», compara. Bingen no olvida la charla que les dio Anthony Fitzhenry, fundador de Qhubeka. «Nos dijo que antes de decir que nosotros no tenemos tiempo para nada nos fijáramos en la vida de estos niños. Entre ir a clase, trabajar y ayudar en casa, sólo tienen libre media hora los domingos». Treinta minutos para jugar. Niños sin infancia.

Cuando Fitzhenry quiso compartir los beneficios de sus éxitos en los negocios, pensó en llenar de ordenadores las escuelas africanas. Esa idea hubiera valido en otro continente. Pero no allí. Para qué quería colegios con tecnología si los alumnos no podía llegar porque vivían a horas de distancia. La solución estaba en algo más rudimentario, la bicicleta. Ya ha repartido decenas de miles. «Les cambia la vida. Ves la felicidad que supone tener algo tan simple como una bici. Les da la oportunidad de ser libres, independientes. Es un privilegio», subraya.

Bingen Fernández también ha visto esas caras infantiles. Ojos abiertos en la noche de los 'reyes magos'. «En África hay gente con una voluntad increíble de salir adelante. Las bicicletas les acercan a las escuelas. Hay algunos que también empiezan a entrenarse. Eso, además, les aparta de cosas malas», apunta. La marcha de NTT como patrocinador principal no ha cerrado el equipo. Qhubeka se pone de nuevo, como en 2012, al frente. Ya ha fichado a corredores como Fabio Aru. Aún tiene etapas que ganar y, sobre todo, bicicletas que entregar. «La educación es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo», defendía Nelson Mandela.